“Es evidente que hay un crecimiento espectacular de la economía y de
la desigualdad”, afirma el intelectual panameño Nils Castro, analizando la
situación del país. Pero “es un crecimiento malvado, muy concentrado en una
élite muy estrecha”.
Gilberto Lopes / Semanario
Universidad
En Panamá
Nils Castro, intelectual panameño. |
Fue asesor del canciller Samuel Lewis Navarro y del presidente
Martín Torrijos (2004-2009). Autor de Las
izquierdas latinoamericanas en tiempo de crear, está terminando América Latina y el Caribe: integración
emancipadora o neocolonial.
Faltan pocos días para las elecciones y Nils Castro es un hombre del
Partido Revolucionario Democrático (PRD). Recibe a “Universidad” en las
oficinas que Torrijos mantiene en un edificio del centro financiero de Panamá.
“La característica peculiar de esta elección es que no se dirimen
posiciones político-ideológicas. Todos los candidatos principales son de
centro-derecha, con muy buenas relaciones con Washington”, afirma. Se refiere a
los tres candidatos con opción al triunfo en las elecciones del próximo
domingo: el oficialista José Domingo Arias (Mimito), de “Cambio Democrático”; y
los opositores Juan Carlos Navarro, del Partido Revolucionario Democrático
(PRD) y el “panameñista” Juan Carlos Varela, de la alianza “El Pueblo Primero”.
Habla de los cambios económicos y nos cuenta el secreto de las altas
tasas de crecimiento de la economía panameña en la última década.
Crecimiento malvado
“Es evidente que hay un crecimiento espectacular de la economía y de
la desigualdad”, afirma Castro, analizando la situación del país. Pero “es un
crecimiento malvado, muy concentrado en una élite muy estrecha”.
“Ha habido una transformación enorme de la economía de la nación por
efecto de los tratados del Canal. Los panameños veían pasar los barcos, pero el
canal aportaba relativamente poco a la economía nacional; no teníamos
participación en la economía del canal”.
Los tratados Torrijos-Carter cambiaron esa situación. No solo el canal
pasó a ser panameño, sino que desapareció la Zona del Canal y las bases
militares norteamericanas, dice Castro.
“Habían creado un mito de que si las bases cerraban se iba a perder
empleo. Pero las bases eran improductivas, estériles y peligrosas, y
ocupaban la riberas del canal. Su desaparición permitió la aparición de varios
puertos modernos, que son panameños. Es cierto que están concesionados, pero
las compañías que operan a ambas orillas no solo ofrecen muchos empleos bien
pagados, sino que pagan impuestos cuantiosos. Y Panamá, que antes solo lo veía
pasar los navíos, ahora tiene buena participación en el negocio marítimo
global. Los ingresos de la nación, por efectos de los tratados del canal, se
han multiplicado en muchas veces”.
Para Castro, el crecimiento de la economía panameña tiene su origen
reciente en ese cambio y si bien estuvo “bastante mal administrada en la época
de la presidente Mireya Moscoso (1999-2004), a partir de la racionalización del
manejo, en el gobierno de Martín Torrijos, empezó a crecer al 7, 8 y 9% anual.
El 2006 los ingresos nacionales ya eran enormes y siguieron creciendo. El
actual gobierno heredó una máquina que producía riqueza, se montó en un tren
que ya venía en marcha”.
Oligarquía desgarrada
Esto produce un impacto muy especial entre los distintos sectores del
la población, explica Castro. “Eso no se metaboliza fácilmente en ningún
sector, pero ha desgarrado a la antigua oligarquía, que vendía productos y
servicios a la Zona del Canal. Hay en el país y en esa élite, en particular, un
conflicto muy serio”.
“El 76% del PIB viene de los servicios internacionales, pero estos
tampoco son los mismos de hace 20 años. En poco tiempo surgió una industria
marítima, portuaria, de telecomunicaciones, de aeronáutica, un negocio bancario
y financiero que rápidamente se multiplicó. Este país no tenía un solo puerto,
ahora tiene seis de los más eficientes de América Latina.
“Lo de menos es cobrar el peaje del canal. El negocio principal es el
intercambio de contenedores entre buques que operan diferentes rutas marítimas;
los servicios de reparación y mantenimiento de barcos, recambio de
tripulaciones, abastecimiento; se venden e hipotecan cargas, navíos, se
abanderan barcos. Hay un conjunto de negocios vinculados al tema marítimo
mercantil muy próspero”, asegura Castro.
“Eso es una enorme máquina de producir divisas que es asimilada por
poca gente. Hay un sector tradicional de la burguesía, vinculado a los viejos
negocios, que está desapareciendo. Los que producían cemento, cerveza,
galletas, han vendido sus empresas a los colombianos, o a los mexicanos. Ese
sector ha pasado de vivir de sus rentas”.
Pero hay otro sector de la burguesía que se ha modernizado mucho,
asociado a nuevos socios transnacionales, agrega. Es el segmento que ya no
trabaja para le capital internacional de aquella época, sino en los negocios de
tecnología avanzada, en el naviero, el logístico y el financiero. “Esa
burguesía se está enriqueciendo con mucha rapidez. Eso implica nuevos socios,
nuevos mecanismos de inserción internacional. Pero gran parte de la burguesía
panameña no ha podido asimilar esa nueva cultura”.
