La idea de crisis está
asociada a periodos de cambios, desorden, inestabilidades y turbulencias que
interrumpen el desarrollo normal de las cosas, para luego de cierto tiempo
volverse a una nueva normalidad, pero modificada. En las crisis pueden emerger
factores de orden que darán a lo nuevo una diferente fisonomía.
Una de las dificultades que afrontan los movimientos antisistémicos y
quienes seguimos empeñados en construir un mundo nuevo consiste en que no
logramos acertar en la definición de lo que está sucediendo ante nuestros ojos.
A grandes rasgos, coexisten dos miradas no necesariamente contrapuestas, pero
bien diferentes: quienes sostienen que estamos ante una crisis, mayor aún que
las crisis cíclicas de la economía capitalistas, y los que tendemos a
considerar que la humanidad está siendo llevada a una situación de colapso por
el sistema.
Entiendo que se trata de
un debate teórico con fuertes implicaciones prácticas, ya que estaríamos ante
dos situaciones bien diferentes. Vale recordar que en otros periodos de la
historia reciente, el ascenso del nazismo por ejemplo, provocó hondas
divergencias entre las izquierdas de la época. No pocos desconsideraban la
importancia del nazismo como una verdadera mutación sistémica, y pensaban que
se trataba de un régimen autoritario similar a otros que habíamos conocido. Sin
embargo, con el paso del tiempo podemos coincidir con Giorgio Agamben en que el
campo de concentración modificó de raíz la política, junto a lo que definió
como estado de excepción permanente.
El seminario-semillero El pensamiento crítico ante la hidra
capitalista, organizado por el EZLN del 3 al 9 de mayo en Oventic y San
Cristóbal de Las Casas, fue escenario de las diversas miradas que nos
atraviesan. De ahí, en gran medida, su extraordinaria riqueza y fecundidad. En
el campo anticapitalista coexisten muy diversos análisis sobre el mundo actual,
algunos bien fundamentados, otros más románticos, algunos focalizados en la
economía y otros en la ética, y muchos otros son combinaciones de estas y otras
formas de mirar y comprender. Creo que todas ellas tienen su importancia, pero
conducen por senderos parcialmente distintos. O, mejor, pueden contribuir a
dilapidar fuerzas.
Lo más complejo es que
nadie puede proclamar tener la verdad en sus manos. Este punto me parece
extraordinariamente complejo, porque no permite descartar ninguna propuesta,
pero tampoco nos puede llevar a dar por válido cualquier argumento.
Me parece necesario distinguir
entre crisis y colapso, no porque sean excluyentes, sino porque encarnan dos
análisis distintos. El concepto de crisis está asociado, en el campo
antisistémico, a las crisis periódicas que atraviesa la economía capitalista.
En este punto, la obra de Karl Marx es referencia obligada para los
anticapitalistas de todos los colores. Su análisis de la crisis de
sobreacumulación se ha convertido, con entera justicia, en el nudo para
comprender cómo funciona el sistema. De ahí deriva un conjunto de consideraciones
de estricta actualidad.
Aunque algunas corrientes
economicistas han acuñado la idea del “derrumbamiento” del capitalismo por sus
propias contradicciones internas, desconsiderando la importancia de los sujetos
colectivos en su caída, es evidente que Marx no es responsable de esta deriva
que supo tener firmes adeptos en la primera parte del siglo XX.
En la misma dirección que
Marx, Immanuel Wallerstein menciona la existencia de una crisis sistémica en
curso, que, luego de varias décadas de desarrollo, dará lugar a un mundo
diferente al actual (ya que en cierto momento se producirá una bifurcación),
que puede conducirnos a una sociedad mejor o peor que la actual. Estaríamos
ante una ventana de oportunidades temporal, durante la cual la actividad humana
puede tener gran confluencia en el resultado final. En este análisis, la crisis
se convertirá en caos, del que saldrá un nuevo orden.
La idea de crisis está
asociada a periodos de cambios, desorden, inestabilidades y turbulencias que
interrumpen el desarrollo normal de las cosas, para luego de cierto tiempo
volverse a una nueva normalidad, pero modificada. En las crisis pueden emerger
factores de orden que darán a lo nuevo una diferente fisonomía. Desde el punto
de vista de los movimientos, es importante destacar dos cosas: que el concepto
de crisis está demasiado asociado a la economía y que aparece ligado a
transformación y cambios.
Si entendí bien,
siguiendo las palabras del subcomandante insurgente Moisés, quien dijo
en el cierre del seminario-semillero que “no sabemos si nos va a dar tiempo de
multiplicar esto”, lo que se avizora no es una crisis, sino algo más serio.
Insistió: “el tiempo nos está ganando”, y dijo que ya no alcanza con caminar,
sino que es hora de trotar, de ir más de prisa. La noche anterior el subcomandante
insurgente Galeano dijo que hasta 40 por ciento de la humanidad será
migrante y que habrá despoblamiento y destrucción de zonas para ser
restructuradas y reconstruidas por el capital. Creo que no pensaba en una
crisis, sino en algo que podríamos llamar colapso, aunque no usó el término.
El colapso es una
catástrofe a gran escala que implica el quiebre de instituciones, en forma de
ruptura o de declinación definitiva. En la historia hubo muchas crisis pero
pocas catástrofes/colapsos. Por ejemplo se me ocurre lo sucedido con el
Tawantinsuyu, el imperio incaica, a raíz de la llegada de los conquistadores.
Algo similar puede haberle sucedido al imperio romano, aunque no tengo los
conocimientos suficientes para asegurarlo. En todo caso, el colapso es el fin
de algo, pero no el fin de la vida, porque, como sucedió con los pueblos
indios, luego de la catástrofe se reconstruyeron, pero como sujetos diferentes.
Si en verdad estamos ante
la perspectiva de un colapso, sería la suma de guerras, crisis económicas,
ambientales, sanitarias y naturales. Apenas un dato: la Organización Mundial de
la Salud advirtió que los antibióticos serán incapaces en el futuro inmediato
de combatir las superbacterias causantes de tuberculosis y neumonía, entre
otras. En suma, el mundo tal como lo conocemos puede desaparecer. Si esta es la
perspectiva inmediata, y los de arriba lo saben y se preparan, las prisas de Moisés
están plenamente justificadas. Es hora de acelerar el paso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario