Sin duda, el objetivo
por parte del intervencionismo estadounidense es generar una nueva “primavera
centroamericana” que revierta el poder del sandinismo y con ello sumar a ese
país centroamericano en la lógica de los golpes blandos como en Honduras en
2009, Paraguay en 2012 y Brasil en 2016.
Adalberto Santana / Especial para
Con Nuestra América
Desde
Ciudad de México
Los acontecimientos que
se generaron con las protestas violentas contra el gobierno del presidente
Daniel Ortega en los días que se iniciaron el 19 de abril de 2018, abre una
serie de interrogantes que es necesario identificar.
Sin duda, contar con mayores elementos de las contradicciones que ocurren en el
país más seguro de Centroamérica y que es gobernado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional
(FSLN), nos permitirá comprender la dinámica de violencia que se ha gestado en
esa nación hermana.
El Banco Central de
Nicaragua ha apuntado que esa nación
centroamericana “creció 4.9% durante 2017, destacó que entre las actividades de
servicio que más aportaron están hoteles y restaurantes, con un crecimiento de
7%, las cuales están relacionadas en parte al turismo, sector en el que se ha
incrementado la llegada de visitantes del exterior y cada vez arriban más
cruceros a puertos nicaragüenses”. Al mismo tiempo se ha señalado que el año de
2017 y en lo que va de 2018 “aumentaron las recomendaciones sobre Nicaragua, de
publicaciones internacionales influyentes que han ubicado a este país como uno
de los destinos más importantes para conocer e incluso con sugerencias muy
precisas de ciudades, sitios de aventuras y hasta hoteles singulares, como hizo
recientemente la revista Forbes al recomendar el hotel El Convento, en León”.
Esto significa que en los últimos tiempos la economía nicaragüense se ha visto
favorecida por el desarrollo del turismo internacional. Particularmente si se
considera que esta industria es una de las más rentables en los país
latinoamericanos, especialmente cuando estos cuentan con un riqueza natural e
histórico-cultural como lo ha sido Nicaragua.
País centroamericano
que en su territorio tiene una hermosa orografía llena de espectaculares
volcanes, montañas, espectaculares regiones lacustres e islas tropicales, así
como una riqueza invaluable en su patrimonio cultural al conservar una serie de
urbes coloniales como las esplendorosas
ciudades de Granada y León, entre otras. A la par de todo esto el emplazamiento
del territorio de Nicaragua entre dos
océanos y al ser una región que reúne todas las condiciones naturales para la
construcción de un canal interoceánico, resulta a lo largo de su historia un
punto estratégico del mundo por conquistar para el interés de las grandes
potencias occidentales desde la época de Carlos V hasta la era Trump. Situación
que hasta nuestros días ha sido inviable y que el pueblo nicaragüense ha
logrado hasta nuestro tiempos mantener su plena soberanía territorial.
Recordemos que en Nicaragua la gesta del General de Hombres Libres, Augusto C.
Sandino fue un acontecimiento en la historia mundial que se ha conservado en la
memoria como una de las luchas más impactantes de la defensa de la soberanía
nacional. O el caso del triunfo de la Revolución Sandinista que en 1979
finalmente derrocó a una de las tiranías más sangrientas de nuestra América y
que encabezó la familia de Anastasio Somoza. A quien un presidente estadounidense
calificó como “nuestro hijo de puta”.
En los últimos tiempos,
durante el gobierno del presidente Daniel Ortega que se inició en 2007,
Nicaragua ganó un gran prestigio precisamente por su oferta turística y por su
seguridad ciudadana, particularmente cuando
en otro momento cargó la imagen de un país belicoso inmerso en la guerra
generada a finales del siglo XX y que fue atizada por las políticas
intervencionistas de los presidentes republicanos Ronald Reagan y George Bush. Así mismo se menciona por parte del mismo
Banco Central que en ese país centroamericano “el turismo le generó a Nicaragua
US$840 millones, el 30% más que en 2016, según cálculos de los empresarios
privados y el gobierno, que aseguran que solo en la región del Pacífico del
país existen más de 500 destinos adecuados para que los extranjeros vengan a
vacacionar”. Así, según El Nuevo Diario
“la actividad turística se está convirtiendo en uno de los ejes principales del
crecimiento económico nacional” (https://www.elnuevodiario.com.ni/editorial/458189-auge-turismo-nicaragua/).
