En Venezuela el carácter “popular” del proceso ha provocado que los
estratos populares se involucren directamente en la acción política, estén
organizados y movilizados con auténtico fervor. En Ecuador, el carácter
“ciudadano” no ha implicado la gran movilización ni la organización masiva de
los sectores populares, pero sí un respaldo amplio y fuerte, “pluriclasista” al
proceso que vive el país.
Juan J. Paz y Miño Cepeda
/ El Telégrafo (Ecuador)
En Caracas acaba de realizarse el II Encuentro de Historiadores de los
países de la ALBA. Uno de los actos que coincidieron con este evento de los
historiadores latinoamericanos fue la presentación de la imagen de Simón
Bolívar, conseguida a partir de técnicas de antropología forense y la
investigación realizada por un grupo de especialistas en la vida del
Libertador.
Además, lo interesante del encuentro ha sido la participación de gente
común. La historia convoca y a los venezolanos les gusta intervenir opinando
sobre las exposiciones. Como toda visita, también es una oportunidad para
conversar con diversas personas, observar directamente lo que ocurre y
verificar los alcances y los límites de la Revolución Bolivariana.
Ante todo llama la atención el fervor que tienen los sectores populares
cuando se refieren al presidente Hugo Chávez y a los logros y beneficios de los
que ahora gozan, nunca antes alcanzados. Los sectores populares se identifican
con el proceso bolivariano y lo defienden con pasión. Las “Misiones” les han
sido inmensamente favorables y así lo reconocen. El pueblo está organizado y
movilizado.
Sobre la base de esta experiencia, bien podría intentarse una
aproximación teórica sobre los procesos que se viven, tanto en Venezuela como
en Ecuador. Es posible afirmar que en Venezuela la revolución bolivariana tiene
un carácter firmemente “popular”. En cambio, en Ecuador, la revolución
ciudadana es, precisamente, mucho más “ciudadana”.
La propuesta es, por el momento, meramente conceptual. En Venezuela el
carácter “popular” del proceso ha provocado que los estratos populares se
involucren directamente en la acción política, estén organizados y movilizados
con auténtico fervor. En Ecuador, el carácter “ciudadano” no ha implicado la
gran movilización ni la organización masiva de los sectores populares, pero sí
un respaldo amplio y fuerte, “pluriclasista” al proceso que vive el país.
Una revolución más “popular” tiene mejores garantías de supervivencia en
el tiempo. Una revolución más “ciudadana” quizás no garantice el proceso con
igual intensidad, aunque, obviamente, las condiciones son distintas en ambos
países.
Pero esa distinción también permite observar que en Ecuador falta un
trabajo político más extenso para consolidar la organización y la movilización
de los sectores populares. Esta no es una tarea del Gobierno, pero sí la de
Alianza PAIS, estructura política que ha descuidado ese papel.
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