Gerardo Honty
/ ALAI
El pasado 13
de junio la petrolera británica BP presentó, como lo hace cada año, su Revisión
Estadística de la Energía Mundial (Statiscal Review of World Energy 2018). Este
es uno de los informes que suelen ser utilizados por agentes y analistas para
conocer la evolución del sector energético a nivel mundial y su base de datos
es una referencia habitual para los investigadores. El reporte es bastante
exhaustivo y contiene no solo información del último año, sino también el
histórico de consumo y producción de todas las fuentes de energía de las
últimas décadas.
La principal
conclusión que puede sacarse de los datos presentados del último año revisado,
es que estamos lejos de poder cumplir con los objetivos de reducir la amenaza
del cambio climático en concordancia con los objetivos planteados en el Acuerdo
de París. En 2017 hemos dado un paso atrás respecto a los tímidos avances que
parecían vislumbrarse en los dos años anteriores: el uso de combustibles
fósiles continúa creciendo, el aumento de la participación de las fuentes
renovables es muy inferior a lo necesario y las emisiones aumentan en lugar de
disminuir.
Sorprendente
y preocupante
Luego de tres
años consecutivos de relativa estabilización en las emisiones globales de
carbono derivadas del consumo de energía -que fueron motivo de esperanza en el
anterior reporte de BP- estas volvieron a crecer en 2017 de la mano del aumento
de la demanda energética global y particularmente del aumento del consumo de
carbón, un combustible que se creía en franco declive. El consumo de energía mundial
creció un 2,2% el año pasado -el mayor aumento desde el año 2013- y las
emisiones de carbono fueron un 1,6% mayores que en 2016. En palabras de Spencer
Dale, Economista jefe del grupo BP, el informe es "sorprendente y
preocupante".
Muchas de las
estrategias para reducir las emisiones de carbono pasan por convertir a
eléctricos la mayor cantidad posible de usos finales de combustibles fósiles.
El automóvil eléctrico es uno de los ejemplos paradigmáticos de estas nuevas
estrategias. Pero el sector eléctrico no se está volviendo más
"limpio". El sector de generación de electricidad es en la actualidad
el mayor demandante de energía primaria -más que el transporte y la industria-
y representa la tercera parte de las emisiones de carbono del sector energético. Es
decir, las medidas de conversión a eléctrico solo pueden reducir emisiones si
la electricidad proviene de fuentes renovables, en caso contrario el resultado
puede ser opuesto al buscado.
Lo que le
resulta sorprendente y preocupante a Dale es que a pesar del extraordinario
crecimiento de las energías renovables y todos los esfuerzos por sustituir con
fuentes más limpias la generación de electricidad, “casi no ha habido
mejoras en la matriz eléctrica mundial en los últimos 20 años”. Según
indica su análisis -y puede comprobarse en los datos del informe- el porcentaje
de carbón en el sector eléctrico en 2017 fue del 38%, la misma proporción que
ocupaba en 1998. Con el agravante que, como el consumo energético es mayor, en
términos absolutos el 38% del consumo actual se bastante mayor que el 38% de
hace 20 años. Y en general la participación de los combustibles fósiles sigue
siendo tan alta como cuando se firmó el Protocolo de Kioto en 1997. "No
tenía idea de lo poco se había avanzado hasta que miré estos datos" expresa
Dale.
"Tener
alguna posibilidad de lograr un camino consistente con el cumplimiento de los
objetivos climáticos de París -continúa el economista- tendrá
que tener significativas mejoras en el sector eléctrico. Pero esta es un área
donde a nivel mundial ni siquiera hemos dado un paso adelante, nos hemos
detenido: perfectamente detenidos durante los últimos 20 años". Una
afirmación más sorprendente y preocupante dado que viene de una empresa que
basa su negocio en la venta de hidrocarburos.
