Un gobierno electo por supuesto tiene derecho a gobernar. Pero no a quebrar el Estado de Derecho, a criminalizar a toda la oposición y menos a provocar una catástrofe.
Raúl Zaffaroni / Página12
El
programa económico de este gobierno conduce a una crisis fuerte, sea en el
mediano plazo o en el largo. Incluye producción con poco valor agregado,
reducción del consumo interno y crisis de las pymes. Es decir, desempleo, lo
cual hace que el programa sea socialmente insustentable y pueda derivar en más
exclusión y, en especial, en más delitos contra la propiedad.
Por
otra parte, el proyecto económico se sustenta en préstamos que están llegando a
su fin, según advertencias de Christine Lagarde, directora general del Fondo
Monetario Internacional. O sea que el proyecto es también financieramente
insustentable.
¿Adónde
vamos? Creo que si no se detiene este programa antes, vamos a un nuevo 2001 con
consecuencias muy graves en todos los órdenes.
Un
gobierno electo por supuesto tiene derecho a gobernar. Pero no a quebrar el
Estado de Derecho, a criminalizar a toda la oposición y menos a provocar una
catástrofe.
Nadie
tiene hoy el poder para desequilibrar o desestabilizar al actual gobierno. Ningún
partido. Ninguna fuerza política. Ni siquiera la CGT puede hacerlo. El gobierno
tiene todo en sus manos y nadie, absolutamente nadie, lo puede conmover. El problema es,
justamente, que la única desestabilización posible la provocará en el mediano o
largo plazo el proyecto económico inviable del propio gobierno. Me limito a
avisarles esto, aunque sé que para el gobierno todo aviso es inútil de momento.
Contra eso tenemos que resistir, porque puede generar violencia y, aunque no la
provoque, lo que veo difícil si no se frena antes, es absolutamente indeseable
una situación de esta naturaleza.
Desde
que conocí el proyecto económico vengo advirtiendo este riesgo. No lo digo
ahora. Lo vengo diciendo desde hace dos años. Les digo a los argentinos que se
cuiden, que no respondan con violencia a ninguna provocación. Estamos frente a
un grupo de poder que sufre una ilusión óptica en su soberbia infinita, que
camina hacia un precipicio y lo confunde con una selva tropical, que padece de
alteraciones sensoperceptivas graves.
Es
por eso que afirmo que cuanto antes se vayan mejor. Ojalá sea en el 2019. Pero
si no sacan un poco el pie del acelerador de este camino al desastre, puede
pasar algún accidente antes. Al menos tienen que desacelerar un poco. De lo
contrario ellos mismos se van a poner al país de sombrero. Las experiencias
históricas no tan lejanas de las crisis de programas similares muestran que
estos accidentes finales no avisan y sus consecuencias son muy dolorosas.
En
síntesis: lo político siempre puede resolverse, lo económico es más difícil,
pero tiene arreglo a la larga (pese a que también produce dolor y es violencia
social), pero lo único que no podemos resolver son los muertos, porque nadie
los puede resucitar. Eso es lo que a toda costa debemos evitar. Debemos evitar
la violencia venga de donde venga. Toda violencia, vista luego
retrospectivamente, es insensata. Cuando la vemos desde la distancia de cierto
tiempo, nos damos cuenta de que careció de sentido. Esto es lo primario. Lo
demás, tarde o temprano se resuelve.
*
Profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires.
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