La justicia
ha alcanzado después de 29 años a dos de los tantos matarifes de la dictadura
militar guatemalteca: Héctor Bol de la Cruz y Jorge Alberto Gómez. Enhorabuena que esto haya sido así.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde
Puebla, México
Una vez más
el Tribunal Primero A de Mayor Riesgo presidido por la jueza Yassmin Barrios ha
sido noticia en Guatemala y en el exterior. El viernes 20 de septiembre
de 2013, el referido tribunal condenó a
40 años de prisión al ex Director de la Policía Nacional, coronel Héctor Bol de
la Cruz y al comandante del Cuarto
Cuerpo de dicha policía, Jorge Alberto
Gómez, por la desaparición forzada el 18 de febrero de 1984
del estudiante y sindicalista Fernando García. Debido a la relación conyugal
que Fernando tuvo con Nineth Montenegro, su caso ha sido de gran impacto. Nineth Montenegro
jugó un papel histórico al
encabezar el Grupo de Apoyo Mutuo
(GAM) y resistir las presiones y extremos peligros a los que se vieron
sometidos ella y sus compañeros en los primeros años de funcionamiento de dicha
organización. ¿Quién no recuerda a
Nineth y a las mujeres y hombres que
valientemente la acompañaron al
enfrentarse a la dictadura encabezada por el general Humberto Mejía
Víctores?
No podremos
olvidar el secuestro y asesinato del vocero del GAM, Héctor Gómez Calito, el 30 de marzo de 1985.
No es posible tampoco dejar de recordar que el 4 de abril de ese mismo año,
otra de las figuras emblemáticas del GAM, Rosario Godoy fue secuestrada cuando iba en su automóvil buscando una medicina
para su pequeño hijo Augusto Rafael, quien estaba enfermo. Rosario Godoy era la
esposa de Carlos Cuevas, dirigente estudiantil universitario e hijo del ex
Rector de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Dr. Rafael Cuevas del Cid.
Carlos había sido desaparecido de manera forzosa el 15 de mayo de 1984. Iba Rosario acompañada de su hermano, acaso
preocupado por la seguridad de ella y también la acompañaba su pequeño hijo de
dos años. La misma noche de su detención, Rosario, su hermano y su pequeño hijo
aparecieron muertos en su automóvil embarrancado en la carretera a San Miguel
Petapa. El examen de los cuerpos reveló que los tres, incluso el pequeño,
habían sido torturados salvajemente
antes de ser asesinados.
Héctor Bol
de la Cruz y Jorge Alberto Gómez han
sido condenados por la desaparición
forzada de Fernando García. Pero hay que
recordar que Bol de la Cruz dirigió la
Policía Nacional entre el 16 de marzo de 1983 y el 3 de junio de 1985. El GAM ha aseverado que durante ese tiempo un
promedio de tres personas eran capturadas y desaparecidas diariamente. La
condena a Bol de la Cruz y Gómez se resume en términos de la verdad jurídica a
la desaparición de una persona. En términos de verdad histórica es muy probable que ambos esbirros tengan responsabilidad
en muchos otros crímenes más.
Resulta
también verdaderamente
significativo que durante el juicio que
duró 27 meses, el ex jefe del Cuarto Cuerpo haya reconocido que la víctima había sido detenida por la Policía Nacional,
que estuvo en las instalaciones del referido Cuarto Cuerpo, pero que había sido
finalmente entregado a la sección de inteligencia militar. La confesión de
Gómez revela lo que es ampliamente sabido
por todos los que estudian con algún detenimiento las acciones represivas del Estado
guatemalteco durante finales de los años setenta y los de la década del ochenta
del siglo XX: las policías actuaron bajo las órdenes del alto mando militar. La
captura y desaparición de Fernando García fue realizada en el marco de un
operativo denominado “Limpieza y
Patrullaje” el cual fue realizado por la
Policía Nacional pero había sido ordenado por el Ejército de Guatemala.
La justicia
ha alcanzado después de 29 años a dos de los tantos matarifes de la dictadura
militar guatemalteca. Enhorabuena que esto haya sido así.
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