Hay que formar parte activa de la política, no se
trata de limitar la participación a las elecciones, sino ver la cuestión en un
rango más amplio y participar activamente creando espacios democráticos en la
realización de los derechos económicos, sociales y culturales (DESC).
Abdiel Rodríguez Reyes / Especial para Con
Nuestra América
Desde
Ciudad Panamá
La ciudadanía, en su conjunto, debe ser un actor
real -activo- de los procesos que reivindiquen los derechos económicos,
sociales y culturales (DESC). Estos como una aproximación a una vida digna.
Cuestión irrenunciable. Una lógica contraria a esta posición representaría un
retroceso continuo sin remedio que solo terminará en el atolladero de la
historia, si no hay cambios representativos en una nueva visión de la
participación ciudadana en los procesos de transformación en curso de la
sociedad.
Crear alternativas en las que impere la exigencia de
los DESC debe formar parte de la global urgencia impostergable de tener
presente que el desarrollo ciudadano
solo es posible con la apropiación de la misma esencia del concepto:
ciudadanía. Es decir, la que forma parte integral de la gestión política que
garantice los DESC. Esto en desarrollo no es más que la misma ciudadanía en
construcción de su propio futuro. Como señala el artículo 1 del Pacto
Internacional de los DESC: “Todos los pueblos pueden disponer libremente de
sus riquezas”. Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por
la Asamblea General en su resolución 2200 A (XXI), de 16 de diciembre de 1966.
Entrada en vigor: 3 de enero de 1976, de conformidad con el artículo 27. Esto
solo es posible con mayor participación de la ciudadanía en la toma de
decisiones políticas.
Sobre el concepto ciudadanía, según la definición en
el Diccionario de Filosofía de Nicola Abbagnano, “la ciudadanía es la
pertenencia a una comunidad política, y se constituye en diversos términos en
las diferentes sociedades” -lo contrario sería la negación de su propia
esencia. En el mismo texto se hace referencia a la cuestión histórica: “En la
antigüedad la idea de ciudadanía se relacionaba esencialmente con los deberes,
y en la edad moderna, con la
de los derechos”. Teniendo en cuenta las tres cuestiones mencionadas:
pertenencia a una comunidad política, los deberes y los derechos, estos prestan
el escenario perfecto, para que a partir de ellos, en una dinámica progresiva,
rescatar la idea de un mundo más equitativo. Como diría Pierre Rosanvallon, un
mundo de iguales.
Contrario a esto, lo que se busca es el desgaste de
la sociedad donde no existan ciudadanos que repiensen un mundo mejor de
iguales. Este desgaste se manifiesta con la nula participación de la ciudadanía
en su conjunto en los procesos de transformación en curso, que se deben
comenzar desde ahora en la medida en que se deben pensar a larga duración.
Este proceso está
estancado por lo menos por dos razones, por un lado la lumpenización de los
pobres y por el otro la alienación de la clase media. Cuestión que a
mediano-corto plazo resulta conflictiva, teniendo en cuenta que lo que se busca
es adormecer el talante reivindicador de la ciudadanía en defensa de sus DESC,
que por naturaleza deben ser progresivos e idealmente irrenunciables.
La cuestión que se debe resaltar en particular es
que hay que formar parte activa de la política, no se trata de limitar la
participación a las elecciones, sino ver la cuestión en un rango más amplio y
participar activamente creando espacios democráticos en la realización de los
DESC. Y, en general, los procesos en marcha y los hechos históricos lo han
probado, urgen cambios en el modo de hacer política, por lo que hay que
repensarla. Donde sea posible realmente mayor participación de toda la
ciudadanía en los procesos de transformación en marcha.
Una visión simplista que no tenga esto claro
evidencia la incapacidad de la política actual de ajustarse a los cambios
necesarios de principios de siglo y, por otro lado obliga la búsqueda de
alternativas a corto plazo mirando al futuro. Donde es trascendental la
participación ciudadana en la creación de espacios políticos más democráticos.
Cuando un país alcance su madurez política, la
ciudadanía en su conjunto deberá comprender que asumirá compromisos políticos
que aporten a la transformación de la sociedad. Es decir, el desarrollo
ciudadano en su conjunto es el sujeto que debe asumir la carga histórica de
transformar la sociedad para garantizar sus DESC y un mundo más justo.
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