La ola conservadora avanza por distintos y a veces sorprendentes senderos.
Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
A propósito del hecho
de que en Costa Rica habrá elecciones presidenciales el próximo domingo 4 de
febrero, y que el mismo día en Ecuador se llevará a cabo el referéndum convocado
por el gobierno de Lenin Moreno, no podemos sino reflexionar sobre los caminos
diversos, a veces sorprendentes, por los que las posiciones conservadoras se
cuelan en la política latinoamericana y asume posiciones protagónicas.
El caso de Costa Rica
tal vez ya no es tan sorprendente, y más bien lo que hace es venir a reafirmar
una tendencia que se viene perfilando desde hace algún tiempo, pero que no es
sino hasta ahora cuando salta con toda evidencia: el cada vez mayor
protagonismo de los cristianos conservadores en la vida política.
Los cristianos
evangélicos se han ganado sus nuevas posiciones protagónicas a pulso, con
trabajo sistemático y perseverante, llenando muy variados vacíos que van
dejando el anquilosamiento y la descomposición de la Iglesia Católica, el
desamparo en el que deja el Estado a grandes grupos sociales al orientarse bajo
las políticas neoliberales, el vacío de sentido que provoca la omnipresente
sociedad de consumo, o el desplome del sistema de los partidos políticos.
Importantes grupos
sociales han encontrado refugio, consuelo y apoyo en los grupos que se congregan
-en cualquier barrio, en cualquier pequeña aldea o pueblo- alrededor de alguna
pequeña iglesia evangélica. Desde el adicto que no puede dejar el crack hasta
el empresario que siente que su vida ha perdido sentido en medio de las
carreras estresantes a las que lo orilla su búsqueda de lucro. De ahí la
vinculación incondicional de los fieles con estas iglesias.
Y si, paralelamente,
en esos mismos grupos sociales va creciendo sin parar una inconformidad, una
frustración, un no encontrar salida a problemas sociales, políticos, económicos
y de cualquier otra índole, no es más que cuestión de tiempo para que ambos
vectores se encuentren.
No olvidemos,
tampoco, que el cristianismo ha jugado siempre en América Latina un papel de
primer orden. En nuestra historia más reciente, recuérdese a los cristianos
progresistas de los años sesenta y setenta conformando las organizaciones de
base de procesos políticos que luego desembocarían en la Revolución Sandinista
o el ascenso de las masas insurrectas en El Salvador.
Ahora la tortilla se
ha dado vuelta y no es casualidad. En Centroamérica ya ha quedado bien
documentado el papel que jugaron los Estados Unidos en la penetración de estas sectas.
Y, como dijo la investigadora norteamericana Sussan Jonas refiriéndose a
Guatemala, en estos casos se trató de un “plan piloto” para todo el continente.
A través de los
canales que han abierto estas sectas penetra la nueva ola conservadora, con una
base que a los partidos tradicionales les costaba mantener últimamente cuando
sus reiteradas promesas se mostraban vacías.
Pero esta ola
conservadora que parece entronizarse en América Latina llega de muchas formas,
a veces subrepticiamente, “tan callando”, como dice el poeta. Ese parece ser el
caso del Ecuador. De la sepa misma del progresismo que hizo carrera en los
últimos años se desgaja en Ecuador lo inesperado.
Lo que ocurre en el
Ecuador ha dejado pasmado a más de uno porque nadie lo esperaba. Por cierto que
quien suscribe estas líneas firmó, unos pocos días antes de las elecciones en
las que salió por poco electo Lenin Moreno, una carta que lo respaldaba junto a
muchos otros intelectuales, artistas y políticos latinoamericanos. Pero Lenin
Moreno decidió, de pronto e inmediatamente que asumiera el poder, distanciarse
de su predecesor, perseguir a algunos de sus más cercanos colaboradores y
establecer lazos cercanos con quienes fueran sus opositores de derecha en las
elecciones.
El próximo domingo se
realizará el en referéndum que parece construido ex profeso para vetar de la
vida política del Ecuador a uno de los más prominentes dirigentes
latinoamericanos de los últimos tiempos, Rafael Correa.
Es muy posible que en
ese referéndum las tesis impulsadas por el gobierno de Moreno salgan
gananciosas, porque a favor suyo está una parte del partido que lo llevó al
poder, Alianza País, al que se suman los que antes fueran sus contendores de
derecha.
Ganará Moreno,
seguramente, pero la historia le cobrará la deslealtad no solo con Correa sino
con el proyecto que con tanta ilusión vimos crecer en Ecuador durante los últimos
diez años.
La ola conservadora
avanza por distintos y a veces sorprendentes senderos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario