Las Juntas, por sobre el fidelismo, encabezaron la lucha
latinoamericana anticolonial, pionera en la historia mundial. Y desde esa
matriz histórica surgieron los conceptos como soberanía, dignidad, libertad y
democracia, que siguen inspirando en el presente latinoamericano la idea de su
segunda independencia.
Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo (Ecuador)
Después de la independencia de Haití (1804), los primeros movimientos
revolucionarios independentistas en la Hispanoamérica de la época ocurrieron en
1809 en Chuquisaca, La Paz y Quito. Estas revoluciones fueron aisladas y
precarias. La Junta Tuitiva de La Paz, así como la Junta Soberana de Quito
fueron pioneras en crear gobiernos autónomos, aunque al mismo tiempo
proclamaron fidelidad a Fernando VII (1808).
En 1810 los pronunciamientos autonomistas se generalizaron y se
constituyeron Juntas ‘fidelistas’ al rey en Caracas, Bogotá, Santiago de Chile
y Buenos Aires. Ese mismo año estalló la revolución independentista en México,
que contrastó con todas las otras, pues fue auténticamente popular, ya que sus
protagonistas fueron indígenas y campesinos, mientras las Juntas estuvieron
encabezadas por élites criollas.
Desde 1811 la lucha independentista solo fue creciendo. Ese año
Caracas proclamó abiertamente su independencia. En 1812 se dictaba en Quito una
Constitución que establecía un régimen republicano con Ejecutivo, Legislativo,
Función Judicial y Falange (milicia) propios. Para 1819 se fundaba la República
de Colombia, soñada por Simón Bolívar.
Al iniciarse la década de 1820 la lucha emancipadora era generalizada.
Simón Bolívar desde el norte de Sudamérica y José de San Martín desde el sur,
progresivamente liberaban amplias regiones. En esas circunstancias, la
revolución de Guayaquil el 9 de octubre de 1820 inició la segunda y definitiva
fase de la independencia de la Audiencia de Quito; y con el concurso de las
tropas grancolombianas, encabezadas por Antonio José de Sucre, fue posible la
liberación total del país, lograda en la batalla del Pichincha el 24 de mayo de
1822, a la que seguirían las batallas de Junín y Ayacucho (1824) que liberaron
al Perú, sellándose así la independencia definitiva de la Sudamérica antes
española.
Las Juntas fueron, pues, los movimientos de inicio del largo proceso
independentista hispanoamericano que duró cinco lustros. Por ello, las fechas
de sus pronunciamientos, como el de Quito del 10 de agosto de 1809, son hoy las
fechas cívicas nacionales en casi todos los países latinoamericanos. Las
Juntas, por sobre el fidelismo, encabezaron la lucha latinoamericana
anticolonial, pionera en la historia mundial. Y desde esa matriz histórica
surgieron los conceptos como soberanía, dignidad, libertad y democracia, que
siguen inspirando en el presente latinoamericano la idea de su segunda
independencia.
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