El desafío es aterrizar el paradigma del Vivir Bien en programas y
políticas concretas para la construcción de sociedades pos-capitalistas. En ese
sentido, la Agenda Patriótica 2025 puede ser el instrumento de concreción de la
utopía.
Rebeca Peralta
Mariñelarena* / La Época (Bolivia)
“Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos,
ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos
más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la
utopía? Para eso sirve: para caminar.” Eduardo Galeano
El gobierno de Bolivia impulsa la Agenda 2025 |
Hablar
de alternativas societales —llámese Vivir Bien, Socialismo Comunitario, del
Siglo XXI, o como se quiera— cobra cada vez mayor sentido en la medida que la
crisis del sistema capitalista y su entramado de relaciones muestra su
decadencia, sobre todo luego de la explosión catastrófica que está teniendo
lugar en Europa y Estados Unidos.
Sin
embargo, conviene tener presente que esta crisis no es nueva ni meramente
económica. Sus primeros síntomas se remontan a mediados del siglo pasado y hoy
muestra su carácter de crisis civilizatoria, no sólo por la cantidad de esferas
involucradas —la económica, ambiental, social, política, cultural—, sino porque
los pilares mismos sobre los que se construyó la totalidad de la modernidad
capitalista están fuertemente cuestionados. Al respecto, Franz Hinkelammert,
uno de los estudiosos más lúcidos del tema, alerta sobre la profundidad de la
crisis: “no es solamente una crisis del capitalismo, sino una crisis del
concepto fundante de la modernidad. Se trata del concepto de la armonía inerte
entre el progreso técnico y el progreso de la humanidad.” [1]
La
afirmación anterior contempla que el capitalismo es un sistema incorregible
cuya lógica de acumulación ha comprometido ya al entorno ecológico, sus
“equilibrios climáticos y biológicos, los de la escala de biomasa requerida
para cumplir la exigencia de energía que el funcionamiento del sistema está
requiriendo” [2], y, con ello, compromete a la vida humana misma. Sin embargo,
los momentos de crisis nos abren la posibilidad histórica de la construcción de
alternativas y de su profundización en aquellas geografías donde, de diversos
modos y en distintas intensidades, ya se despliegan construcciones societales
otras.
Este
último es el caso de Bolivia, país que desde el año 2000 abrió la posibilidad
histórica de una construcción societal distinta, cuyos pilares se plasman en la
nueva Constitución Política del Estado de 2009 y que, desde la revalorización
de los derechos de la Madre Tierra, esboza un nuevo paradigma civilizatorio
contenido en la propuesta del “Vivir Bien”.
Desde
hace ya 13 años Bolivia recorre un camino distinto al marcado por los centros
de poder hegemónicos, eligió a un indígena y líder sindical como Presidente
—luego de derrocar al gobierno neoliberal—, se constituyó en Estado
Plurinacional —con todas las implicaciones jurídicas, políticas, económicas y
culturales que eso conlleva—, redujo sustancialmente los niveles de pobreza y
marginación a partir de una amplia política de nacionalización de los recursos
naturales y de redistribución de la riqueza, y hoy se plantea el reto de
profundizar la veta contrahegemónica. A eso apunta la “Agenda Patriótica del
Bicentenario 2025”.
La
“Agenda 2025” es un proyecto que tiene por objetivo trazar el rumbo del país
para los siguientes 11 años, cuando Bolivia cumplirá 200 años de Independencia,
teniendo como base 13 pilares planteados por el presidente Evo Morales, que
buscan profundizar la soberanía económica, política y cultural del país. Entre
ellos destaca: la eliminación de la pobreza; la universalización de los
servicios básicos, la educación y la salud; la industrialización y
tecnificación del país, y la diversificación productiva.
Se
trata de un programa —todavía en construcción— de gran envergadura y con una
visión de totalidad que involucra Estado, Sociedad, Economía y Territorio. Dado
que la Agenda 2025 se vislumbra como la materialización de la nueva
Constitución apunta hacia la concreción del Estado-Sociedad Plurinacional,
potenciando la descolonización, la interculturalidad y las autonomías; a la
concreción de la Economía Plural, a través del despliegue y la articulación de
la economía comunitaria, cooperativa, estatal y privada; desde una
territorialidad, —con autonomías, articulación nacional y equilibrios
regionales—, donde se ensayan y despliegan esas relaciones sociales otras.
