El panorama de estos
movimientos simultáneos (reforma laboral, reforma energética, reforma
educativa, más las que pasaron y las que faltan) forman parte de una gran
estrategia, en la que los maestros son una pieza más del rompecabezas (Reforma
neoliberal total) que armará la reconfiguración de un Estado cupular, aliado
con el capital nacional-trasnacional.
Juan Díaz Yarto* / Especial para Con Nuestra América
Desde Mérida, Yucatán
Los maestros de la CNTE se oponen a la reforma educativa del presidente Peña Nieto. |
Ayer comentaba con los
padres de un compañero de mi hijo sobre la mala imagen y la falta de responsabilidad
aparente de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE), ante la educación y la opinión pública. Como si no les
importara ninguna de estas dos cuestiones fundamentales en su labor educativa.
Sabemos que esta opinión negativa se debe al bien orquestado desprestigio
emprendido por las televisoras hacia los maestros, al que subordinadamente se
suman la mayoría de las estaciones de radio nacional y local. Para comprender
mejor, nos hicimos preguntas que nos
parecieron simples: ¿Acaso no es mejor que estén en sus aulas dando clases, que
suspendiéndolas y manifestando? ¿Por qué no emprenden otras formas de protesta
más civilizadas? ¿Alguno de nosotros piensa que los maestros están calificados
para ofrecer una educación de calidad a nuestros hijos?
Evitando las respuestas
obvias, analizamos por qué los cuestionamientos a los maestros son tan severos
y descalificadores comparados con los tibios, y hasta comprensivos, esgrimidos
a la responsabilidad del gobierno para enfrentar o solucionar este problema.
Tomamos un poco de distancia para observar la situación en su contexto y
circunstancia. Así, pudimos mirar que la decisión de esta reforma (laboral)
educativa que propone la presidencia, forma parte de un paquete de reformas
decididas desde antes de sentarse en el palacio del Zócalo capitalino,
encaminadas a construir un México de beneficios en el que solo cabe una
reducida cúpula de poderosos, también escogida de antemano.
Visto así, el
comportamiento abusivo, madrugador, burlón y grandilocuente de los legisladores
(diputados y senadores) al pactar en lo oscurito esta reforma, habla de un
modus operandi cupular y servil de los partidos que participan en este
gobierno. Nos dimos cuenta que el termino Reforma,
en las manos del presidente Enrique Peña Nieto, no tiene una connotación
positiva como se esperaría. No se trata de Reformar
para llevar a los mexicanos hacia un futuro más próspero, sino que la intención
de estos cambios es la de Reordenar
los espacios estratégicos para colocar dirigencias aliadas.
El panorama de estos
movimientos simultáneos (reforma laboral, reforma energética, reforma
educativa, más las que pasaron y las que faltan) forman parte de una gran
estrategia, en la que los maestros son una pieza más del rompecabezas (Reforma neoliberal total) que armará la reconfiguración de un Estado
cupular, aliado con el capital nacional-trasnacional.
Recordamos, por
ejemplo, que este gobierno encarceló a Elba Esther Gordillo con base en un
acuerdo cupular que, más allá de la manipulación mediática al mejor estilo
priista, sirvió para jubilarla felizmente por la ruta más corta y menos
arriesgada (con algunos años de cárcel), al estilo Raúl Salinas, sin arriesgar
lo que efectivamente les importa: el control de los maestros y la pésima
calidad de la educación.
Nos preguntamos por qué
no sentimos la misma indignación por los abusos del poder, como lo hacemos con
las manifestaciones de inconformidad de nuestros pares, que son trabajadores
como nosotros, con salarios indecorosos, sin sindicatos honestos como nosotros
y con los que tenemos muchos motivos en común para estar indignados. Nos dimos
cuenta que en lugar de desarrollar un sentimiento natural de solidaridad, nos
sentimos incapaces de comprenderlos y despreciamos y descalificamos la dignidad
y la fundamentación de su lucha. Nos aterra que los maestros sean como
nosotros; al contrario, nos halaga pensar que son peores, que son holgazanes,
que son los únicos culpables de la mala educación, que no están calificados para
enseñar a nuestros hijos y que es mejor estar a lejos pagando una escuela
privada.
Nuestra mirada,
manipulada por los medios de comunicación, hace que nos enfurezcamos contra los
maestros que nos impiden llegar a tiempo al trabajo, que nos molestan con sus
gritos y pancartas, que ensucian nuestras ciudades, que abandonan a nuestros
niños (aunque los nuestros estén en escuelas privadas); en fin, que no se vayan
a cumplir con su trabajo y se sometan como nosotros, calladamente, a la
conservación de nuestro salario.
El Estado conoce muy
bien nuestras reacciones, y las alimenta premitiendo/provocando esta situación
de aparente caos, de la que la CNTE es
la única responsable. El Estado,
también, tenía calculado que los maestros disidentes vendrían a las ciudades,
que causarían problemas y que terminaríamos confrontándonos como sociedad.
Tanto es así, que hoy no comprendemos por qué en la CNTE se niegan a dialogar,
como personas civilizadas, con los legisladores que los madrugaron vilmente. ¿Cuál
es el sentido del diálogo si lo aprobado no cambiará?
Con nuestro enojo a
cuestas olvidamos, entre otras cuestiones, los motivos históricos que los
maestros tienen para reclamar sus derechos, las innumerables vejaciones, abusos
y represión de la que son y han sido objeto, el olvido y desatención en que los
ha sumido el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y los
Gobiernos, así como la necesidad de una profunda reforma educativa construida
desde y con los maestros, como los actores centrales.
Terminamos nuestra
charla dejando pendientes cuestiones como: ¿Acaso hay un solo responsable de
esta crisis y de la crisis educativa? ¿El problema de los maestros y de lo
educativo se soluciona si los maestros se vuelven a sus aulas? ¿En dónde está
el origen del problema de lo educativo y de lo laboral? ¿Qué debemos hacer ante
el paquete de reformas que viene?
*El autor Doctor en Economía por la Universidad de Hamburgo, Alemania. Trabaja
en el Centro de Estudios Superiores Justo Sierra O'Reilly, y se especializa en
temas de desarrollo económico, epistemología y educación popular.
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