Hoy, Miguel Díaz-Canel se ha transformado en presidente de la
república de Cuba. Para el que quiera escucharlo, sus primeras palabras en esa
condición no dejan duda alguna: “Aquí no hay espacio para una transición que
desconozca o destruya la obra de la Revolución. Seguiremos adelante sin miedo y
sin retrocesos; sin renunciar a nuestra soberanía, independencia, programas de
desarrollo, e independencia”.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
Han hecho todo lo posible, legal e ilegalmente, han quemado
cañaverales, han introducido plagas a los animales, las plantas y las personas,
organizaron, armaron y financiaron una invasión militar que el pueblo cubano
derrotó en menos de 72 horas un día como hoy hace 57 años, han promovido
deserciones y riesgosas migraciones ilegales, han robado cerebros, han
intentado asesinar a sus dirigentes centenares de veces , han mantenido un
bloqueo ilegal e inhumano por casi 60 años, se sostienen de manera ilegítima en
la base naval de Guantánamo contra la voluntad del pueblo cubano, han gastado
miles de millones de dólares en la subversión, el sabotaje y el terrorismo,
pero no lograron su objetivo: no sacaron ni a Fidel ni a Raúl del poder, ellos
se fueron por voluntad propia y por decisión del pueblo cubano.
Hoy Raúl se retira de su cargo de presidente de Cuba y lo hace por la
puerta ancha de la historia, reconocido, admirado y querido por su pueblo,
igual como lo hizo Fidel. Doce presidentes desde Eisenhower hasta Trump,
fracasaron en el intento: los Castro hicieron revolución, hicieron patria,
hicieron socialismo, hicieron internacionalismo y triunfaron.
La pequeña Cuba, aislada durante décadas por sus pares
latinoamericanos, bloqueada hasta hoy por la obsesión imperial, tuvo fuerzas
para salir adelante y todavía le quedaron restos para transmitir amor, solidaridad,
educación, cultura y salud por los infinitos rincones del planeta, donde por
cierto regaron con la sangre de sus mejores hijos los campos, las ciudades, las
montañas y los desiertos de África, el Medio Oriente, el Caribe y América
Latina y vale preguntarse ¿qué riqueza se trajeron de vuelta? Ninguna,
absolutamente nada material, solo el honor de saldar su propia deuda con la
humanidad como dijera Fidel en algún momento.
Acaso Fidel y Raúl pensaron que iban a ser presidentes cuando aquella
mañana irredenta del 26 de julio de 1953 arriesgaron sus vidas para iniciar el
camino de la liberación, acaso se amilanaron cuando fueron juzgados “en tan
difíciles condiciones” y teniendo que
defenderse, considerando que jamás “contra un acusado se había cometido tal
cúmulo de abrumadoras irregularidades”… y salieron adelante. Hoy, cuando Raúl
ha dejado de ser presidente de Cuba, al igual que Fidel, puede exclamar a viva
voz que la historia lo absolvió, abandonando la más alta magistratura, pero
dejando un país soberano, digno y respetado en el concierto internacional, más
por la fortaleza de sus ideas, por la reciedumbre de sus mujeres y sus hombres
y por su amor a la patria, que por riquezas materiales que la naturaleza no le
proveyó.
La cárcel, esa prisión fecunda que transformaron en escuela de
formación revolucionaria, solo sirvió para acrecentar su confianza en el camino
emprendido. La creación de una organización que diera continuidad a la epopeya
del Moncada, ocupó todos los esfuerzos y desvelos, ninguno de ellos estuvo
dedicado a pensar en qué harían cuando fueran presidentes.
El exilio mexicano, la preparación para regresar a la patria y a la
lucha, el Granma: 82 combatientes en aquella exigua nave que puso proa hacia la
isla querida y hacia la lucha. ¡En el 56 seremos libres o seremos mártires!
¿Estaban pensando en ser presidentes? No, el futuro era la libertad o la muerte
y nuevamente lo asumieron sin dudar y cuando después del desembarco, y tras el
desastroso combate de Alegría de Pío, en Cinco Palmas logran reunirse 8
combatientes, Raúl entre ellos, y 7 fusiles, Fidel afirmó categórico ¡Ahora si
ganamos la guerra!. ¿Es que acaso estaban pensando en la presidencia?
La lucha pasó por momentos difíciles, los combates eran permanentes y
continuos, pero el apoyo de los campesinos también crecía. No había tiempo de pensar en la presidencia.
El escenario de los combates fue aumentando, el influjo del Ejército rebelde se
ampliaba con los días y en marzo de 1958, Raúl, que no había pensado en la
presidencia, fue ascendido a comandante y se le encargó salir del abrigo
protector de la Sierra Maestra para crear el Segundo Frente, en la zona
nororiental el país. Tuvo que partir de cero para crear las bases
revolucionarias de un territorio que comenzó a ser liberado. Dos años y 13 días
después del encuentro entre Fidel y Raúl, en Cinco Palmas, el 1° de enero de
1959, la revolución triunfante inició el cambio en la fisonomía de la isla. Ese
día Fidel dijo que “La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una tarea
fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros…”. Alguien puede
suponer que en ese momento estaba pensando en la presidencia.
Acaso, ¿les tembló el pulso en
Playa Girón?, ¿estaba Fidel cavilando sobre la presidencia cuando desde un obús
autopropulsado frente a los barcos de la armada de Estados Unidos, dirigió
directamente los combates que
permitieron rechazar la invasión mercenaria?...y podríamos poniendo ejemplos,
pero el espacio no lo permitiría, el transcurrir del proceso revolucionario
muestra de manera fehaciente que los cubanos fueron resolviendo cada problema
que se les presentaba en el tiempo y de la manera mejor, según sus propios
criterios. Por cierto, como todo proceso social, lo hicieron con aciertos y con
errores.
