Pedro Pablo Kuczynski (PPK),
un ex funcionario del Banco Mundial y primer ministro durante el corrupto
gobierno de Alejandro Toledo, representa lo más putrefacto, entreguista y la
actitud más sumisa de la oligarquía peruana.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela
Un país cuya sede de gobierno
lleve el nombre del peor asesino y depredador de su historia, es un país
gobernado por una clase política que evidentemente tiene graves problemas de
identidad. Es el caso del Perú cuyo palacio presidencial se llama “Casa de Pizarro”,
recordando el apellido del más brutal entre todos los enviados del rey español
para someter a sangre y fuego la Abya Yala. Pero no es la única situación de
tales caracaterísticas en América Latina: en la plaza principal de Santiago de
Chile, majestuosa y enhiesta se erige la estatua ecuestre de Pedro de Valdivia,
el conquistador e iniciador del genocidio mapuche.
Pero volviendo a Perú y a su
historia, es menester recordar que posiblemente no haya en nuestra región otra
oligarquía tan ancestralmente traidora como la peruana. Imitando el
comportamiento de Pizarro, quien atrajo a Atahualpa a través de una artimaña para
robarle y asesinarlo, la oligarquía limeña desde los mismos prolegómenos de la
independencia actuó con similar catadura, traicionando a San Martín con quien
había hecho arreglos, a los que el Libertador del Sur se había visto obligado
para intentar construir una correlación de fuerzas que le permitiera gobernar y
generar estabilidad en el país.
Sin embargo, junto a ello, San
Martín tomó medidas de corte popular que no agradaron a la casta oligárquica
que ambicionaba para sí todo el poder que no pudieron arrebatarle a los
españoles en combate, y que solo lograron obtener gracias a las acciones
emprendidas por el general rioplatense.
Después de haberlo recibido con gran alborozo y hasta con una actitud
bastante lambona, comenzaron a conspirar en su contra para expulsarlo del país.
Antes, ordenaron el asesinato de Bernardo de Monteagudo, intelectual, abogado,
político y militar y uno de los más preclaros promotores de la lucha
integracionista latinoamericana, quien había fungido como ministro de guerra y
marina primero, y de gobierno y relaciones exteriores después, entre agosto de
1821 y julio de 1822 y que había jugado un papel decisivo en la creación de
condiciones operativas y políticas para lograr la independencia del Perú. Sus
imperfecciones: ser muy inteligente y ser mulato, dos “abominables”
características imposibles de aceptar por la aristocracia limeña.
Después de la retirada y
regreso de San Martín a Argentina en 1822, Bolívar se propuso dar continuidad,
y culminar su obra en el país. No obstante, debió también chocar con la clase
dirigente peruana que escondida tras un falso nacionalismo, indulgente con los
españoles y de férrea oposición al Libertador. De la misma manera que lo habían
hecho con el Protector, escondidos tras un manto de chovinismo, recelaban de
los padres de la patria latinoamericana que solo fueron a Perú a prestar sus
servicios y los de sus ejércitos formados por hombres y mujeres de todas las
latitudes de América del Sur, sin pedir nada a cambio.
Esta oligarquía,
intrínsecamente traidora se hizo del poder casi inmediatamente después de
concretada la gesta libertadora de Ayacucho en 1824 comenzando de esa manera
200 años de desgracias para el valeroso pueblo peruano. Por supuesto, el Perú
también ha visto nacer a muchos hijos dignos y honorables. Durante los años
1847-1848 y 1864-1865, se organizaron el I y II Congreso Americano de Lima con
el objetivo de dar continuidad a las ideas bolivarianas que habían quedado
truncas después del Congreso Anfictiónico de Panamá de 1826.
En enero de 1864, el Canciller
Juan Antonio Ribeyro, envió invitación a los gobiernos de Bolivia, Chile,
Colombia, Ecuador y Venezuela. El último asunto de la agenda, el número 6, era
la penalización (por la vía de "castigos morales") de aquellos gobiernos
que establecieran "compromisos contra la independencia de alguno de los
Estados, contra sus instituciones y contra la estabilidad de la paz
general", antagónico comportamiento con el de la actual pantomima de
Canciller que tiene el Perú. Cayetana ni debe saber quien fue el canciller
Ribeyro.
Por cierto, vale recordar que
Colombia manifestó su firme oposición a invitar a Estados Unidos a este evento
(Santander ya había fallecido). A ese respecto, la cancillería colombiana
argumentó que la potencia del norte "profesa y practica el principio de
absoluta prescindencia en los negocios políticos de las repúblicas
hispanoamericanas, rehusándose [...] a toda especie de alianzas",
agregando que invitar a ese país, "embarazaría no poco a la misma acción
independiente" de las nuevas repúblicas en razón de "la
preponderancia natural de una potencia vecina que tiene ya condiciones de
existencia y tendencias propias de un poder de primer orden, las cuales pueden
venir a ser alguna vez antagonistas". Como se puede ver, también ha habido
gobiernos dignos y cancilleres honorables en Colombia. No todos han sido como
Santos y María Ángela.
