Marco A. Gandásegui, hijo. / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
Los medios de comunicación han comenzado
a publicar notas sobre la desaceleración de la economía del país que preocupa a
los sectores financieros que operan en Panamá. Algunos le pasan la factura al
gobierno del presidente Ricardo Martinelli y la corrupción. Hay quienes
plantean que el estancamiento/recesión de EEUU (2008-2013) ha comenzado a
sentirse en Panamá. Incluso, en algunos círculos dicen que la culpa de la
desaceleración la tiene el colapso de Europa y el euro. Recientemente, ha
surgido la tesis de que los cambios que experimenta China afectan negativamente
a Panamá.
Todos estos factores influyen sobre el
crecimiento de la economía panameña. Sin embargo, no apuntan al problema de
fondo: La estructura social panameña, el modelo económico que impulsan los
sectores dominantes y las políticas públicas que promueven los gobiernos. Lo
preocupante es que casi todos los análisis parten de supuestos superficiales y
externos, sin mayor fundamentación.
Panamá tiene una estructura social
asimétrica, donde la gran mayoría no participa en el mercado de consumo y se
vincula de manera informal al empleo. Es decir, tenemos una estructura social
que concentra la actividad ‘productiva’ de la población en un sector muy
pequeño, aproximadamente el 20 por ciento. El otro 80 por ciento está, en gran
parte, excluido del mercado y no contribuye al crecimiento. Esta realidad da
cuenta de la pobreza en que se encuentran los panameños (el 40 por ciento según
el Banco Mundial). Más aún, apunta a la desigualdad social y económica.
El modelo económico vigente en Panamá
sólo agudiza las contradicciones de la estructura social. Por un lado, tiende a
privilegiar a los sectores propietarios con subvenciones, privilegios
impositivos y derechos al despojo de los bienes públicos. En cambio, a los
sectores trabajadores le cae el peso de los impuestos (ITBMS) y no recibe
privilegios. En la actualidad, los tres sectores de mayor crecimiento del país,
como son la banca, el sistema portuario y la Zona Libre de Colón, no pagan
impuestos. Además, las mil personas jurídicas o naturales que concentran la
riqueza del país apenas pagan impuestos. El sector comercial se mantiene
gracias a la manipulación del mercado y una legislación favorable. En cambio,
los sectores productivos como la agro-industria y la manufactura se estancaron
en la década de 1990, retrocedieron en la década pasada y, actualmente, la
están destruyendo.
Los últimos gobiernos panameños han
impulsado políticas públicas relacionadas con la especulación inmobiliaria y un
turismo, en parte, asociado con el crimen organizado. Estas actividades, junto
con los ingresos provenientes del Canal de Panamá y el aparente lavado de
dinero, generan los recursos que el actual gobierne utiliza para emprender las
megas obras envueltas en múltiples escándalos de corrupción. Las altas tasas de
crecimiento del PIB –cerca del 10 por ciento anual– en el último lustro son
atribuidas a estas actividades.
Según algunos medios “la actividad
económica del país está experimentado una desaceleración en 2013”. Según cifras
de la Contraloría, la economía redujo su ritmo en forma significativa. El
informe sobre el producto interno bruto revela que en el primer trimestre de
2013 creció en un 7 por ciento. En el mismo período de 2012, el PIB creció a
una tasa del 11. 4 por ciento.
Los medios agregan que “la tendencia a crecer menos es causada por
factores internacionales. La crisis que afecta a la Unión Europea, el lento
crecimiento – 2 por ciento - que experimenta EEUU y la desaceleración por la
que atraviesa China impactan las actividades relacionadas con el comercio
exterior”.
Según el economista Aristides Hernández, “los sectores que están
marcando la desaceleración de la economía son la Zona Libre de Colón, que ha
experimentado una caída del 12 por ciento, el movimiento de contenedores en el
sistema portuario que cayó en un 15 por ciento y el tránsito a través del Canal
de Panamá que se redujo un 9 por ciento”.
La serie de números, sin embargo, no contribuye mucho a conocer
las razones de una posible reducción del crecimiento económico panameño. Más
aún, no explican porque Panamá, en la
presente situación, no puede hacer algo para mitigar o modificar la tendencia
que se comienza a sentir.
En forma inmediata nos corresponde cambiar el modelo económico y
buscar otro equipo político que se ponga a la cabeza del país. Los grandes
excedentes que está absorbiendo la economía nacional tienen que reinvertirse en
el desarrollo de los sectores productivos. En primer lugar los sectores
manufactureros y agropecuarios. Los políticos neoliberales panameños – si se
pueden calificar con este adjetivo - han apostado a la economía mundial y han
abandonado lo fundamental: la economía nacional.
Hay que poner a los panameños a trabajar y producir. De lo
contrario, seremos víctimas del primer temblor que sacuda el actual arreglo
internacional que depende de las importaciones agro-mineras de China y de las
exportaciones de ese país, principalmente a EEUU. El Canal de Panamá seguirá
pasando barcos, habrán puertos e, incluso, una zona franca. Pero si Panamá no
cuenta con una población trabajadora estable y productiva con la primera
sacudida se hundirá el país.
5 de septiembre de 2013
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