Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
"Jubilados", ilustración de Harol Bustos (elciudadano.cl) |
Una de las características relevantes de
la sociedad contemporánea es la posibilidad que las personas puedan vivir
muchos años. En parte, el bienestar se mide por la posibilidad de que cada vez
más se acceda a una vida longeva y de calidad. Sakiko Fukuda-Parr, en su
trabajo Desarrollo humano con visión
estratégica, considera que uno de los tres grandes vectores que
caracterizan a una visión sostenible del desarrollo es, precisamente, llevar
una vida larga, saludable y creativa.
En un mundo tan desigual como en el que
vivimos, esta desiderata constituye una aspiración prácticamente inalcanzable
para buena parte de la población mundial. Mientras los habitantes de Somalia
pueden aspirar a vivir 55 años, los suecos viven en promedio 81.
En América Latina, Cuba, Uruguay,
Argentina y Costa Rica poseen las más altas tasas de expectativa de vida. Son
sociedades en donde, desde hace muchos años, se ha invertido en salud,
educación y sistemas de pensiones, que ponen las bases para que suceda eso que
la Dra. Fukuda-Parr llama una vida larga, saludable y creativa.
Para el Fondo Monetario Internacional,
sin embargo, el envejecimiento de la población se ha transformado en un
verdadero riesgo financiero, según lo certifica el Informe sobre la estabilidad
financiera mundial que acaba de publicar.
La prolongación de la esperanza de vida,
dice, "acarrea costos financieros, para los gobiernos a través de los
planes de jubilación del personal y los sistemas de seguridad social, para las
empresas con planes de prestaciones jubilatorias definidas, para las compañías
de seguros que venden rentas vitalicias y para los particulares que carecen de
prestaciones jubilatorias garantizadas". Retrasar la edad de jubilación
prolonga el período de acumulación de recursos jubilatorios y acorta el período
de uso de los mismos, insiste. Son, por tanto, las pensiones las que centran
las miradas de la institución: "Si no es posible incrementar las
contribuciones o subir la edad de jubilación, posiblemente haya que recortar
las prestaciones", advierte el informe. El FMI avisa de que si el promedio
de vida para 2050 aumentara tres años más de lo que se espera actualmente,
"los costes del envejecimiento, que ya son enormes, podrían aumentar
50%". Por tanto, para el FMI una longevidad inesperada más allá de lo que
recogen las previsiones constituye "un riesgo financiero" para los
gobiernos y las entidades que ofrecen prestaciones definidas.
Como se sabe, en países europeos en
donde el Estado de bienestar ha venido siendo desmantelado sistemáticamente,
como son los casos de Grecia, Italia y España, los jubilados se han
transformado en una verdadera red de seguridad que apaña la caída libre de los
jóvenes, que sufren el desempleo y la precariedad laboral. Esto se traduce no
solo en que los estos se ven imposibilitados de iniciar su propio proyecto de
vida independiente, sino que muchas que ya lo habían hecho deben volver a la
casa de los padres con sus propios hijos.
Las jubilaciones, sin embargo, están
bajo la mira. En España se aprobó recientemente una modalidad de ajuste
automático de las pensiones que lo que hace, en la práctica, es disminuirlas.
En América Latina, el vestidito de dominguear del neoliberalismo que es Chile,
se ha visto sacudido por las denuncias y protestas de los jubilados, que han
unido su voz en repetidas oportunidades a la de los estudiantes, una vez que se
han dado cuenta que la privatización de los sistemas jubilatorios es una de las
estafas más grandes de las que han sido objeto los chilenos.
Una vez que los seres humanos dejan de
ser útiles como productores de valor de cambio, el capitalismo salvaje que
prevalece en nuestros días arroja a los seres humanos a la basura, y los suma a
los que, descartados antes que ellos, han pasado su vida hurgando en la basura
y sobreviven en las grandes barriadas en donde no cuentan con lo más mínimos
servicios para vivir dignamente.
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