En años recientes, el
desventurado pueblo peruano ha tenido que soportar presidentes que hacen
campaña con un discurso y gobiernan con otro, de esa manera, la traición sigue
presente: Fujimori (1990-2000) fue elegido por los votos para terminar
gobernando como dictador, estuvo preso diez años por corrupto y liberado
gracias al acuerdo del actual presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK) con un
sector del partido fujimorista para mantenerse en el poder. Alejandro Toledo,
(2001-2006) inició su gobierno con grandes perspectivas después de la década
fujimorista, prometió medidas de carácter social y un repunte macroeconómico
pero culminó su mandato con solo el 8% de aceptación popular. Actualmente es
prófugo de la justicia, que lo demanda junto a su esposa, acusado de lavado de
dinero y tráfico de influencias, además de estar sindicado de haber recibido un
soborno por 20 millones de dólares de parte de Odebrecht.
Alan García (2006-2011), el
más incombustible de todos los presidentes peruanos recientes. A pesar de haber
tenido un primer gobierno (1985-1990) plagado de hechos de corrupción que lo
llevó a finalizar su mandato con 9% de apoyo popular, fue electo para un nuevo
período no consecutivo en 2006. En 2001, prescribieron los delitos por los que
fue acusado en su primer gobierno. Sin embargo, dando continuidad a sus
prácticas del pasado, este líder social demócrata que mantuvo ideas
equidistantes entre la izquierda y la derecha, reincidió en sus prácticas
corruptas y terminó desarrollando un gobierno neoliberal que contrariaba las
originarias ideas que adquirió en el partido APRA. Varios de sus ministros han
sido acusados por recibir sobornos de Odebrecht.
Ollanta Humala (2011-2016)
contendió dos veces a la presidencia por el partido Nacionalista, una
definición que no decía nada. Su actitud timorata llevó a que las riendas del
poder y del gobierno las manejara su esposa. Su mandato se caracterizó por una transición
acelerada desde posiciones de centro izquierda a acciones represivas anti
populares y apoyo a los sectores empresariales que es el que verdaderamente ha
gobernado durante todos estos años, hasta que uno de los suyos: Kuczynski llegó
en 2016 a ostentar el poder de manera directa, mientras tanto Humala se
encuentra detenido al igual que su esposa, acusado de corrupción y de estar
involucrado en el escándalo Lava Jato que estalló en Brasil con ramificaciones
en varios países.
Por su parte Kuczynski, un ex
funcionario del Banco Mundial y primer ministro durante el corrupto gobierno de
Alejandro Toledo, representa lo más putrefacto, entreguista y la actitud más
sumisa de esa oligarquía peruana, nutrida a través de la historia con nuevas
adquisiciones como este empresario y empleado de grandes firmas del área
financiera y de la minería. Al igual que Alan García, fue sobreseído por la
justicia de su país, tras haber sido acusado de prácticas ilegales en la
gestión pública por lo cual se refugió, -como es habitual en estos casos- en
Estados Unidos. Llegó al gobierno en julio de 2016, sin embargo, ya en
diciembre de ese año, la justicia lo comenzó a investigar por su actuación como
primer ministro de Toledo, a fin de conocer, si favoreció a Odebrecht mientras
ostentó ese cargo. En esas condiciones, el Congreso del Perú llevo a votación a
fin del año pasado la comparecencia de PPK para decidir su destitución, si se
constataba su incapacidad moral para ejercer el cargo. Ese fue el contexto en
el cual, el 21 de diciembre pasado se produjo el acuerdo de PPK con el hijo de
Fujimori para que los diputados de su partido rechazaran la destitución, a
cambio del indulto al ex dictador que fue el regalo de navidad que el
presidente peruano le dio a su país el 24 de diciembre. PPK pasará a la
historia por caracterizar a América Latina como “perrito simpático acostado en
la alfombra de la Casa Blanca.
Vista la historia profunda y
conocida la historia reciente, ¿alguien podría sorprenderse por las actuaciones
impías de la clase política peruana y del actual gobierno de ese país, que
actuando al margen del derecho internacional, y asumiendo con alta
responsabilidad su papel de “perrito simpático” le lame las botas… y algo más a
su amo?
1 comentario:
Más claro sería muy dificil c.Sergio.
Un aporte histórico-critico importante y de suma relevancia en las actuales circunstancias.
Saludos, José Toledo Alcalde.
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