Sin duda, e independientemente de algunos formadores de opinión
política, Néstor Kirchner ha sido el presidente más democrático de los últimos
50 años. Esto lo demuestran los hechos y las acciones llevadas a cabo en sus 4
años de gestión.
Maximiliano Pedranzini* /
Especial para Con Nuestra América
Desde Misiones, Argentina
“Recuerdo aquél 25 de mayo de 2003 cuando nos dejaron la Argentina
prendida fuego y tuvimos que sacar el pecho para reconstruir la patria”. Néstor Kirchner
“Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos
fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los
colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de
fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no
alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede
mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”. Eduardo Galeano
Después de la crisis del 2001, la configuración social de la Argentina
se vio duramente fracturada por el neoliberalismo que se había consolidado a
partir de la dictadura militar de 1976 y el posterior arribo de la democracia
en 1983, hasta su consagración definitiva en la década de los ’90 con el
menemismo. El sueño fue cumplido por los adalides financieros de la democracia
de mercado: La desregulación económica del Estado y la privatización de las
principales empresas estratégicas fueron el objetivo fundamental del proyecto
neoliberal, que generaría una de las lesiones más profundas al Estado, la
economía interna con la destrucción del aparato productivo y principalmente el
debilitamiento del tejido social, efecto de la aplicación de estas políticas
que agudizaron la dimensión asimétrica de las relaciones sociales.
Bajo este escenario, el modelo del “Estado mínimo” y la economía de
libre mercado demostrarían sus fisuras y su imposibilidad de regularizar el
conflicto social, lo que desataría la hecatombe económica más importante de los
últimos 10 años. Tras la salida de Fernando De la Rúa en el año 2001: ¿cómo se
podría reestructurar nuevamente la Argentina? Tras el paso de varios
presidentes justicialistas por la Rosada durante esos años, la débil y
transitoria democracia resucitaba las esperanzas apolíticas del pueblo. La
paradoja fue que en las elecciones del 2003, uno de los dirigentes menos
conocidos en el arco del PJ disputaría el ballotage con el hacedor político que
nos llevó a una de las peores etapas de nuestro país después de la dictadura:
Carlos Menem. Kirchner con solo el 22% de los votos, gana las elecciones tras
la renuncia de Menem, lo que a priori significó un leve estímulo para recobrar
las esperanzas y la dignidad perdidas en los ´90.
El modelo económico llevado adelante en la etapa de transición por el
gobierno de Duhalde, fue profundizado por Kirchner y consolidado por CFK con la
reconstrucción de la industria, la recuperación del pleno empleo, la
reestatización de la principal empresa hidrocarburífera del país (YPF) y del
sistema de transporte ferroviario y la revalorización del mercado interno a
través de un esquema económico productivo. Fue importante para Néstor Kirchner
retomar las viejas banderas de lucha de los derechos humanos, lo que significó
no sólo la reivindicación legítima de la memoria, sino el juicio y castigo a
los culpables que llevaron a adelante el terrorismo de Estado en nuestro país.
El gobierno de Kirchner transformó la lucha de los derechos humanos en
voluntad política del Estado, es decir, colocar en perspectiva la conciencia
histórica y la memoria colectiva en el terreno de la opinión publica frente al
discurso hegemónico del Olvido instalado a partir del terrorismo de Estado y
legitimado bajo el paraguas de la democracia por la teoría de los dos demonios
planteada por Raúl Alfonsín y su consagración definitiva con la “primavera
menemista”.
La acción más notable y esclarecedora que dio inicio a la política de
derechos humanos ha sido aquel 24 de marzo de 2004, donde Néstor Kirchner como
Jefe y Comándate de las Fuerzas Armadas, dio la orden al jefe del Ejército, el
teniente general Roberto Bendini de descolgar los cuadros de los genocidas.
Esto indudablemente para cualquier ciudadano y militante que reivindica los
derechos humanos simboliza un quiebre trascendental en la vida pública de
aquellos que han intentado e intentan defender la frágil e inestable democracia
en nuestro país, viendo una luz de esperanza después de mucho tiempo de larga
lucha por la verdad y la justicia.
Sin duda, e independientemente de algunos formadores de opinión
política, Néstor Kirchner ha sido el presidente más democrático de los últimos
50 años. Esto lo demuestran los hechos y las acciones llevadas a cabo en sus 4
años de gestión. Ha sido el que inauguró un nuevo proceso histórico en la
Argentina después de la enunciada crisis neoliberal. Como paso con el Peronismo
después de la crisis del ´30, a los sectores más marginados y vulnerables de la
sociedad se les devolvió la ilusión, la esperanza, pero fundamentalmente la
dignidad extraviada en aquel laberinto del neoliberalismo.