A la par que las leyes
de esa nación centroamericana en su proceso de modernización han favorecido con
la exención de una serie de impuestos, la llegada de personas jubiladas y
pensionistas extranjeros para radicar en su país y con ello aportar una serie
de capitales que favorezcan el desarrollo nacional. Cuestión que también se
favorece con la conectividad aérea que se ha incrementado hacia ese punto de la
geografía centroamericana. Incluso se están estableciendo los canales para
conectar a Managua con vuelos directos con
Madrid y Nueva York. Situación que permitirá recibir turistas a quienes
se estiman gastan por día US$100 o más en promedio.
Paradójicamente
Nicaragua se encuentra en un área donde países hermanos como los del llamado
triangulo del norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) padecen el crecimiento de la violencia y de
las maras, que presionan para que millones de jóvenes centroamericanos en
condiciones de pobreza y por su propia
sobrevivencia busquen emigrar a México con rumbo a los EU.
Ahora bien, pensemos el
resultado que genera que Nicaragua vuelva a convertirse en un país inestable,
violento e inseguro. La ola de violencia generada en abril lo insertaría en la
espiral de las contradicciones que a nivel internacional ha generado la derecha
estadounidense y local. A la par en los medios de comunicación internacionales
que le hacen eco a la campaña de desestabilización en Nicaragua, apuntan a
generar un terror mediático. Por ejemplo, no señalan que las protestas fueron
encabezadas por sectores de la oposición derechista y que las acciones
violentas correspondían a pequeños
grupos de alumnos de universidades privadas siguiendo el modelo de las llamadas
“guarimbas” venezolanas generando crímenes de odio. Incluso en el caso nicaragüense, se señala
que las bandas de grupos armados estrechamente vinculados y orientados por
sectores de la derecha nicaragüense, atentaron contra pequeños y medianos
comerciantes saqueando sus locales de venta de electrodomésticos, a la par de
incendiar y dañar hospitales y centros
educativos.
Frente a esa situación
el mismo partido gobernante, el FSLN, dio a conocer en un comunicado sobre
dichos acontecimientos que: “Como es sabido, fuimos atacados por una ofensiva
violentísima que estuvo a punto de incendiar el país en lo que fue una especie
de guarimba generalizada, o sea que a diferencia de Venezuela, los actos
violentos de protesta y demás acciones no se circunscribieron a determinadas
zonas, sino que fue en todas partes, más al estilo de los alzamientos ocurridos
en medio oriente”. Agregando el comunicado de la Secretaría Internacional del
FSLN que: “El siguiente nivel fue el de las protestas generalizadas en diversos
puntos de varias ciudades, que se vio acompañado de asaltos e incendios de
locales representativos del sandinismo e instituciones del Estado, y a casas de
sandinistas, así como saqueos a supermercados y a bodegas, entre ellas en la
que se guardaba todo el medicamento de los asegurados. En estos actos delictivos
había quienes convocaban personas en barrios pobres y luego las lanzaban al
saqueo”.
En el marco de esta
situación, las voces locales de la ultraizquierda, la derecha radical,
segmentos del empresariado y
algunos intelectuales antisandinistas, coinciden en querer el derrocamiento del gobierno que encabeza el
presidente Daniel Ortega. Esto es, impulsar un golpe blando en Nicaragua.
Incluso llaman a generar un “Gobierno Provisional”. En el mismo comunicado del
FSLN se señala que: “Ninguna organización política, social ni gremial se
atribuyó la dirección de las protestas, aunque fueron apoyadas públicamente por
el COSEP, algunos jerarcas de la Iglesia Católica y los partidos de la derecha
(los mismos que negaron a los trabajadores sus derechos cuando eran gobierno)”.
Cerrando la pinza senadores republicanos que alientan la contrarrevolución en
Cuba y Venezuela, en esa misma
tónica, “el Senador de la Florida Marco
Rubio, junto a Robert Menéndez, de Nueva Jersey, urgió a la Organización de
Estados Americanos a trabajar con la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos para llevar a cabo una inmediata investigación de los hechos de
violencia y censura” (http://www.elnuevoherald.com/noticias/sur-de-la-florida/article209843364.html). Sin duda, el
objetivo por parte del intervencionismo estadounidense es generar una nueva
“primavera centroamericana” que revierta el poder del sandinismo y con ello
sumar a ese país centroamericano en la lógica de los golpes blandos como en
Honduras en 2009, Paraguay en 2012 y Brasil en 2016.
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