Hay buenas noticias en Venezuela:
habrá elecciones legislativas el 6 de diciembre y el clima de total
intolerancia parece dar paso a una convivencia conveniente para chavistas y
opositores. Hoy, sin abandonar la lucha política y mucho menos la electoral, el
enemigo a quien había que destruir, destrozar, parece haberse convertido en un
adversario con quien competir, articular, incluso acordar.
Aram Aharonian / NODAL
Se han sucedido situaciones
externas e internas –más allá de la permanente guerra de micrófonos- que pueden
haber sorprendido, como la coincidencia de oficialistas y opositores en la
Asamblea Nacional para aprobar por unanimidad un acuerdo en defensa del
Esequibo venezolano, y el llamado de la belicosa central empresarial
Fedecámaras a emprender el diálogo con el Gobierno, tras plantear “tres
consensos que permitan trazar un horizonte productivo para el país”.
Finalmente, los partidos y
organizaciones opositoras aglutinadas en la Mesa de Unidad Democrática (MUD),
unos 30 sellos, decidieron ir a los comicios legislativos “con una tarjeta
única” de candidatos. El acuerdo puso fin –por ahora- a diferencias internas
admitidas por dirigentes opositores, entre ellos el dos veces candidato
presidencial Henrique Capriles, quien advirtió que “sin tarjeta única” se
pondría en riesgo “la adhesión mayoritaria”.
Y nuevamente desde la oposición
se habla de fraude, antes siquiera de comenzar la campaña electoral. Como desde
hace más de una década. El exfuncionario de la OEA, Rubén Perina, señaló a
medios extranjeros que en caso de que transcurran las semanas y el Consejo
Nacional Electoral no envíe la invitación formal a la OEA, o niegue su
participación, el Secretario General debería proponer (invocando el artículo 20
de la Carta Democrática Interamericana) realizar una apreciación colectiva de
la crítica situación política venezolana”.
Desde ya la prensa cartelizada
quiere imponer el imaginario en el continente de que existe el peligro de una
alteración del orden democrático, en términos de un fraude electoral.
No está previsto, obviamente, la
participación de OEA. Quizá sea invitada a presenciar los comicios. Pero
Unasur, previendo estas “operaciones”, está preparando la misión electoral a
Venezuela, con el apoyo de todos los países de la región, sin necesidad del
monitoreo y la previsible manipulación que pueden hacer, entre otros, Estados
Unidos y Canadá.
Ay, la economía y la seguridad
El que sorprendió con una frase
dura fue el gobernador de Anzoátegui y dirigente del PSUV, Aristóbulo Istúriz:
Si se elimina el control de cambio “tumban al Gobierno”, creando el imaginario
colectivo de que no hay decisión de modificar la actual política cambiaria, que
la verdad es que no ha servido para impulsar la producción ni para evitar la
fuga de divisas. Y la derecha y los medios de comunicación hegemónicos siguen
con sus exigencias: liberalización cambiaria o dolarización.
Esta carencia de un valor real de
los productos (en base a que la brecha entre el dólar oficial y el paralelo es
de dos ceros) y la inflación han logrado que disminuya el poder adquisitivo
real. Esto obliga a que el gobierno piense en una transferencia directa
Hay quienes insisten en que tiene
que pensarse con seriedad en una transferencia directa, por medio de una
tarjeta o un ticket de alimentación y medicinas sobre todos para los más
pobres, que no pueden aumentar sus ingresos como los comerciantes.
El 13 de julio, el gobierno
activó la Operación de Liberación y Protección del Pueblo (OLP), para
resguardar la seguridad, frente a las crecientes acciones del paramilitarimo
(importado de Colombia y asentado hasta en las grandes ciudades venezolanas),
con la finalidad de quebrantar la estabilidad y la paz en el país. El
presidente Nicolás Maduro informó que solo en el estado Miranda, se recuperaron
905 armas, 14 armas largas presuntamente manejadas por francotiradores
expertos, 32 vehículos robados recientemente y 200 apartamentos que permanecían
secuestrados por grupos paramilitares.
Y un ingrediente más, Maduro
aseguró que el gobernador de ese estado, Capriles Radonski, está vinculado con
el paramilitarismo y líderes colombianos. “La ultra derecha colombiana ha
llenado a Venezuela de droga y caos para ponerle las garras”, aseveró.
Divisionismo contra integración
Cada vez que avanzan las posibilidades
de integración, de cambio y de separación progresiva del imperio, surgen en
América latina conflictos fronterizos, heredados de la colonia, generalmente.
En Venezuela, hasta hace poco, la
oposición le pedía al gobierno que se ocupara del tema del territorio Esequibo.
Y ahora que el gobierno ha decidido hacerlo, algunos opositores se pusieron del
lado del gobierno guyanés y en defensa de la trasnacional ExxonMóbil. Pero lo
importante es que todos los parlamentarios –chavistas, antichavistas- votaron
juntos en la Asamblea Nacional.
Las colisiones por razones
fronterizas hay que ubicarlas en su contexto y en el cuadro político más
amplio, interno y externo, en que tienen lugar.
De tanto en tanto, la República
Cooperativa de Guyana pretende discutir sobre el Esequibo o explotar sus
riquezas. Entonces, esa no puede ser la causa de las recientes tensiones. Lo
nuevo es que el gobierno de Guyana se descarriló de la vía diplomática y
jurídica –hay acuerdo internacional para transitar por esta vía- y haya pasado
a realizar acciones unilaterales por vías de hecho, como la instalación de una
plataforma de exploración petrolera en contubernio con la transnacional Exxon y
sus asociados.
Es una liza en la que no resulta
extraña la presencia de Exxon, como tampoco que el representante diplomático de
Estados Unidos en Georgetown haya declarado como garante del resguardo de la
embarcación de esa empresa. Estrategias y oficinas se entrecruzan.
Estas circunstancias, añadidas a
las divisiones en Venezuela, explican –para el polítologo Leopoldo Puchi- que
Guyana haya pasado del diferendo diplomático a los hechos violentando el
acuerdo de Ginebra y haya iniciado la exploración en las aguas en disputa, con
la concurrencia de una empresa trasnacional y la amenaza del brazo armado del
imperio. La división de los débiles es la fortaleza de los poderosos.
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