Para algunos historiadores academicistas y periodistas
pseudointelectuales, el proceso llevado a cabo en esta última década por Néstor
Kirchner y Cristina Fernández, sería más bien una cuestión del orden
histórico-global producto de las circunstancias coyunturales que atravesarían a
nuestro país, y para otros, el trágico destino de la Argentina y el milagro de
su recuperación serían manifestaciones variables del azar y la casualidad, lo
que comúnmente algunos medios denominan “viento de cola”. ¿Dónde anclaría la
Argentina de Kirchner en el proceso latinoamericano? Es este sentido, debemos
ser conscientes que este proceso que atraviesa todo el continente no está
direccionado por la matriz neoliberal de los años ´90. América Latina ha
emprendido un nuevo rumbo y uno de los forjadores de este destino ha sido sin
ninguna duda Néstor Kirchner.
Por eso debemos destacar su brillante labor política y diplomática
como Secretario General de la UNASUR en el intento incansable por la
integración latinoamericana y la paz de la región. Es claro que la dirección
política tomada en el 2003 por Néstor Kirchner es continuada y profundizada de
manera superlativa por el gobierno de CFK. De alguna manera la tarea realizada
por Néstor Kirchner en sus 4 años como jefe de Estado y el resto como
secretario de la UNASUR y militante del Campo Nacional y Popular, seguramente
que para él parte de su misión ha sido realizada: La de reconstruir y sacar
adelante de la profunda crisis económica, política y social a nuestro país y
uno de los desafíos más importantes de este siglo XXI será consolidar la
integración latinoamericana que es uno de los legados más significativos que
nos ha dejado en estos últimos años, parafraseando al general Juan Domingo
Perón: “El siglo XXI nos encontrará unidos o dominados”.
Kirchner muere en el año del Bicentenario, un 27 de octubre de 2010,
cuando emergía del corazón de la patria una nueva generación que él mismo había
alentado para ser los constructores de una nueva Argentina que estaba empezando
a resurgir de las cenizas y que los sitúa como protagonistas indubitables en
este cambio de época. Ergo, todo cambio de época requiere necesariamente un
cambio de generación, y esto Kirchner lo tenía bien en claro: “A los jóvenes les digo sean transgresores,
opinen, la juventud tiene que ser un punto de inflexión del nuevo tiempo”.
Asimismo, esto se alcanza con la militancia, la única expresión colectiva que
cristaliza la transformación en realidad.
Una realidad que tuvo como corolario esta “década ganada” iniciada por
él un 25 de mayo de 2003 y que se convierte en este nuevo tiempo en un
imperativo categórico fundamental, tanto para este proyecto político como para
el pueblo Tres años sin Néstor Kirchner son tres años sin el precursor de este
proceso extraordinario que nos hizo volver a creer que los cambios son
posibles. De un sueño que -como decía él- nos propuso a todos los argentinos el
día de su asunción en 2003 y que el pueblo hizo suyo para luego convertirse en
una realidad latente en cada rincón del país.
Como aquel 17 de octubre de 1945 en la histórica Plaza de Mayo, una
vez más se forja al calor del fragor popular, la forma más genuina de
manifestación social en la construcción de un modelo nacional, popular y
latinoamericano que brame en cada rincón de nuestro país y el continente.
El dolor por la pérdida del Compañero Néstor Kirchner se ha
transformado en esperanza y compromiso para cada uno de nosotros. Es nuestro
deber como ciudadanos, como militantes, como patriotas argentinos y
latinoamericanos defender cada una de las conquistas que se han producido desde
la asunción de Néstor Kirchner en 2003 hasta nuestros días; de poner el pecho,
la fuerza y la voluntad popular como lo hizo él hasta el último momento de su
vida. Es nuestro corazón como militantes el que pondremos días a día, sol a sol
ante cualquier intento golpista y destituyente de desestabilizar la democracia
en nuestro país y en cualquier otro país hermano de Nuestra América y de
orientar todo nuestro esfuerzo en la profundización del Proyecto Nacional y
Popular.
Los militantes del campo popular de todo el país, nos comprometemos de
cara al conjunto de nuestro pueblo a seguir llevando adelante este proceso y el
mandato popular y democrático que le da sentido, significado y legitimidad
histórica. Desde nuestro lugar intentaremos aportar a la construcción y
consolidación del Proyecto Nacional y Popular, desde donde debemos llevar a la
práctica el planteo univoco e inapelable de profundización del proceso actual,
que tiene como máxima autoridad a la Presidenta de la Nación Cristina Fernández
de Kirchner.
Nosotros, como expresión popular e intelectual organizada en
diferentes ámbitos bajo una misma estructura política, nos disponemos en forma
conjunta a construir colectivamente un espacio que logre sintetizar el
pensamiento y la acción política, con la capacidad de construir la fuerza
necesaria para generar unidad popular y seguir avanzando en el camino hacia la
Liberación Nacional, afianzando día a día los lazos con otros sectores sociales
que ostentan el mismo objetivo común: La profundización de este proyecto y la
consolidación de nuestra democracia que cumple 30 años de vida, dando inicio a
otra “década ganada”, para así lograr una Argentina definitivamente libre,
justa y soberana.
* Ensayista. Integrante del Centro de Estudios Históricos, Políticos y
Sociales Felipe Varela.
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