La Agenda
Patriótica 2025, desafíos y posibilidades
Lo
primero que hay que reconocer de este esfuerzo es su proyección de largo plazo
y su carácter democrático y participativo. Éste es, luego del proceso
constituyente, el primer ejercicio de planificación integral del país donde la
sociedad toda está convocada a presentar sus propuestas e iniciativas para
alcanzar los objetivos antes descritos, así como las referentes al logro de la
soberanía alimentaria, tecnológica, financiera y productiva. La Agenda 2025
surge para trascender inmediatismos y planes de gobierno, y se vislumbra como
posibilidad de materializar el texto constitucional en sus puntos clave.
No
obstante, si de profundización alternativa se trata, la Agenda 2025 tiene el
reto de avanzar en una propuesta de paradigma propia, que ponga en el centro la
reproducción de la vida y no la del capital. Una propuesta que incorpore
transversalmente, y más allá del plano retórico y las escalas micro, el respeto
de los derechos de la Madre Tierra, pues, desde nuestro punto de vista, eso es
lo que le otorga el carácter de alternativa civilizatoria, en tanto ello apunta
a la desmercantilización de la naturaleza, seres humanos incluidos, y
representa una apuesta por la vida.
La
Agenda 2025 encuentra entre sus principales desafíos el de plantearse la
resolución de esa tensión existente entre: “respeto de la Madre Tierra” e
“industrialización”, reconociendo a ésta última como una necesidad y aspiración
legítima de un país primario-exportador de cuyas venas emanaron, durante
siglos, ríos de plata y sangre minera del Cerro Rico del Potosí, anverso de la
moneda de la aspirada modernidad. Se complejiza la cuestión cuando en los trece
pilares de la Agenda Patriótica se enfatiza el desarrollo de la técnica y la
idea del progreso humano vía la tecnología y el crecimiento económico, al mismo
tiempo que plantea desarrollar el “Vivir Bien”.
Así,
la Agenda 2025 tiene el reto de construir lo posible más allá de lo existente,
de cultivar simultáneamente “el pesimismo de la razón y el optimismo de la
voluntad”, a decir de Antonio Gramsci, en el sentido de denunciar la infamia de
lo existente y caminar firmemente hacia la utopía, aunque ésta se aleje, como
es su vocación.
Y
aquí cabe preguntarse si el desarrollo técnico es equivalente al desarrollo de
la Humanidad, y si el progreso técnico significa también progreso de la
Humanidad, pues coincidimos con el filósofo mexicano José Gandarilla Salgado en
el sentido de que “técnica, tecnología y progreso no son asuntos meramente
técnicos sino, en el fondo, políticos”. Así pues, la Agenda 2025 tiene la
posibilidad de ir diseñando la técnica, la tecnología y el Vivir Bien
específicos del Estado Plurinacional. Esto es, desde la revalorización de los conocimientos
y saberes de las naciones y pueblos indígena originario campesinos y desde el
respeto de la Madre Tierra, con el Vivir Bien como horizonte.
Finalmente,
pero no por ello menos importante, conviene alertar del peligro que representa
no establecer los equilibrios necesarios entre estos polos, pues si bien el del
Vivir Bien es un paradigma civilizatorio ideal, no puede funcionar como
discurso inmovilizador en el presente, con la fórmula fácil de la denuncia al
“extractivismo”, discurso facturado en academias y oficinas de organismos no
gubernamentales, donde poco o nada se sabe de las necesidades reales de la
población más marginada: agua, electricidad, caminos, postas médicas y
escuelas.
El
desafío es aterrizar el paradigma del Vivir Bien en programas y políticas
concretas para la construcción de sociedades pos-capitalistas. En ese sentido,
la Agenda Patriótica 2025 puede ser el instrumento de concreción de la utopía.
NOTAS:
1
Véase: “Capitalismo y socialismo: la posibilidad de alternativas”, Acuario,
núm. 8, 1995.
2
Véase, José Gandarilla Salgado “Duración, simultaneidad histórica y
discontinuidad o cómo asediar a la modernidad desde la utopía”, mimeo de
próxima publicación, presentado en el XI Congreso de la Federación Española de
Sociología, Madrid, 10 a 12 de julio de 2013.
*Rebeca Peralta Mariñelarena, mexicana residente en
Bolivia, es maestranda del Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos de
la Universidad Nacional Autónoma de México y Licenciada en Estudios
Latinoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.
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