La explotación
simultánea de todas las reservas mundiales de petróleo equivaldría al
‘Apocalipsis ahora’, usando el título del novelista Joseph Conrad. Sabiendo
eso, las firmas petroleras están negociando este momento con esas reservas. Las
multinacionales petroleras están literalmente negociando con activos tóxicos.
Fander Falconí / El Telégrafo (Ecuador)
“Las empresas
petroleras insisten en su derecho de usar nuestra atmósfera como una
alcantarilla abierta”. No son palabras de un activista de una ONG, ni siquiera
las dijo el gobernante de un país del Sur. Esta frase lapidaria fue pronunciada
este año 2015 por Al Gore, exvicepresidente de Estados Unidos, el país de donde
proviene la mayoría de estas multinacionales.
El mismo exmandatario
estadounidense hizo una analogía entre el cambio climático y el cólera, para
aclarar su comentario. Recordó cómo, en 1854, el médico británico John Snow
comprobó que el cólera aparecía donde se consumía agua contaminada por heces,
es decir, en lugares donde se mezclaban las acequias con alcantarillas
abiertas. La analogía entre atmósfera y alcantarilla es clara. Si el petróleo
se quema en la atmósfera, se acelera el cambio climático a niveles letales.
“Energía sucia equivale a clima sucio”, concluye Al Gore y recomienda exigir cada
vez mayores tributos a los hidrocarburos que se vayan a quemar como
combustibles. No obstante, no lo hizo cuando pudo. Su administración (la del
presidente Bill Clinton) no se comprometió decididamente a favor de la
ecología.
Las mencionadas
multinacionales creen que podrán quemar hidrocarburos hasta que se agoten y
hasta que aparezca el sustituto energético. Algunas de estas empresas saben que
el agotamiento de las reservas petroleras significaría una elevación de 2°C en
la temperatura promedio de la Tierra, hasta fines del siglo XXI, pero piensan
que el mundo podrá superarlo.
El semanario
internacional Nature publicó en enero de este año (Vol. 517) una de las
respuestas más claras y actualizadas al respecto. He aquí su argumentación que
utiliza cifras más bien optimistas. La elevación presente de la temperatura
global promedio, debida al efecto invernadero causado por las emisiones de
gases, no deberá exceder los 2°C sobre la temperatura global promedio de la era
preindustrial (según datos aceptados por los científicos mundiales). Esto
implica que un tercio de las actuales reservas de petróleo, la mitad de las
reservas de gas y el 82% de las actuales reservas de carbón tendrían que
permanecer en el subsuelo hasta 2050 para evitar el alza de 2°C.
La explotación
simultánea de todas las reservas mundiales de petróleo equivaldría al
‘Apocalipsis ahora’, usando el título del novelista Joseph Conrad. Sabiendo
eso, las firmas petroleras están negociando este momento con esas reservas. Las
multinacionales petroleras están literalmente negociando con activos tóxicos.
¿Así que debemos
conservar bajo tierra una buena parte de los combustibles fósiles, es decir, el
petróleo, el gas y el carbón? Sí, por utópico que eso suene en un mundo que
avanza sin detenerse como un tren antiguo, alimentado por la quema continua de
carbón. Analizado así el problema, cobra más vida que nunca la propuesta
ecuatoriana del Yasuní, a la que pocos hicieron caso cuando se planteó. ¿Creen
los académicos y los activistas que el capitalismo mundial va a aceptar un
mundo que funcione sin petróleo? Lo que no nos damos cuenta es que ya no se
trata de decidir entre un mundo que siga funcionando con petróleo o un mundo
que funcione sin petróleo, sino entre un mundo que funcione sin petróleo o un mundo
que simplemente no funcione más.
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