Hay que destacar que el Acuerdo de París tiene una profunda
limitación. Es solamente un Acuerdo, no un Tratado. Esto significa que no tiene
efectos vinculantes, por lo que lo acordado que hoy es celebrado, dependerá de
la buena voluntad de las partes.
Carlos Figueroa Ibarra /
Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México.
Los medios de comunicación en
el mundo, han destacado como un hecho altamente positivo el
acuerdo climático reciente logrado en
Paris por la comunidad internacional, en
el contexto de la XXI Conferencia sobre Cambio Climático llamada también 21
Conferencia de las partes (COP 21). Dada la irracionalidad capitalista que ha
imperado en el planeta sobre el tema del calentamiento global, en efecto es muy
bueno que dicha conferencia haya aceptado
que la humanidad está en peligro por el cambio climático. Que se acepte
que el planeta ha aumentado 1 grado su temperatura en relación a la que existía
antes de la revolución industrial. Que se
busque limitar el calentamiento global a 1.5 grados antes de que termine
el siglo XXI. Que se pida a los países
emisores de dióxido de carbono informes periódicos de las acciones que estarán
haciendo para reducirlas. Que se destinen 100 mil millones de dólares (10% de
lo necesario) para las distintas medidas
que se deben realizar para frenar el mencionado calentamiento global.
Pero hay que destacar que el Acuerdo de París tiene una profunda
limitación. Es solamente un Acuerdo, no un Tratado. Esto significa que no tiene
efectos vinculantes, por lo que lo acordado que hoy es celebrado, dependerá de
la buena voluntad de las partes. Por ello mismo
una sola palabra incluida en el borrador final de dicho acuerdo por poco
lo hizo naufragar. En el artículo 4
sobre las obligaciones en el recorte de gases invernadero por los
firmantes se decía que las partes
“deberán” adoptar metas absolutas de reducción de emisiones de dióxido
de carbono para el conjunto de la economía y que “deberá” preparar, comunicar y
mantener sus planes de recorte de tales emisiones. Siendo rehén de la
ultraderecha republicana, el gobierno estadounidense se sintió aliviado cuando
la palabra “deberá” fue cambiada por “debería”. El cambio de palabra convierte
al Acuerdo de París de algo mandatorio a algo hipotético. El principal
contaminador del mundo, Estados Unidos de América, con este acuerdo hará lo que
quiera hacer el presidente en turno y si éste es republicano, el destino de
miles de millones de personas será sombrío. Lo angustioso del caso es que como
ha escrito Roberto Savio recientemente, será prácticamente imposible limitar a
1.5 grados el calentamiento. Un aumento de 1.5 grados a fin de siglo de siglo
dejaría hundidos debajo del mar a 137 millones de personas, 2 grados lo haría
con 280 millones. ¿Qué sucederá con la humanidad si como se estima lo que
realmente sucederá con este Acuerdo es que la temperatura subirá a 3.7 grados?
La racionalidad capitalista que es la búsqueda de la máxima ganancia,
se convierte en una irracionalidad para la humanidad. La ultraderecha
republicana ha repetido un argumento que es compartido por las ultraderechas
del mundo: el calentamiento global es un mito. Y todo lo que se dice sobre
esto, es una conspiración contra la economía estadounidense.
Literalmente el capitalismo mundial nos está diciendo con su negación
del calentamiento global: “después de mí el diluvio”.
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