Los nuevos movimientos sociales responden a motivaciones
puntuales que, de una u otra forma, son sentidas por una colectividad extendida
que se aglutina para presionar en pos de una resolución de lo que consideran
una situación que debe ser cambiada.
Rafael Cuevas Molina / Presidente
AUNA-Costa Rica
En
Costa Rica, en donde el 1 de abril hubo elecciones presidenciales, el apoyo del
movimiento ciudadano Coalición Costa Rica
a uno de los dos candidatos en la contienda, Carlos Alvarado del Partido Acción
Ciudadana (PAC), se evidenció como crucial para su triunfo.
Este
movimiento nació inmediatamente
después de la primera ronda de las elecciones, que se llevó a cabo el 4 de
febrero de este año. Surgió espontáneamente ante el llamado por redes sociales
de cinco jóvenes que, al igual que muchos de sus congéneres, se vieron
sorprendidos y se sintieron asustados ante el triunfo en esa primera ronda del
salmista neopentecostal Fabricio Alvarado, quien logró posicionarse en ese
sitio gracias a una agenda moralista conservadora anti LGBTI, misógina y, según
sus palabras, pro-familia tradicional.
Los
cinco jóvenes convocaron a una reunión masiva en una cancha de fútbol ubicada
en el corazón del barrio universitario de San Pedro de Montes de Oca, en la
capital costarricense. A su llamado acudieron varios cientos de personas, la
mayoría de ellas jóvenes no mayores de 40 años, que espontáneamente se
organizaron para llevar adelante una campaña de proselitismo y apoyo
organizativo que, a la postre, resultó clave para el triunfo del oponente de
Fabricio Alvarado.
En el
transcurso de la campaña electoral, la Coalición
estableció un pacto con el candidato que a la postre resultó ganador, en el que
se punteó un amplio abanico de aspectos que los coaligados consideraron básicos
para ofrecer su apoyo.
Si
hubiera que caracterizar de forma general a la Coalición Costa Rica, se podría decir que es un movimiento de clase
media urbana con una amplia presencia de jóvenes que se agruparon
espontáneamente para conseguir un objetivo puntual: la oposición a una
candidatura presidencial que consideraron que atentaba contra ciertos valores y
logros sociales “históricamente conquistados”, y el apoyo a la opción
contraria.
En Guatemala, entre mayo y agosto del 2015 se suscitó un movimiento
social con rasgos parecidos, de corta duración a pesar de que, en el contexto
guatemalteco, cuatro meses de movilizaciones, con sus altibajos, constituyen
toda una novedad. El objetivo central fue la protesta contra la corrupción de
las dos principales figuras del ejecutivo, la vicepresidenta Roxana Baldetti y
el presidente Otto Pérez Molina. Ese fue el motivo central de las
movilizaciones y la consigna: #RenunciaYa. En este movimiento social de amplio
espectro pronto aparecieron consignas aleatorias, subsidiarias o secundarias, pero
ninguna tuvo, como se demostró posteriormente a la renuncia de los denunciados,
mayor efecto movilizador. La consigna central aludió a la indignación contra
aquellos que, queriéndose pasar de vivos, engañaban y estafaban a la ciudadanía
enriqueciéndose, mientras del diente al labio decían combatir la corrupción.
Las causas estructurales, las acciones complementarias, los otros implicados
que no se divisaban ni habían sido denunciados, no interesaron más que a
pequeños grupos con mayor bagaje político que la mayoría. Estos grupos más
concientizados participaron con su propia agenda y, cuando el movimiento no la
asumió, se sintieron frustrados.
La clase media ladina citadina fue la principal protagonista. Esta fue
también gestora de un movimiento parecido al actual en el período presidencial
de Álvaro Colom, cuando el abogado Rodrigo Rosenberg lo acusó en un vídeo,
difundido después de su muerte, de ser el causante de su asesinato. Dicho
movimiento tuvo un alcance mucho menor que el que aquí analizamos, pero también
puso al presidente a un tris de renunciar. Se trató, por lo tanto, de un
segundo movimiento de indignados guatemaltecos, que se dirigen expresamente
contra la figura presidencial en menos de seis años. El motor principal dentro
de esa clase media son jóvenes profesionales que se auto caracterizan como
“apolíticos” ladinos que, al igual que el resto de su generación, están
inmersos en las redes sociales telemáticas. En entrevistas concedidas remarcan
sobre lo no planeado de sus acciones y su sorpresa al ver la respuesta de sus
conciudadanos a las convocatorias que hicieron. Posteriormente, uno de ellos
explicó que las consignas movilizadoras no habían sido una sola sino varias,
pero que estudios pormenorizados que llevaron a cabo del comportamiento de la
redes sociales, les indicaron el camino de cuáles tenían más aceptación y, por
lo tanto, capacidad de movilización.
Una primera característica que quisiéramos relevar de ambos
movimientos es su carácter contemporáneo, es decir, son movimientos que estás
“a tono” con otro tipo de movimientos similares en otras partes del mundo, como
el 15M en España, el Occupy Wall Street en Estados Unidos, el Maidan en Ucrania
o los movimientos asociados a la denomina Primavera Árabe.
Se puede deducir que el sujeto social que llevó adelante ambos
movimientos en sendos países centroamericanos, tiene no solo el conocimiento de
esos otros movimientos sociales sino que, además, cuenta con las herramientas
para imitarlos o emularlos. Es un grupo social “globalizado”, moderno, con
ingresos suficientes como para comprar y utilizar artilugios tecnológicos como
computadoras y teléfonos inteligentes. Asimismo, se puede deducir que, de una u
otra forma, tienen condiciones (materiales, políticas e ideológicas) en común
con esos otros movimientos, que sirven de sustento, de base material, a tales
movimientos. Establecido lo anterior, nominémoslos. Se trata de los llamados
nuevos movimientos sociales, que tienen algunas diferencias con los viejos o
antiguos movimientos sociales, a los que pertenecían, principalmente, los
sindicatos y los partidos políticos. Estos, los nuevos, tienen reivindicaciones
más puntuales, rehúyen a los partidos políticos, se organizan o conforman
horizontalmente sin las antiguas verticalidades que tenían en la cúspide
secretarios, comités centrales o direcciones ejecutivas; y desaparecen
fácilmente una vez cumplidas las reivindicaciones a las que se abocan, o cuando
el movimiento se agota en sí mismo, pues no buscan, como lo hacían los antiguos
movimientos, acceder al poder del Estado, sino solamente presionar. Por último,
habría que puntualizar el papel determinante que juegan en su conformación las
nuevas tecnologías de la comunicación, especialmente la llamada Internet 2.0,
que desde hace aproximadamente diez años ha revolucionado las formas de
comunicación social. Los nuevos movimientos sociales responden, entonces, a
motivaciones puntuales que, de una u otra forma, son sentidas por una
colectividad extendida que se aglutina para presionar en pos de una resolución
de lo que consideran una situación que debe ser cambiada.
Es esto lo que, en nuestra opinión, se ha organizado y expresado en
estos días de elecciones en Costa Rica. Su permanencia e influencia en el
futuro mediato está por verse pero, tomando en cuenta que el aglutinador
principal de las movilizaciones ha perdido vigencia, es muy posible que pierda
fuelle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario