Para Marcelo García el periodismo y la comunicación constituyen
terrenos de batalla claves para la disputa geopolítica y ninguno de los
jugadores quiere quedarse rezagado, pero la actualidad muestra que el dominio
de las cadenas de Estados Unidos y Europa está cuestionado.
Marcelo J. García * / Página12
Telesur es uno de los actores del nuevo mapa global de la comunicación. |
Hace veinte años el mundo era uno solo. La Historia había terminado
gracias a la fisión nuclear Fukuyama. La televisión global única bombardeaba guerras
sin sangre que para muchos no habían tenido lugar. CNN era el espejismo de los
hechos –con hache de Hollywoood–. Lo que decía mostrando era verdad –con ve de
victoria–. Las academias estudiaban el “efecto CNN” sobre las relaciones
exteriores del hegemón global y sobre las opiniones del votante estadounidense
acerca de un mundo lejano que creía (y quería) dominar. Pero la Historia
siempre vuelve. Y hoy entramos en una nueva Westfalia que tiene su propia
dimensión mediática, esta vez global, cada vez con más actores.
Existe a nivel planetario una lucha soberano-mediática: hay
organizaciones periodísticas nuevas que “militan” por causas geopolíticas
nacionales. No está claro si existe algún “independiente”.
Primero fue el mundo árabe. El atentado del 11 de septiembre abrió el
siglo XXI con una imagen total y transparente que al mismo tiempo obturaba la
razón por emoción visual violenta. Al Jazeera, menos con su creación en 1996
que con su surgimiento como actor global durante las guerras post 11-S, es en
parte resultado comunicacional de la trinchera mediática planetaria hacia la
que Occidente empujó al mundo árabe. Una vez fuera del no man’s land, Al
Jazeera lanzó su canal angloparlante y se posicionó como un actor de estatura
mundial en el campo del periodismo audiovisual: 65 equipos periodísticos en
todo el mundo alrededor del globo y alcance a más de 100 países.
La academia occidental, entonces, comenzó a hablar de “el efecto Al
Jazeera”. De repente la aldea global se había convertido en una guerra de
aldeas.
Esa guerra se ha intensificado e incorporado a nuevos actores del
concierto de naciones que componen la nueva Westfalia del siglo XXI. El
periodismo y la comunicación constituyen terrenos de batalla claves para la
disputa geopolítica y ninguno de los jugadores quiere quedarse rezagado. La
puesta en cuestión del dominio establecido por las cadenas de Estados Unidos y
Europa implica también una revisión de la noción de periodismo tal como lo
conocemos en la modernidad occidental. Liu Ge, la editora jefe de China Central
Television, CCTV, dijo hace poco en una entrevista con el Columbia Journalism
Review (http://www.cjr.org/feature/ sino_the_times.php?page=all ): “Occidente
cree que las malas noticias son siempre buenas noticias. En China creemos que
hay que equilibrar las noticias con la responsabilidad social con el objetivo
de no provocar tensiones en nuestras sociedades”.
CCTV es una empresa del Estado capital-comunista chino y Liu es
miembro del PCCh. Hace dos años, el gobierno chino invirtió 8,7 mil millones de
dólares para “trabajo de publicidad exterior”. Con parte de ese efectivo, CCTV
lanzó un canal global en inglés y la agencia de noticias china Xinhua se
expandió rápidamente a 107 países, con más de 10.000 empleados en todo el
mundo.
“Ninguna organización mediática carece de agenda”, sigue Liu. “Ni la
BBC ni CNN afectarían los intereses nacionales. No esperen que CCTV vaya en
contra de los intereses chinos.”
Un cuarto actor global proveniente de Rusia completa la Westfalia
periodística planetaria. Russia Today o RT, según su branding, tiene como
misión “mostrar una perspectiva del mundo desde Rusia”. Financiada por el
Kremlin, RT llega a 200 millones de personas en los cinco continentes. Los
críticos dicen que su militancia es lindera con la propaganda: militante total.
RT se fundó en 2005, el mismo año en el que nació la pan-latinoamericana
Telesur, impulsada por Caracas y con apoyo de otros países de la región, entre
ellos Argentina. Este año, RT puso al aire una serie de entrevistas conducidas
por el enfant terrible del establishment occidental: Julian Assange.
Hace unos meses, Hillary Clinton le dijo a una comisión del Senado
estadounidense que el mundo estaba inmerso en una “guerra informativa”. Y
Estados Unidos, agregó, la está perdiendo. Hillary mencionó a Al Jazeera, CCTV
y RT como los ganadores del momento. Si la superestructura comunicacional fuese
reflejo de la estructura de poder del mundo, Occidente estaría en rápida
declinación. ¿Lo está? Los nuevos actores periodísticos globales, en
definitiva, se esfuerzan por hablarle al mundo en inglés, al menos por ahora.
Todavía está por verse si en la nueva Westfalia global, el periodismo liberal
de Occidente, los “independientes”, sobrevivirá al avance de los bárbaros
“militantes”, esos que creen que el Estado no es el principio de todos los
males del mundo.
* Marcelo J. García (@mjotagarcia) es coordinador
del Departamento de Comunicación de la Sociedad Internacional para el
Desarrollo, Capítulo Buenos Aires (www.sidbaires.org.ar
)
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