En particular
el consumo de petróleo sigue aumentando, según el informe. La demanda de crudo
creció en 1.7 millones de barriles diarios (mbd) y es un aumento
significativamente mayor que el promedio de los últimos 10 años (1,1 mdb). Para
poner este dato en contexto, el crecimiento promedio de los últimos cinco años
está en su nivel más alto desde la época del superciclo de los productos
básicos de 2006 y 2007. Esto ocurrió aún con todo lo que se ha avanzado en
materia de eficiencia en el uso de la energía, la reducción de la intensidad
energética, el crecimiento de las energías renovables, etc. Todos esos factores
son reales y están ocurriendo, pero el aumento del consumo de petróleo continúa
su avance. En sentido opuesto, el porcentaje de las modernas energías
renovables como la solar, la eólica y la geotermia, se mantienen con un escaso
aporte del 4%.
América
Latina
Sin embargo,
esta tendencia mundial no ha sido la misma en América Latina. Según el informe
que se viene analizando, en Sur y Centro América el petróleo y el gas natural
han reducido su participación en un 1% cada uno, lugar que ha sido ocupado por
un aumento de 1% en hidroelectricidad y otro 1% en otras fuentes renovables. De
la misma forma, el crecimiento de la demanda de energía ha sido menor que en el
resto del mundo -con un 0,8% de aumento en contraste con el 2,2% del promedio
mundial- y las emisiones energéticas se han reducido en un 1%. Estas
diferencias están más relacionadas con la caída del PBI regional que con las
medidas de eficiencia o de planificación energética. No debe olvidarse que el
PBI de América Latina ha caído en los últimos tres años mientras que el global
ha aumentado y que el crecimiento económico es el principal impulsor del
consumo energético y las emisiones.
En el caso de
la generación de electricidad, en 2017 hay un 3% más de participación de
renovables en detrimento del mismo porcentaje de electricidad de fuentes
fósiles. La presencia de la hidroelectricidad en la región sigue siendo una
excepción en el mundo, con un 55% de toda la energía eléctrica producida. No
obstante lo anterior, tres cuartas partes de toda la energía consumida en la
región aún proviene de fuentes no renovables.
La producción
de petróleo en Sur y Centro América, consideradas en conjunto, volvió a caer
por segundo año consecutivo en 2017 y se mantiene prácticamente en los
volúmenes de hace 10 años. Sin embargo existen notorias diferencias entre los
países con extremos que van de un aumento del 4,8 de la producción petrolera de
Brasil –respecto a 2016- a una reducción del 11,6 en el caso
venezolano. Algo similar ocurre con la producción de gas natural que
aumentó un 12,4% en Brasil pero se redujo 6,5% y 6,9% en Colombia y Perú
respectivamente.
Otras
preocupaciones
Una novedad
que trae este año el reporte de BP respecto a los informes similares
anteriores, es la incorporación de datos sobre reservas y precios de cuatro
materias primas relevantes para la producción de energías renovables: litio,
cobalto, grafito y tierras raras. Es que la disponibilidad y costos de los
insumos necesarios para la fabricación de baterías, paneles solares y
aerogeneradores, comienzan a ser imprescindibles para evaluar las tendencias
futuras. En particular el cobalto y el litio para la producción de las baterías
de los automóviles eléctricos ya han comenzado a dar señales de aumento de
precios debido al crecimiento de la demanda. La producción de cobalto ha
crecido a una tasa de 0.9% anual desde 2010 y sus precios aumentaron más del
doble en 2017. Por su parte la producción de litio ha aumentado en un 6.8%
anual en el mismo período y su cotización creció un 37% durante el último año.
Muchas veces
se pierde de vista que si bien la fuente de energía puede ser renovable, como
el sol y el viento, la tecnología necesaria para su aprovechamiento no lo es.
Los minerales, metales y otras materias primas necesarias para la fabricación
de celdas fotovoltaicas, molinos de viento y baterías son finitos, no
renovables y algunos de ellos escasos. Su explotación conlleva costos
económicos y gastos energéticos crecientes –además de daños ambientales- y los
datos de reservas y precios se vuelven necesarios. La aparición por primera vez
de esta información en el reporte anual de BP es una clara señal de que estos
factores comienzan a preocupar a los planificadores energéticos.
- Gerardo Honty es analista de CLAES
(Centro Latino Americano de Ecología Social)
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