En Guatemala, la
vicepresidenta Roxana Baldetti renunció. Lo hizo acorralada por los fuertes
indicios de estar vinculada a una red de evasión de impuestos que era comandada
por su secretario privado.
Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
Las denuncias de corrupción en la élite política guatemalteca activaron la movilización social en el país. |
Su caso no es, sin embargo, una
excepción. Forma parte de un problema estructural que prevalece en el país
desde, por lo menos, los años 80. A su sombra han florecido fortunas que hacen
de este país, cuyos índices de pobreza solo son comparables con los de Haití y
Honduras, uno de los que más millonarios tiene en Centroamérica.
Una vez defenestrada la
vicepresidenta, el presidente se ha dado a la tarea de reemplazarla. Uno de los
candidatos que tuvo más posibilidades fue Oliverio García Rodas.
Dice Rubén Zamora en el diario
ElPeriódico, que a mediados de la década de los 90 el señor García Rodas formó
parte de un listado de nombres de militares y civiles denunciados como miembros
de una banda que se dedicaba al narcotráfico, robo de vehículos, venta de
gasolina de avión y asesinatos de varias personas por problemas de tierras y
contrabando de madera.
Agrega Zamora que Rodas tiene
lazos familiares con miembros del crimen organizado: cuñado de Celestino
Solares, socio de Fernández Ligorría, (fundador de Los Zetas en Guatemala),
quien se casó con su sobrina y fue compadre del mandatario Otto Pérez Molina.
Zamora aporta más datos: la exvicepresidenta
Roxana Baldetti y García Rodas fueron los responsables de cambiar el fondo de la
Ley Contra el Crimen Organizado, normativa que fue vetada por el Ejecutivo
luego de que la embajada de Estados Unidos ejerció presión para derogarla, ya
que pretendía favorecer a narcotraficantes y miembros de bandas que se
dedicaban al robo de vehículos.
Apoyados legalmente por García
Rodas, los mafiosos Walter Overdick, alias el Tigre, junto al Loco Turcios y a
los hermanos Juan Ramón, Joaquín Anselmo y Renato Frías (extraditados a EE.
UU.), mandaron a matar al narcotraficante Gálvez Peña, para adueñarse de su
territorio en el departamento de Alta Verapaz, según reportes de medios de
comunicación de la época.
Como se puede ver, el señor García
Rodas tiene un curriculum al que no le hace mella el de su antecesora en el
cargo para el que fue candidato.
Los mafiosos que se encuentran en
el gobierno de Guatemala, piensan que defenestrando a Baldetti han calmado los
ánimos exacerbados de los miles de personas que en los últimos días han salido
a protestar contra la corrupción, y por eso se atreven a proponer a semejante
personaje.
Es muy posible que esté haciendo
mal los cálculos.
Quienes se oponen a que
delincuentes descarados sigan haciendo de las suyas en el gobierno provienen de
muy diversos ámbitos. Está, por un lado, “La Embajada”, a cuyos intereses no les
sirve tener a una gavilla de bandoleros en el gobierno de un país para el que
están pidiendo miles de millones de dólares para el proyecto Alianza para la
Prosperidad en el Congreso norteamericano. Está, por otro, la burguesía
tradicional guatemalteca, que no es ninguna santa, pero que ve en los nuevos
ricos que han hecho fortuna con el crimen organizado una amenaza relativa a sus
intereses. Esta la clase media urbana acomodada, que ha aportado el grueso de
participantes a las manifestaciones de protesta, que están cansados de tanta
corrupción e ineptitud, y no logra remediar los más apremiantes problemas que
la aquejan, el de la inseguridad en primer lugar, que ha llegado a ser un
verdadero flagelo en el Triángulo Norte centroamericano. Y están algunos grupos
progresistas y de izquierda, que tienen en sus respectivas agendas el tema de
la corrupción, la impunidad, los Acuerdos de Paz de 1996 y reformas
electorales.
Unos pueden haberse calmado, otros
estar a la expectativa y otros no sentirse satisfechos del todo. Es tan
variopinto el movimiento, que no puede apostarse a que todo se haya solucionado
con la salida de la vicepresidenta.
Proponer y, eventualmente elegir,
a Oliverio García Rodas puede azuzar más al panal. Es posible que los
guatemaltecos ya estén cansados de salir de Guatemala para caer en Guatepeor.
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