Hoy vemos que además del
embate prioritario contra Maduro, atacan a fondo a Correa, Dilma y Lula, y
hostigan a Sánchez Cerén. Pero no hay tal fin de ciclo. Lo que sí hay es
golpismo de derecha debido a su imposibilidad de ganar elecciones a esos
gobiernos.
Ángel Guerra Cabrera / Rebelion
Desde hace algún tiempo
se ha decretado por las derechas, sectores de izquierda desorientados de
América Latina y el Caribe (ALC), y también de Europa, el fin de lo que llaman
ciclo progresista. Basan su afirmación en especulaciones muy alejadas de un
auténtico trabajo de campo y del conocimiento, o la correcta interpretación, de
la historia de luchas de nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños. O,
simplemente, la sustentan en sus deseos.
Existen, sin duda,
elementos de carácter objetivo y subjetivo que han llevado a una disminución en
el ímpetu ofensivo de los llamados gobiernos progresistas. Por demás, es bien
sabido que los procesos populares y revolucionarios no son linealmente
ascendentes todo el tiempo sino sufren marchas y contramarchas, flujos y
reflujos por bien dirigidos que estén y por mucho consenso popular que hayan
ganado.
Pero antes de entrar a
ese asunto creo importante decir que prefiero otra denominación para esos
gobiernos a la de progresistas, más adecuada en mi humilde opinión a la
realidad de ALC después del ascenso a la presidencia de Venezuela por Hugo
Chávez (1999). Por eso los califico como gobiernos que en distintos grados son
independientes de Estados Unidos, se distancian de los dictados del Consenso de
Washington, abogan activamente por la unidad y la integración latino-caribeña y
por un mundo multipolar. Si atendemos a estos rasgos podemos decir que cumplen
con ellos en alguna medida: Antigua y Barbuda, Argentina, Bolivia, Brasil,
Cuba, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Nicaragua, San Cristóbal y
Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Uruguay y
Venezuela.
Retomando el hilo, es
evidente que la desaparición en 2013 de un líder de cualidades tan descollantes
como Hugo Chávez, desaceleró, no obstante los valiosos esfuerzos del digno
Nicolás Maduro, el ritmo de avance que llevaban la unidad e integración de
nuestra región. A ello se unieron la abrupta caída del precio de las materias
primas, entre ellas el petróleo; el haber entrado algunos de los países
mencionados en recesión como Venezuela y Brasil, o disminuido su crecimiento,
con la consiguiente disminución de fondos para los programas de redistribución
de la riqueza y el golpe al poder adquisitivo de la población; además, el tener
que recurrir al crédito internacional, fundamentalmente de China, para
compensar la caída de sus ingresos en divisas. Debemos añadir errores e insuficiencias
en la gestión de los gobiernos y en la ejecutoria de sus partidos.
Pero antes de 2013 ya
había comenzado otra variable fundamental: la contraofensiva de Estados Unidos
y las oligarquías contra los gobiernos independientes y contra la unidad e integración
de ALC, desde el ataque yanqui-uribista a territorio ecuatoriano y el
restablecimiento de la IV Flota por Washington (2008), hasta los golpes de
Estado exitosos contra los presidentes Zelaya y Lugo en Honduras (2009) y
Paraguay (2012) y los derrotados en Bolivia (2008) y Ecuador (2010) contra sus
homólogos Evo y Correa.
Todo ello antecedido por
el golpe y boicot petrolero en Venezuela (2002-2003) y continuado en la última
década con un permanente acoso desestabilizador contra esos gobiernos. Empeño
en el que las llamadas industrias culturales estadunidenses -incluidos los
conglomerados corporativos de comunicación de ALC-, sustituyen literalmente
como armas de guerra a los ejércitos mediante el envenenamiento,
embrutecimiento y engaño de millones de personas. Lo vemos clarísimo estos días
en Brasil, Ecuador y Argentina. Sumemos los programas estadunidenses que forman
activistas en las técnicas de las revoluciones de colores, que incluyen el uso
de las redes sociales digitales.
Hoy vemos que además del
embate prioritario contra Maduro, atacan a fondo a Correa, Dilma y Lula, y
hostigan a Sánchez Cerén. Pero no hay tal fin de ciclo. Lo que sí hay es
golpismo de derecha debido a su imposibilidad de ganar elecciones a esos
gobiernos.
La razón es sencilla.
Pese a la crisis económica internacional que golpea también y duro a países
desarrollados como Estados Unidos, Alemania, Francia y Japón, los gobiernos
independientes de Washington tienen logros sociales incomparables en ALC que
llegan a quienes nunca tuvieron nada. Entre ellos, sacar de la pobreza a
millones de personas, llevado a las aulas a millones de estudiantes, extendido
apreciablemente la atención médica y elevado la calidad de vida de sus
poblaciones. Volveré sobre el tema.
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