La migración ilegal desde Honduras a Estados Unidos es un buen
negocio. Coyotes, bancos y los propios Estados se benefician de este tráfico de
muerte que se produce a la vista de todos y a la sombra de cualquier derecho.
Ollantay nos introduce en un mundo cruel, duro y cotidiano.
Ollantay Itzamná / Otramérica
“Me llevaré a mi niña. El
coyote nos dijo, por teléfono, que están dejando pasar la frontera a las madres
que llevan con ellas a sus niños”, comenta melancólica y emocionada Sonia. Ella
es esposa y madre de familia. Aún no ha cumplido los 22 años de edad. Se va de
mojada (indocumentada) para los EEUU dejando a su esposo y su carrera
universitaria a medias, porque le aprietan las deudas y el sueño de contar con
casa propia.
Así huyen diariamente por
tierra cientos de jóvenes y adultos/as hondureños desilusionados. Se van sin
pasaportes, ni visa. Sólo llevan consigo una pequeña mochila con una mudada de
ropa, y buen par de tenis para cruzar toda Guatemala y México. La gran mayoría
son jóvenes procedentes de diferentes departamentos del país.
¿Cómo y dónde actúan los
coyotes?
Viajé junto a varios de ellos, y en múltiples oportunidades, desde
Olancho, Tegucigalpa, San Pedro Sula, Copán, etc. para salir por la frontera de
Aguas Calientes (frontera Honduras-Guatemala). Quienes no tienen dinero para
pagar a los coyotes, hacen el intento por su cuenta. Pero, en los últimos
tiempos las redes de coyotes (guías ilegales que cobran para llevar
indocumentados a los EEUU) ha proliferado tanto en Honduras que prácticamente
todo el territorio nacional se encuentra repartido y distribuido bajo el
dominio de estos
“mercaderes”.
Los coyotes son públicamente conocidos. En las
ciudades intermedias o pueblos tienen a sus representantes (ayudantes).
Éstos hacen los contactos
y las negociaciones con los potenciales migrantes mojados. Una vez que consiguen
“motivar” a sus víctimas, el coyote principal se pone en contacto con el
familiar o amistad del potencial migrante en los EEUU (aunque no siempre el
dinero es enviado desde los EEUU).
Arregla el precio del traslado, y fijan
fecha para emprender el viaje. Otras veces, el acuerdo es directamente con el o
la viajera.
El coyote, para trasladar mojados de Honduras a los EEUU, cobra de
6 mil a 7.5 mil dólares por persona. Siempre llevan grupos de 6 a 12 personas
en cada viaje. Ese monto es único, y cubre todo el gasto de transporte y comida
desde el lugar de origen hasta la ciudad de destino en los EEUU. Por este
monto, el mojado tiene derecho a intentar el viaje por tres oportunidades. Si
en esos tres, no logra ingresar a los EEUU. entonces, pierde el dinero. Cada
viaje dura entre 5 a 12 días.
El pago al coyote tiene que ser depositado a su
cuenta bancaria en Honduras o en los EEUU. El 50% del monto total antes de la
salida, y el otro 50% cuando se entregue el producto (al mojado) al familiar o
amistad en los EEUU.
Los representantes
del coyote actúan sólo a nivel local, y despachan en transporte terrestre
a los mojados hacia la ciudad de Tegucigalpa. De allí, el coyote los recoge y
los encamina hacia la frontera de Aguas Calientes (Ocotepeque), siempre en bus.
Casi
siempre, los mojados logran conocer personalmente al coyote en esta
frontera.
Luego, prosiguen siempre por tierra. Cruzan todo el territorio
guatemalteco, de sur a norte. Ingresan y cruzan México, guiados y por rutas
conocidos por el coyote. Se hospedan y comen en hospedajes, casas o ranchos
conocidos por el coyote.
En el lado norteamericano los espera otro coyote, por
lo general familiar del coyote del lado hondureño, quien entrega personalmente
a las y los mojados a sus parientes o amistades que los esperan y financiaron
el viaje. Si no logran pasar la frontera, el mojado vuelve por su cuenta y
riesgo para Honduras, para luego planificar el siguiente intento.
Las y los que
logran ingresar a los EEUU se ubican en nichos de trabajo sin ningún derecho
laboral, más que la voluntad del empleador. Cosechan en los campos, cuidan
ancianos, niños y mascotas, limpian viviendas y locales comerciales, ayudan en
la construcción de edificios, etc., casi siempre en condiciones de servidumbre.
Los primeros sueldos son para pagar la deuda del traslado. Luego, las remesas
fluyen para inyectar circulante fresco a la economía hondureña.
Los más de 1.2
millones de hondureños/as en los EEUU envían un promedio de 3 millones de
dólares anuales (registrados en el sistema bancario). Esto representa el 16%
del PIB hondureño.
¿Quiénes son los agentes
de esta industria sumergida?
Los agentes principales de este comercio de
cuerpos sin derecho son la red internacional de coyotes, la policía nacional
(sobre todo en Honduras y Guatemala), las delegaciones de migraciones en las
fronteras de Guatemala y Honduras. En varias oportunidades atestigüé
extorsiones monetarias públicas que sufren las y los mojados, tanto por
policías, como por oficiales de migración, en ambos lados. Los bancos, tanto en
Honduras como en los EEUU., son uno de los principales agentes y beneficiarios
de esta industria ilegal de la migración que mueve decenas de millones de
dólares. Pero, quienes más benefician, y por ello permiten este comercio
deshumanizante, son los Estados de Honduras y de los EEUU.
Las y los
trabajadores indocumentados subvencionan las obligaciones que el Estado
norteamericano tiene para con su población (como el cuidado con sus ancianos,
por ejemplo). Ni qué decir de la riqueza que generan trabajadores
indocumentados para la economía norteamericana.
El Estado hondureño sobrevive
gracias a las remesas, con olor a dolor y esclavitud, enviadas desde los EEUU.
Quizás en el caso hondureño, las remesas sólo sean superadas por el rubro del
narcotráfico como fuente de circulantes.
¿Qué pasa con los que
fracasan y son deportados?
Es común ver, en las ciudades y fronteras de
Guatemala, deambular hondureños/as por las calles mendigando apoyo para llegar
a Honduras. Ocurre porque en México los capturó la policía, o porque
sobrevivieron a algún asalto, por eso bajan de regreso. Pero, si caen en manos
de alguno de los cárteles de droga o de secuestros que controlan el territorio
mexicano, casi nadie vive para contarlo.
Cuando llegan a Honduras, sus compatriotas
los estigmatizan y los discriminan como fracasados, delincuentes, pandilleros.
Más de una vez escuché decir a un taxista en Tegucigalpa, cuando le pregunté
sobre cómo frenar la violencia en el país: “Deberían matar en la frontera a
todos los que viene expulsados de México o de los EEUU, ellos ya sólo vienen a
delinquir”.
Así de ingrato es este intento de país con sus héroes y heroínas
mojadas que lo intentan todo para enviarle remesas. No sabemos cuál será la
suerte de Sonia y la de su niña. Lo único cierto es que ella ya consiguió los
60 mil Lps. para entregar de anticipo al coyote que aún desconoce, y arregla
los documentos de propiedad de su único terreno para que el abogado entregue en
su representación al coyote, como parte del pago, una vez que Ella haya cruzado
la frontera de la muerte hacia los EEUU.
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