A estos dos sectores, Castro agrega un tercero: el sector en el poder,
“los filibusteros, que han llegado a asaltar la cueva de Ali Babá”.
El actual presidente, Ricardo Martinelli “nunca produjo nada –asegura–
pero tiene una larga historia de saquear lo que ya exista. Hace cinco años
había la preocupación de que ese millonario, dueño de la mayor cadena de
supermercados del país, podía venir a gobernar en interés de la burguesía. Pero
¡no! Él quiere el Estado para extorsionar y expropiar al resto de su propia
clase, no para gobernar para ella”.
Eso ha generado un movimiento orientado a “echar a Alí Baba de la
cueva”. Oligarcas e intelectuales que son nemigos tradicionales del PRD están
llamando a votar por ese partido, lo que es asombroso”, dice Castro.
Solo derecha
En cuanto a los comicios de este domingo, asegura que “su
característica es que no se dirimen posiciones político-ideológicas. Todos los
candidatos importantes son de centro-derecha, con muy buenas relaciones con
Washington”.
“La tónica aquí la da el hecho de que un sector importante de la
burguesía, sobre todo el sector más ilustrado, está dispuesto a apoyar
cualquier alternativa para que Martinelli no siga en el poder”.
Por el lado de la oposición “eso no pudo traducirse en un candidato
unitario. Las simpatías por Varela y por el candidato del PRD, Navarro, suman
más de 60% de la población. Pero ellos están divididos. Aquí entran factores
subjetivos que explican la situación. Navarro aspiró a la candidatura de su
partido en las elecciones pasadas y perdió. A Varela le pasó lo mismo, tuvo que
ir de vicepresidente de Martinelli (aunque luego se separó del presidente). Los
dos candidatos vienen de una frustrada candidatura anterior y ninguno aceptó
volver a “bajarse” en estas elecciones. De modo de que vamos a llegar al 4 de
mayo con la oposición dividida”. En todo caso, “no se trata, en estas
elecciones, de una decisión programática. Se espera ver quién pude golpear
mejor a Martinelli”.
“Aunque tiene una estructura más sólida, el PRD ya no es lo que fue en
tiempos del nacionalismo revolucionario. Ahora es un partido del establishment,
que ha pasado, como todo el país, por esa secuela originada en el hecho de que,
cada vez que se acerca una elección, el elector tiene que escoger el mal menor,
no al candidato y el programa de su preferencia. Al final, la repetición de
este proceso en tres o cuatro elecciones no suma nada bueno. Es siempre un
conteo negativo”.
Para la salud de la República, insiste Castro, “se ha vuelto muy
importante que gane Navarro. El partido de Varela es un partido ‘paleolítico’,
fuerte en los 30, 40, o principios de los 50. Pero, de ahí para acá, es un
animal moribundo, que hace tres años era cómplice de Martinelli. El partido de
Martinelli es muy grande, pero no existe programáticamente. Está conformado por
una gran colección de tránsfugas de todo pelaje. Tenía una pequeña fracción de
diputados, pero Martinelli luego cooptó a muchos y hoy tiene la mayoría
absoluta en el Congreso. La intimidación y el soborno fueron sus instrumentos.
Es el partido de la inmoralidad, de los tránsfugas. Una vez que él pierda
poder, eso vuela como castillo de naipes”.
La fortaleza de Navarro está en su promesa de llevar a Martinelli y
sus cómplices ante los tribunales.
La izquierda
La izquierda, en su opinión, “está pasando por un trauma muy grande.
El disgusto entre la población es enorme, por muchas razones. La mayoría de las
protestas sociales no están ideologizadas, no están vinculadas a un programa
político. Hay protestas todos los días, pero muy atomizadas, por motivos muy
locales”.
A eso contribuye, agrega, “que la izquierda del PRD perdió el control
del partido. Hoy, está en sus casas, está dispersa. Ya no tiene posiciones
relevantes dentro del partido, cuyo programa, aún muy progresista, actualmente
es pura retórica. Aun así, en el último mes y medio ha empezado a movilizarse
en apoyo a Navarro, en función del imperativo de derrotar a Martinelli. Pero
los torrijistas están en una coyuntura que se dirimirá más adelante, en el
futuro, a mediano plazo”.
El otro grupo que logró inscribir un partido nominalmente de
izquierda, el Frente Amplio por la Democracia (FAD), “tiene una actitud
extremadamente sectaria. Da por sentado de que todo el que haya estado en el
PRD es un enemigo. Es muy antitorrijista, lo cual excluye de antemano el sector
más numeroso de la izquierda del país”.
En cuanto a Juan Jované, candidato independiente de izquierda, estima
que “es lo más gris del mundo. Incluso algunas personas que apoyaron su
candidatura se han ido. Fue director del Seguro Social, en el gobierno de
Mireya Moscoso, con tal de sumarse a un gobierno anti PRD. Se sumó a la
derecha, hasta que la propia Moscoso lo echó”.
De acuerdo con las encuestas, estos dos candidatos probablemente
sumarán menos de 5% de los votos.
Lo cierto, concluye Castro, “es que el ducto está cerrado por la
izquierda; el 4 de mayo las aguas solo van a tener salida por la derecha. Hay
gente que vota por las obras de Martinelli –sus espectaculares obras de
cemento- pero, para otros, el componente moral es importante en la decisión del
voto. En todo caso, por ahora este tren no tiene andenes a la izquierda”.
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