Estamos frente a una reorganización de posiciones políticas conservadoras
que visualizan una coyuntura propicia para salir del
aislamiento y pasar a la ofensiva estableciendo un marco de articulación
regional que retome la convergencia hemisférica inviabilizada en la “fatídica”
cumbre de Mar del Plata.
Luis
Fernando Ayerbe* / Especial para Con Nuestra América
Desde Sao Paulo, Brasil
Introducción
En la
entrega de la semana pasada de nuestro site Sem Diplomacia
repercutimos posiciones de políticos y analistas conservadores
latino-americanos expresando cierto optimismo con lo que consideran un fin de
ciclo para la hegemonía de los gobiernos populares en la región.
El
Nuevo Herald de Miami reprodujo parte de la intervención del ex-presidente de
México, Vicente Fox, durante el III World Business Forum Latinoamérica, en el
centro que lleva su nombre. Recordando a Hugo Chávez, Fox le atribuye papel
central en lo que considera la destrucción del sueño de la unidad continental,
que corporifica en la propuesta del ALCA lanzada por Estados Unidos en 1994,
con el consenso de todos los países presentes en la Cumbre de Miami, y
enterrada en la Cumbre de Mar del Plata de 2005, justamente gracias al decisivo
activismo de los presidentes Néstor Kirchner, Lula da Silva y Chávez (http://unesp.br/semdiplomacia/artigos/2013/184).
Como respuesta, defiende la necesidad de un "Nafta plus", siguiendo
el modelo europeo.
En
su columna en El Nuevo Herald, Andrés Oppenheimer comenta el hecho de que Obama
no haya mencionado a América Latina en su reciente discurso en la ONU, que
asocia a la previsible continuidad del desinterés demostrado desde que asumió
la presidencia.
No obstante, considera que el país no debe darle las espaldas a la región, especialmente en un momento en que el predominio de lo que etiqueta como "populismo autoritario" estaría decayendo. Justamente es cuando Obama debía prestar más atención, en primer lugar, a los países que están colocando en pie la Alianza del Pacífico (AP), Perú, Colombia, Chile y México. (http://www.elnuevoherald.com/2013/09/28/1578051/oppenheimer-la-fatiga-latinoamericana.html?story_link=email_msg).
La
necesidad y posibilidad de un fin de ciclo en la región viene siendo apuntado
por importantes think tanks
estadounidenses, que dan la bienvenida a la AP como mecanismo de integración
adepto al libre mercado y sin restricciones apriorísticas a la participación
norteamericana, apareciendo como un eje diferenciado a la Alianza Bolivariana
para las Américas (ALBA), la Unión de las Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Dadas las limitaciones de espacio, nos detendremos en tres think tanks que dan mayor atención al
tema objeto del artículo: 1) American Enterprise Institute, que cuenta entre sus
cuadros con Roger Noriega, Subsecretario para el Hemisferio Occidental de
George W. Bush; 2) Center for Strategic and Internacional Studies (CSIS),
cuenta entre sus consejeros a Zbigniew Brzezinski, Asesor de Seguridad Nacional
de Jimmy Carter y tuvo como miembro a Otto Reich, Subsecretario para el
Hemisferio Occidental de George W. Bush; 3) Heritage Foundation (HF), cuyo analista
de política externa, Ray Walser, ejerció la copresidencia de la campaña del
candidato Republicano Mitt Romney para las cuestiones relativas a América
Latina.
