En una América Latina
donde el dos veces presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva permanece
detenido y el dictador peruano Alberto Fujimori está libre, la elección de Abdo
Benítez en Paraguay tras las tropelías de su padre es una imagen potente –y a
la vez fatídica– del clima de época regional.
Juan Manuel Karg / Cubadebate
Mario Abdo Benítez, presidente electo de Paraguay |
La elección de Mario
Abdo Benítez es un reflejo de la nueva realidad político-electoral de un Cono
Sur que, aún en disputa, busca ser hegemonizado por el arco conservador, en
auge tras la llegada de Macri y Temer a Argentina y Brasil. “Marito”, como lo
llaman en Paraguay, es el hijo del secretario privado del dictador Alfredo
Stroessner, motivo por el cual jamás condenó –ni siquiera en los últimos años–
el accionar de la dictadura paraguaya, aludiendo a un supuesto “poner en
contexto” que pretende justificar y/o alivianar los crímenes de lesa humanidad
cometidos. Es decir, viene del riñón profundo de la derecha de un país que ya
en 2012 tuvo un quiebre abrupto, que fue un parteaguas regional: el golpe a
Fernando Lugo bajo la fachada de un “juicio político exprés”.
Tuvo una ventaja electoral
innegable: frente a él no competía el obispo y ex presidente sino Efraín
Alegre, candidato de la heterogénea alianza Ganar (Partido Liberal Radical
Auténtico y Frente Guasú). Abdo también tuvo el apoyo de los medios
concentrados de su país, que en dias previos instalaron la idea –en base a
encuestadoras que pronosticaban más 20% de distancia– de un triunfo solvente,
indiscutible a priori, del Partido Colorado. Además del desánimo electoral que
ello pudiera provocar en los no oficialistas, los más de cien mil votos en
blanco y nulos –por encima de la diferencia que terminó sacando Abdo– también
hicieron su parte en el desenlace que presenciamos.
Con ese contexto
previo, la elección entre Abdo y Efraín fue la más pareja desde el retorno a la
democracia –apenas 3,7% de diferencia, cerrando una buena elección para la
oposición aún a pesar de la derrota– y también la de menor nivel de
participación en relación padrón-sufragantes de los últimos 25 años, con casi
40% de abstención. Como se ve, el candidato ganador no enamoró y apenas “salvó
la ropa” de los colorados, cuyo triunfo fue rápidamente saludado por el eje
Buenos Aires-Brasilia que en la actualidad comandan Macri y Temer, quienes ven
en Abdo un sólido aliado para impulsar el acuerdo Mercosur-Unión Europea, y
también un presidente sudamericano más para continuar asfixiando a Unasur –que
fue precisamente el organismo regional que intentó evitar el golpe a Lugo–, en
ambos casos siguiendo las políticas ya implementadas por el saliente Horacio
Cartes.
¿Buscará Abdo Benítez
ser parte de una una “nueva derecha” regional que ya se demostró errática en
DD.HH. y demasiado ortodoxa en lo económico, llevándonos a todos y todas a
pensar si hay algo nuevo allí? ¿O directamente intentará apelar al diminutivo
de cuna stronista, avanzando incluso un casillero más en el cercenamiento de
libertades y derechos? La élite paraguaya lo eligió con un motivo claro:
oxigenar a una derecha turbulenta, caótica, que casi pierde la elección aún con
todos los resortes fácticos –medios, empresarios, justicia, consultores– a
plena disposición. ¿Puede oxigenar a ese espacio político alguien que en pleno
domingo de elecciones visitó la tumba de uno de los miembros de la mesa chica
de Stroessner, fallecido en 2013 en libertad por la inacción de la justicia
paraguaya?
Bien podría ensayarse
una pregunta final para este artículo, en base a los dos escenarios antes
planteados: ¿existe la posibilidad de surgimiento de una “nueva derecha” –cuyos
límites regionales se evidencian bajo reformas laborales y previsionales– bajo
un “stronismo 2.0” en Paraguay? Abdo Benítez, el hijo del secretario privado de
Stroessner, tendrá en sus manos las respuestas a estos interrogantes. En una
América Latina donde el dos veces presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da
Silva permanece detenido y el dictador peruano Alberto Fujimori está libre, la
elección de Abdo Benítez en Paraguay tras las tropelías de su padre es una
imagen potente –y a la vez fatídica– del clima de época regional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario