Está claro: se ataca a
quienes han mejorado la condición de los sectores populares de sus países, han
fortalecido al Estado frente al mercado, han contribuido a la soberanía de sus
naciones frente a la gran potencia, han buscado la integración regional sin las
tutelas del Norte.
Roberto Follari / El Telégrafo
(Ecuador)
El ataque total. En
Brasil, ya el expresidente Cardoso, Serra y otros políticos opositores piden a
gritos que renuncie la presidenta, elegida para este segundo período hace menos
de un año. Se agitan movilizaciones que no solo buscan que la presidenta sea
impedida de cumplir su período constitucional, sino que son aprovechadas para
auspiciar el retorno de los militares. Es decir, quieren reemplazar la libertad
democrática por la dictadura: un programa desastroso para los derechos civiles
de todos, y también para la economía de los de abajo.
En Venezuela se trata
de agitar con las banderas de la inflación y el desabastecimiento de productos
básicos -favorecido este por los grandes empresarios- para crear descontento
generalizado. De tal manera, las oposiciones podrían ganar las elecciones
legislativas hacia finales del año, y desde allí presionar para destituir a las
autoridades electas, con el presidente Maduro a la cabeza.
En Argentina hay
elecciones presidenciales próximas. Como el candidato Scioli representa al
Frente para la Victoria, grupo electoral de la actual presidenta, se ha lanzado
una campaña de desprestigio permanente, tanto por vía de los medios como de las
llamadas ‘redes sociales’. Circulan toda clase de falsos rumores, pseudodenuncias,
noticias alarmantes inventadas, injurias contra los candidatos del actual
gobierno. El candidato opositor, Macri, está procesado por propiciar escuchas
telefónicas ilegales; por ello, no cuesta imaginar de dónde viene esta nueva
campaña sucia.
Está claro: se ataca a
quienes han mejorado la condición de los sectores populares de sus países, han
fortalecido al Estado frente al mercado, han contribuido a la soberanía de sus
naciones frente a la gran potencia, han buscado la integración regional sin las
tutelas del Norte. Se ataca -obviamente en un plan organizado de conjunto- a la
geopolítica independentista de nuestros países del Sur. El plan es liquidar
gobiernos populares. Retomar la hegemonía de las multinacionales y el libre
mercado. Devolver a los pobres al silencio. Al olvido. A la nada, a ser
predicados del capital.
¿Y el Ecuador? Está
claro, en este contexto. Notoriamente, hay quienes con la mejor intención
agitan el parche del retorno conservador. Quieren un continente con olor a
viejo. Volver a los años 70; a tiempos de hegemonía de la bandera con
estrellas, y de tristezas inenarrables para los pobres y los postergados.
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