La corrupción viene en
muchas formas y tamaños. Lo que caracteriza a la corrupción, en general, es la
forma en que los empresarios se apropian de los bienes públicos de manera
fraudulenta. La corrupción no es parte de la cultura popular. Es el resultado
de las condiciones estructurales que predominan en una sociedad.
Marco A. Gandásegui, hijo / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
La corrupción se
presenta especialmente en las luchas para llegar al poder político y/o para
conservar el poder político. Los distintos grupos sociales pugnan por alcanzar
el poder político y usan - entre sus herramientas - la corrupción.
Hay casos en que la corrupción es legalizada (hay leyes que la protegen) y/o
legitimada (los valores sociales prevalecientes lo aceptan).
Políticamente, la
corrupción en Panamá (y en el resto del mundo) es generalizada. Puede ser
perseguida como delito, protegida por la ley y/o aceptada por los valores de la
sociedad. En este sentido, hay quienes pretenden decir que la corrupción es
parte de la cultura panameña. No hay algo más alejado de la realidad.
¿Qué
se entiende por 'cultura'? La cultura es lo que heredamos de nuestros
antepasados. Hay que incluir todas las influencias que recibieron de otras
culturas. Como diría un filósofo, somos dueños de nuestro destino pero
subordinados a la realidad (cultura) de la cual formamos parte. Gran parte de
la historia de Panamá (colonial y republicana) se asocia a la cultura
'comercial' en la zona de tránsito (‘transitista’).
Panamá ha experimentado otros momentos - breves - en que sectores o fracciones
de clase productivas han logrado apoderarse de las instancias gubernamentales y
orientado el país en otra dirección. (Se destacan los periodos del Estado
Federal en el siglo XIX y el régimen militar del siglo XX).
El
siglo XXI quizás constituye el período de mayor mercantilización de nuestra
política. La generación de riqueza ha sido reducida casi exclusivamente a la
circulación de mercancías. No hay producción. Panamá tiene, por ejemplo, un PIB
de 36 mil millones de dólares según cifras oficiales. Apenas, 4 mil millones,
un poco más del 10 por ciento, es generado por el sector productivo. El resto
de la riqueza es producto de la especulación, en forma de comercio y de las
transacciones internacionales que utilizan a Panamá como plataforma.
Los
especuladores imponen una cultural consumista/mercantilista. En política el
voto tiene un precio. En cultura la expresión artística tiene un precio. Todos
los valores como la lealtad, la honradez y la amistad tienden a cotizarse en el
merado. En la actualidad, la corrupción tiene un sabor a comercio.
La
duración de este estilo de acumulación sin sustento productivo es
historicamente muy breve. Puede durar 10 años. El país no produce, la riqueza
pasa de las manos de los pobres a la de los ricos a escala mundial. Panamá que
se encuentra en la ‘zona de tránsito’ recoge las migajas de los excedentes que
circulan por el mundo.
A
diferencia de los especuladores, los sectores productivos impulsan una cultura
de trabajo y educación. La corrupción tiene un significado negativo y es
condenada por la sociedad. No quiere decir que se erradica la corrupción. Es
menos abierta pero igualmente orgánica. La corrupción que presenciamos en
Panamá (o en cualquier otro país) es el resultado de las luchas entre los
grupos y clases sociales que aspiran al poder. Hay una mala noticia y otra buena. La primera es que el problema de la
corrupción no se puede resolver con leyes. Los corruptos meten
más gente presa y aparecen muchos más para reemplazarlos. Como ocurre en la
actualidad, la mayor parte de la población no cuenta con los recursos para
defenderse. La buena noticia es que la
corrupción puede resolverse mediante
cambios claves o estratégicos en la estructura social. La
educación es importante. Pero la educación tiene que concebirse para convertir
a todos los jóvenes en trabajadores altamente calificados y productivos
contribuyendo a crear nuevas riquezas en el país.
En
la actualidad, el gobierno panameño que maneja un presupuesto superior a los
mil millones de dólares para la educación manifiesta, abiertamente y en
sus documentos, que quiere crear un sistema para formar trabajadores
improductivos. El objetivo de quienes controlan politicamente el país
es tener mano de obra abundante y barata para apropiarse de riquezas
(o despojar a quienes tienen riqueza). Este sistema de educación (que se basa
en la noción de 'competencias') sólo favorece a los grupos que acumulan
sobre la base de la captura de excedentes de la producción de otros países que
utilizan el istmo (sobre el cual se construyó el Canal) para pasar sus
mercancías de manera más expedita.
La
corrupción es un factor que frena y paraliza el desarrollo del país. Esta
realidad panameña tiende a agudizarse desde la década de 1990 hasta el
presente. Circula mucho dinero en manos de unos pocos. La gran
mayoría de la población tiene 'empleos informales' -no produce riqueza
social-, recibe remuneraciones precarias, se le impide participar
politicamente y sus organizaciones son destruidas. Se convierten en 'clientes
políticos' de los grandes comerciantes y especuladores. El actual sistema
político descarta al trabajador informal, lo excluye, lo margina. Eso se llama
corrupción.
19 de septiembre de 2013.
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