Los Think Tanks y el regionalismo latinoamericano
Tanto el AEI como la HF focalizan su atención en el activismo del
ALBA. Durante el proceso electoral de 2008, Roger Noriega colocaba entre los
desafíos destacados para el próximo presidente el “Imperialismo Bolivariano" sostenido financieramente
por el aumento de los precios del petróleo, presentado como factor de fortaleza
coyuntural, aunque de limitado alcance estructural, previendo un inevitable
fracaso cuando el mercado se estabilice. (http://www.aei.org/outlook/27051)
Diferentemente de Hugo Chávez y el ALBA, Noriega ve positivamente la
actuación del presidente peruano Ollanta Humala, que dando continuidad a su
antecesor Alan García en la promoción de la AP, “probó ser más pragmático de que ideológico, y
parece cada vez más confortable con las soluciones de libre mercado en
detrimento de la agenda estatista”. (http://www.aei.org/article/foreign-and-defense-policy/regional/latin-america/peru-heads-in-right-direction-under-president-humala/)
La “paranoia” con el eje bolivariano se torna crecientemente alarmante
en los análisis de la HF. De acuerdo con Suarez-Murias, el ALBA sería una
puerta de entrada de Irán a la región: “Cuando EE.UU. llevaran a Occidente a
establecer sanciones paralizantes contra Irán, los Estados del ALBA continuaron
negociando con Irán. Venezuela y Ecuador... permiten a Irán usar estructuras
bancarias internas para mover su dinero en el mercado internacional. Además de
eso, las operaciones con Cuba y Venezuela... vienen teniendo suceso en
falsificar documentos de identidad para que ciudadanos iraníes emigren con más
libertad para América del Norte” (http://blog.heritage.org/2013/07/18/the-growing-presence-of-iran-in-latin-america/)
En ese clima de “amenaza bolivariana inminente”, la reunión realizada
en Cali en mayo de 2013 entre los
presidentes de la AP es percibida como factor positivo que deberá exigir mayor
atención del gobierno Obama. Para Sergio Daga, de la HF, se trata de un “bloque comercial,
considerablemente más pragmático y menos ideológico que otros de la región (por
ejemplo, el ALBA, CELAC y UNASUR, todos ellos chavistas)”. (http://blog.heritage.org/2013/05/28/pacific-alliance-decreasing-trade-barriers-and-increasing-economic-growth/)
Analizando el caso Snowden y la emergencia de la AP, que considera dos
marcos de las relaciones hemisféricas de 2013, Carl Meacham, del CSIS, se
cuestiona sobre porque la oferta de ayuda al espía asilado provisoriamente en
Rusia se concentra en el Hemisferio Occidental, particularmente en aquellos
países asociados al ALBA, lo que ve como indicador de la tendencia al deterioro
de la posición de EE.UU.: “una
serie de líderes de la región, particularmente Maduro, procuran seguir el
ejemplo de Chávez y Fidel Castro. Su liderazgo dependió principalmente en ganar
relevancia e influencia adoptando posiciones contrarias a Estados Unidos y al
interés nacional de EE.UU. Dándole una mano a Snowden... esos líderes
latinoamericanos continúan esa larga (y en gran medida cansadora) tendencia”. (http://csis.org/publication/snowden-latin-america-and-russia)
Como compensación, Mecham apunta las razones
por las cuales EE.UU. deberían integrar la AP: “la Alianza del Pacífico incorpora un conjunto de
valores que los Estados Unidos han defendido, tanto en la región como alrededor
del mundo... Aceptar una invitación para ser miembro pleno sería, en suma, el
mensaje de que Estados Unidos está del lado de sus vecinos de América Latina
que trabajan por una mayor liberalización económica. (http://csis.org/publication/why-should-united-states-join-pacific-alliance)
Consideraciones
finales
Diferentemente de la manifestación del presidente colombiano Juan
Manuel Santos en ocasión de la reunión en Cali de que la AP no pretendía ser un
contrapunto a otros mecanismos regionales de integración (http://agenciabrasil.ebc.com.br/noticia/2013-05-23/alianca-do-pacifico-nao-representa-contraponto-ao-mercosul-diz-presidente-da-colombia),
los análisis que presentamos muestran que sectores representativos del establishment de la política exterior
estadounidense exaltan esa iniciativa como base de un nuevo eje pro-mercado capaz
de revitalizar la agenda de liberalización de alcance hemisférico delineada en
el ALCA. De esa forma, consideran posible pensar en la reversión de un
escenario regional que desde la presidencia de George W. Bush preocupa a esos
sectores, que visualizan el predominio de un eje antiamericano patrocinado por
gobiernos de izquierda, especialmente los sudamericanos encabezados por Hugo
Chávez y Nicolás Maduro, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff, Néstor y
Cristina Kirchner, Evo Morales y Rafael Correa, que se materializaría de forma
más explícita en el ALBA, la UNASUR y CELAC.
Para favorecer la perspectiva promisora para los intereses
estadounidenses que conservadores latinoamericanos y estadounidenses asocian a
la AP, recomiendan que el gobierno de EE.UU abandone el déficit de atención que
viene caracterizando la política hemisférica.
De hecho, estamos frente a una reorganización de posiciones políticas
que visualizan una coyuntura propicia para salir del aislamiento y pasar a la
ofensiva estableciendo un marco de articulación regional que retome la
convergencia hemisférica inviabilizada en la “fatídica” cumbre de Mar del
Plata. Un desafío conservador que requiere reflexión y respuesta del campo
progresista latinoamericano.
*El
autor es historiador argentino, con más de 30 años de residir en Brasil.
Profesor e investigador del Instituto de Estudos Econômicos e Internacionais
(IEEI-UNESP), de la Universidad Estatal Paulista de Brasil. En el año 2001,
recibió el Premio Casa de las Américas, en la categoría de ensayo, por su obra:
Los Estados Unidos y América Latina: la
construcción de la hegemonía.
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