El equipo nacional francés de fútbol refleja una parte de
la realidad del país, la que refiere a la creciente presencia de gente de la
periferia del sistema capitalista, gente de piel oscura, árabes y africanos de
distintos orígenes, que compelidos a buscar formas de vida menos apremiantes a
las de sus países de origen, llegan hasta los suburbios de París, Lyon o
Burdeos.
Rafael Cuevas Molina / Presidente
AUNA Costa Rica
La composición del equipo nacional francés de fútbol del último Campeonato
Mundial de ese deporte despertó las suspicacias por estar conformado por
inmigrantes o descendientes de inmigrantes africanos. Las redes sociales se
llenaron de comentarios que se movían entre dos extremos: los que consideraban
que un equipo de esas características no representaba a los franceses, y
llegaron a llamarla la selección de África, y los que vieron en su conformación
un reflejo de la sociedad multicultural a la que representaba.
El aumento de las migraciones hacia Europa desde el Medio Oriente y el
África subsahariana se encuentran en el centro de la polémica. Varios
acontecimientos y procesos políticos recientes, ocurridos fuera de las
fronteras europeas, pero en los que Europa ha jugado un papel determinante, han
provocado ese aumento.
En primer lugar, el derrocamiento del régimen de Muamar Gadafi en Siria,
que constituía un valladar para quienes se movían hacia el mar Mediterráneo
intentando cruzarlo, transformó a Libia en una tierra de nadie en la que prima
el caos y la confrontación entre facciones de bandoleros de muy distinta
calaña, en donde los migrantes además de sufrir inimaginables vejaciones, parten
en precarias embarcaciones tratando de llegar a Europa en oleadas
interminables.
Exhaustos, cientos de ellos mueren ahogados y, quienes logran llegar o
ser rescatados corren el riesgo de ser
rechazados inhumanamente, como ha sucedido de forma reiterada en Italia, donde
el nuevo gobierno de derecha comandado por Giuseppe Conte devuelve al océano
los barcos atestados.
En segundo lugar, la guerra desatada en Siria, en donde la OTAN también
ha jugado un papel importante al apoyar al archipiélago de grupos armados que
se oponen al gobierno de Bashar al-Ássad. El país, devastado por la guerra, no
ofrece las condiciones mínimas para la supervivencia, lo que ha provocado un
éxodo masivo que entra a través de Turquía y el Mar Mediterráneo, para luego
desembocar en Grecia, Bulgaria, Turquía y Austria tratando de alcanzar
Alemania.
La reacción de Europa ha sido de rechazo, lo que se ha expresado en el
crecimiento de los partidos abiertamente xenófobos, algunos de los cuales han
logrado llegar al poder, como son los casos de Austria e Italia, por ejemplo,
hasta acciones abiertamente hostiles, como el cercado dela frontera de Hungría.
Por doquier el tema refugiados y migrantes crea escozor y desavenencias,
amenazando con la ingobernabilidad, como
es el caso de Alemania, o la desintegración, como sucede con la Unión Europea
misma.
En Francia se han dado discusiones y tomado medidas polémicas que atañen
a poblaciones urbano-marginales de las que, precisamente, provienen quienes
mayoritariamente conformaron la representación francesa en el Mundial de
Fútbol. Una de las más polémicas ha sido la que se refiere al uso de la burka,
que ha sido prohibida en público, o la prohibición en algunas playas francesas
del llamado ”burkini”, vestido de baño utilizado por las mujeres musulmanas.
Asimismo, a lo largo de los últimos 25-30 años han estallado la violencia
en los barrios periféricos de numerosas ciudades francesas en donde viven los
migrantes y sus descendientes, que son la expresión de una grave crisis que se
expresa en paro, pobreza, fracaso escolar, delincuencia, marginación y ruptura
de los lazos sociales. Los políticos privilegian una política de represión y de
reinstauración del orden público con las intervenciones de la policía.
En estas condiciones, efectivamente, el equipo nacional francés de fútbol
refleja una parte de esa realidad, la que refiere a la creciente presencia de
gente de la periferia del sistema capitalista, gente de piel oscura, árabes y
africanos de distintos orígenes, que compelidos a buscar formas de vida menos
apremiantes a las de sus países de origen, llegan hasta los suburbios de París,
Lyon o Burdeos.
Pero lo que molesta a muchos es lo que puede catalogarse como hipocresía:
los que son marginados o repelidos inhumanamente en las fronteras europeas, los
que eventualmente son apenas tolerados como vecinos en sus grandes ciudades,
son alabados como sus representantes cuando realizan un performance como el de
convertirse en campeones mundiales del deporte más popular del mundo en su
representación.
Son los nuevos gladiadores del circo del mundo contemporáneo.
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