Ahora que en Cuba hay un nuevo presidente, me voy a permitir recordar
algunos párrafos de un artículo referido a la llamada transición en Cuba, que
escribí en diciembre de 2016, tras el fallecimiento de Fidel:
“Según la información que manejo de fuentes directas, la llamada
transición en Cuba comenzó en realidad en septiembre de 1986, “…en febrero de
ese año se celebró el III Congreso del Partido Comunista (PCC) y solo un mes
antes, Fidel había cumplido 60 años. Es evidente que las reflexiones realizadas
por las altas autoridades cubanas respecto de esos dos hechos, y seguramente
otros más, llevaron a la conclusión de que había llegado el momento de comenzar
a pensar en la necesidad ineludible de preocuparse con mucha antelación por la
continuidad de la revolución cubana en el tiempo, dando paso a una fase
permanente y continua de formación de cuadros que hiciera que el natural
proceso de finitud de la vida de los líderes históricos de la revolución, no
causara contratiempos y se enmarcara en el normal desarrollo de la vida
política de un país, sobre todo de éste, ubicado a solo 150 kilómetros de la
mayor potencia mundial y sometido al acoso y la agresión permanentemente, en
los últimos 35 años.
El fallecimiento de Fidel Castro, además del odio de lo más putrefacto
de la derecha internacional, hizo emerger toda clase de teorías y opiniones
sobre la transición en Cuba. Es sabido que la mayor parte de los medios de
comunicación moderno si no tienen información, la inventan y la transforman en
verdad, esta vez infructuosamente intentaron colocar tal tema como el más
importante, tratando de ocultar el extraordinario homenaje que el pueblo
cubano, los pueblos del mundo, y los estadistas decentes de todas las
ideologías rindieron al Comandante en jefe de la Revolución Cubana.
Las cloacas imperiales han destapado toda una serie de hipótesis
respecto del futuro de Cuba. La cara siempre idiota de la locutora estrella de
CNN, cuando las respuestas a sus preguntas no son las esperadas, eran un
verdadero poema. Esa noche del 25 de noviembre consultaba a una persona en La
Habana respecto de qué estaba ocurriendo y la respuesta de “Nada. Todo está
normal”, desencajaba su artificialmente estirado rostro, pues había transmitido
durante años que “el régimen cubano ocultaría la muerte de Fidel Castro para
evitar las multitudinarias manifestaciones que pedirían el fin del régimen”.
Solo la estupidez, la ignorancia o la imaginación de escenarios estereotipados
diseñados en laboratorios de guerra sicológica podían hacer suponer que tal habría
de ser la respuesta del pueblo cubano al fallecimiento de quien consideran
después de Martí y tal vez a su lado, el más grande paradigma de la cubanidad”.
Y ahora Raúl dejó el cargo de presidente y nuevamente no pasó nada y
no pasará nada porque como también dije en ese artículo que hoy traigo a
colación: La transición en Cuba también incluyó un largo y paciente trabajo de
reestructuración de los métodos de trabajo. Raúl Castro se encargó
personalmente de que ellos fueran efectivos en el Partido Comunista de Cuba,
las Fuerzas Armadas y los órganos locales del gobierno y Partido en las
provincias y municipios. Se hizo énfasis en una política de selección de
cuadros que incluyera a los jóvenes para que en todos los niveles de la
administración y el Partido se fuera dando un prolongado y constante relevo
generacional. Hoy en Cuba, más del 70 % de los dirigentes del Partido y el
Estado y de los generales de las Fuerzas Armadas, nacieron después que Fidel
Castro dirigiera el asalto al cuartel Moncada en 1953.
Ese proceso se desarrolló con altas y bajas, algunos de los cuadros
designados para ocupar altos cargos en el gobierno y el partido cometieron
errores y fueron destituidos, el país pasó por el difícil “Período Especial“,
después de la desaparición de la Unión Soviética y del campo socialista,
principales aliados y socios comerciales de Cuba que además trajo un
recrudecimiento del bloqueo económico de Estados Unidos contra el país y que
fue especialmente severo entre 1990 y 1993 cuando desde diferentes fuentes
occidentales se anunció el fin de la revolución cubana. Esta fue una nueva
prueba de fuego para el mandato y el liderazgo de Fidel. Cuba logró superar
este momento, el más duro de su historia, cuando solo en 2007 pudo recuperar el
PIB de 1990.
La transición siguió su curso, incluso en esas condiciones, cuando
Cuba pasó por el que quizás ha sido el momento de mayor debilidad de su
historia. En ese lapso solo se pudo realizar el V Congreso del PCC en 1997,
hasta que el VI Congreso, ya con Raúl Castro en el poder, confirmó todas las
decisiones tomadas en 1986.
Hoy, Miguel Díaz-Canel se ha transformado en presidente de la
república de Cuba. Para el que quiera escucharlo, sus primeras palabras en esa
condición no dejan duda alguna: “Aquí no hay espacio para una transición que
desconozca o destruya la obra de la Revolución. Seguiremos adelante sin miedo y
sin retrocesos; sin renunciar a nuestra soberanía, independencia, programas de
desarrollo, e independencia” y agregó “A quienes por ignorancia o mala fe dudan
de nuestro compromiso, debemos decirles que la Revolución sigue y seguirá”,
pues “el mundo ha recibido el mensaje equivocado de que la revolución termina
con sus guerrilleros”.
Doce presidentes estadounidenses después, ¡Cuba sigue enhiesta y
altiva!
No hay comentarios:
Publicar un comentario