Este martes 13 de mayo,
por voto de 87 diputado de los 111 que lo componen, el Congreso de Guatemala aprobó
una resolución en la que se niega que durante el conflicto armado interno, que
azotó al país por más de tres décadas, haya habido genocidio.
Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
El Congreso de Guatemala aprobó una resolución que niega el genocidio ocurrido en durante décadas. |
Los niños y niñas
menores de tres años, inmaduros aún en el proceso cognitivo que los llevará a
comprender, más tarde, que el mundo no se mueve de acuerdo a sus deseos, se
exasperan y enojan contra la piedra que los lastimó, se frustran si el árbol
que les obstaculiza el tránsito no se hace a un lado, y hacen berrinche contra
la lluvia “mala” que no los deja disfrutar del parque.
Este estadio del
desarrollo cerebral otorga a las cosas inanimadas voluntad propia, y “piensan”
que el mundo gira en torno a ellos. Se pasa, pronto, en los años posteriores, a
otras etapas del desarrollo, y se va conociendo paulatinamente las leyes de la
causalidad que le permiten ajustarse al mundo y su modo de funcionamiento.
En Guatemala, sin
embargo, parece que esta etapa temprana del desarrollo cognitivo del ser humano
no ha podido ser superada: diputados del Congreso de la República creen que con
resoluciones que hagan emanar de ese poder del Estado cambiarán la realidad
que, tozudamente, no se ha comportado como ellos quisieran.
Esto fue lo que pasó
este martes 13 de mayo, cuando por voto de 87 diputado de los 111 que lo
componen, aprobó una resolución en la que se niega que durante el conflicto
armado interno, que azotó al país por más de tres décadas, haya habido
genocidio.
Todo esto en aras de
promover la reconciliación entre los guatemaltecos, que según los señores
congresistas ha sido rota, entre otras razones, por el que llaman “Juicio del
siglo”, es decir, el juicio por genocidio al ex general Efraín Ríos Montt.
Si no fuera que estamos
haciendo alusión a una verdadera tragedia humana, darían ganas de reír.
Pretenden los señores
congresistas tapar el sol con un dedo y, oyéndolos argumentar para respaldar la
resolución que votaron afirmativamente, uno podría estar tentado a pensar que,
a pesar de sus mostachos, sus finas corbatas anudadas a sus pescuezos gordos,
se han quedado en una etapa temprana del desarrollo cognitivo.
Pero no es así. No
votan afirmativamente por tontos sino por taimados.
Desde que el tema del
genocidio se puso sobre el tapete por el que llaman “Juicio del siglo”, se
reactivó todo el viejo aparato de la
derecha que participó activamente en él financiándolo, formando parte en el
gobierno o, incluso, participando activamente en el apoyo logístico de la
guerra.
Se olvidaron
resquemores que existían entre ellos, se limaron asperezas y se respondió con
una voluntad unificada.
La unión de cámaras
empresariales, el CACIF, que se había distanciado de Ríos Montt, hizo una
declaración, con todos los presidentes de los entes agremiados presentes y
ordenaditos para la foto, en la que advirtieron que el genocidio no había
existido.
Varios intelectuales de
derecha, incluidos un par de vicepresidentes de la República y ex cancilleres,
sacaron un comunicado, a página completa en los principales periódicos del
país, haciendo lo mismo que el CACIF.
Habían sido alertados,
en especial por la hija del ex general Ríos Montt, de las implicaciones que una
condena contra su padre podía tener para ellos, que no habían sido mansas
ovejas al margen del conflicto armado.
Se asustaron, entonces,
los señorones, acostumbrados a decidir sobre vidas y haciendas, y tomaron
cartas en el asunto. Los diputados que votaron esta ridícula resolución son sus
títeres. Son los del partido en el gobierno, el Partido Patriota, y los del
Partido Republicano Institucional, PRI, antes Frente Republicano Guatemalteco,
fundado por el ex dictador Ríos Montt.
Es vergonzoso y
ridículo lo que hacen, pero hay que comprender que tienen miedo y, en esas
circunstancias, se puede hacer cualquier estupidez. Se debe tener cuidado
también porque, sintiéndose amenazados, pueden soltar zarpazos a diestra y
siniestra. Como cualquier animal.
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