En su
mensaje anual a la Asamblea Nacional el presidente Correa ha vuelto a poner
sobre la mesa el tema de la reelección indefinida de todos los cargos de
elección popular. Y esto ha vuelto a alborotar el cortijo, donde políticos y
analistas ensayan las más diversas teorías.
Jorge Núñez Sánchez / El Telégrafo
Según
la oposición, se trata de un proyecto antidemocrático, encaminado a perennizar
un sistema autoritario de gobierno y a someter a todos los poderes del Estado a
la voluntad imperativa de un caudillo. Incluso hay sectores próximos a la Revolución
Ciudadana que ven con cierto recelo la reelección indefinida de gobernantes
nacionales y locales, y que preferirían la reelección tras un período
intermedio. Así las cosas, hallamos que el asunto merece ser analizado en
detalle.
Un
primer punto a destacar es que la reelección que les molesta a los opositores
no es la de alcaldes y prefectos, donde hay casos, como el de Guayaquil, en que
les ha ido muy bien. Lo que les fastidia es la reelección presidencial, porque
hallan que ahí no tienen oportunidad de ganar. Así, pues, la suya no es una
posición de principios, sino un simple oportunismo: apoyan lo que les conviene
y critican lo que les puede perjudicar.
Un
segundo punto de análisis es la relación entre reelección y democracia. Y aquí
hay que destacar que la reelección de los gobernantes es un mecanismo
absolutamente democrático, aprobado tanto por la teoría como por la práctica.
En
la teoría, unos pocos países prohíben la reelección de sus gobernantes, pero la
gran mayoría lo permite de modo inmediato y algunos de forma indefinida. En la
práctica, hay que recordar los casos emblemáticos de algunos países que
tuvieron gobernantes por largos períodos.
En
Alemania, Konrad Adenauer gobernó por 14 años, Helmut Kohl por 16 años y la
señora Merkel lleva ya 9 años en el mando. En Inglaterra, Margaret Thatcher
gobernó por 12 años. En Francia, Charles de Gaulle gobernó por 11 años y
François Mitterrand por 14 años. En España, Felipe González gobernó por 14
años. Y en Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt fue elegido presidente por
cuatro ocasiones y gobernó por 12 años.
Un
tercer punto a enfocar es la cuestión psicosocial del liderazgo político, que
no es algo que se puede inventar o fabricar de la nada, sino que surge de la
realidad, sobre la base de una emoción colectiva. Los pueblos se identifican
con líderes que tienen la virtud de sintonizar los anhelos de la mayoría y que
logran inspirar y juntar a los demás para la consecución de un proyecto
movilizador.
En
fin, lo deseable es que el pueblo tenga la oportunidad de elegir al mandatario
que guste y que lo haga sin cortapisas ni frenos, en elecciones limpias y
abiertas a todas las ideas y proyectos políticos.
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