Luxemburgo nos aportó
también el primer análisis de la forma en que la periferia queda plenamente
integrada a la dinámica global del capitalismo. Detectó las relaciones
desiguales que vinculan a las economías dominantes y subordinadas y anticipó
las teorías del “desarrollo del subdesarrollo”.
Claudio Katz / ALAI
Exposición
en las Jornadas Rosa Luxemburgo. A 100 años de su asesinato.
Buenos Aires, 24 de
septiembre 2019
Buenas tardes, gracias
por la invitación y me alegro mucho de esta incorporación de Rosa Luxemburgo, a
la lista de revolucionarios homenajeados, como ya hicimos con Marx, Lenin, el
Che o Fidel. Bienvenido este tributo a los 100 de Rosa, que fue una excepcional
exponente del marxismo clásico. Como todos sus pares ella fusionaba la acción
política con la teoría y la militancia con el pensamiento. Por esa razón
desenvolvió una vida tan integral.
Puesto que no alumbró
una corriente específica perdurable, su obra fue poco visitada y poco citada
durante muchos años. Yo creo que abordó problemas de gran actualidad al actuar
en un partido socialista, que principios del siglo XX ya era una organización
de masas, con gran predicamento sindical y fuerte protagonismo parlamentario.
En esta mesa de las
Jornadas nos concentramos en Rosa como economista y como partícipe de la
extraordinaria generación de teóricos que sucedió a Marx. Yo creo que en ese
terreno nos legó aportes muy significativos en varios planos.
Primero en la
metodología de investigación del capitalismo. En su época ya se había
generalizado el estudio del Tomo 1 de El Capital, con gran atención entrados en
la explotación, la plusvalía y los desequilibrios de la órbita productiva. Rosa
fue la primera en ir más allá de estos enfoques, propiciando un análisis de
toda la dinámica de la reproducción. Integró especialmente la esfera de la
circulación, mediante la exhaustiva incorporación del Tomo 2 a la indagación
del capitalismo.
Revisó con gran audacia
los esquemas de reproducción ampliada de la obra de Marx, que ofrecían un
modelo integral de funcionamiento del sistema. Se propuso incluso enmendar los
errores que observó en esos esquemas, para formular a partir de allí su propia
teoría de la crisis.
Luxemburgo discutió
acaloradamente esa corrección con varios economistas. Sus críticos objetaban la
introducción de un razonamiento empírico directo, en modelos abstractos. Esos
esquemas estaban concebidos con muchos supuestos, con el objetivo de evaluar
cómo puede funcionar un sistema socavado por tantas contradicciones. Yo creo
que los críticos tenían razón. Pero las grandes pensadoras suelen abrir
extraordinarios caminos de renovación, cuando transitan incluso por pistas
falsa.
Rosa inauguró el
estudio contemporáneo de El Capital como totalidad y como valor en movimiento.
Tomo en cuenta la metamorfosis de todos sus componentes. Sólo ese abordaje
permite comprender el proceso general de distribución, realización y
valorización del capital. No alcanza con indagar lo que sucede en el ámbito de
la producción y en la generación de plusvalía. El capitalismo está socavado por
múltiples contradicciones, que irrumpen en todos los planos de su
desenvolvimiento. Ese abordaje totalizador fue comenzado por Luxemburgo.
El segundo tema es la
crisis. En la época de Rosa se discutía intensamente cuál era el desequilibrio
principal del capitalismo. Ella integraba la corriente subconsumista que
atribuía esas convulsiones a la estrechez de los salarios, recordando que un
sistema basado en la explotación no genera la demanda requerida para su propio
funcionamiento. Consideraba que el capital emigraba de un país a otro para
contrapesar la insuficiencia del consumo insuficiente y situaba los límites del
sistema, en el agotamiento de los mercados no capitalistas.
También esa mirada
suscitó fuertes polémicas con sus pares marxistas, que resaltaron cómo el
propio sistema genera contrapesos a ese desequilibrio, mediante otros consumos,
mayores demandas de bienes producción y nuevos mercados. De ese debate emergió
en mi opinión la mejor síntesis contemporánea de la teoría de la crisis, que
integra las insuficiencias de la demanda a todos los desequilibrios
concentrados en la sobreproducción. El principal problema del capitalismo no es
la pobreza de las masas, sino la tendencia capital a expandir la producción por
encima del consumo.
Pero la atención de
Rosa a los desequilibrios de la demanda tiene gran actualidad, puesto que el
neoliberalismo provoca un serio deterioro del poder de compra. Incentiva el
consumo sin brindar la correspondiente contraparte de ingresos superiores y en
gran parte de la periferia inferior directamente recrea el drama del
subconsumo. En el caso de América Latina incide en el desencadenamiento de periódicas
crisis de intensa gravedad.
El tercer tema es la
dimensión económica del imperialismo. Al igual que Lenin, Luxemburgo estimaba
que la competencia obliga a los capitalistas a incursionar en el mercado
mundial, para capturar nuevos territorios. Pero Rosa atribuía esa compulsión a
la existencia de mercancías invendibles y a la necesidad de realizar en la
periferia, la plusvalía no absorbida en las economías centrales. Por el
contrario, Lenin explicaba el imperialismo por el proteccionismo, la supremacía
financiera, el monopolio y la exportación de capitales sobrantes.
Mientras que la mirada
de Lenin ha sido actualizada por los teóricos del capital rentista, el enfoque
de Luxemburgo es retomado por los teóricos del Nuevo Imperialismo. Resaltan
especialmente el papel de esa nueva configuración para lidiar con la
sobreproducción global itinerante. Yo creo que esta segunda vertiente es más
fructífera, en la medida que evita todos los inconvenientes de localizar
exclusivamente la crisis en el plano financiero.
En la interpretación
política del imperialismo existió total convergencia entre Lenin y Luxemburg.
Ambos cuestionaban la ilusión de impedir el estallido de la Primera Guerra
Mundial mediante pactos entre las potencias. Objetaban las ilusiones en el desarme
negociado y convocaban a la lucha para impedir la matanza de los pueblos. En
esa actitud frente a la guerra radica, en mi opinión, el eje de la teoría
clásica del imperialismo. En un período de grandes guerras por la apropiación
del botín colonial, ese enfoque aportó el fundamento político para el rechazo
revolucionario de la guerra.
Ese escenario se
modificó radicalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX. Pero mediante
el Pentágono, la CIA y los marines, el imperialismo persiste como el gran
instrumento de dominación de las empresas transnacionales. Luxemburgo señalaba
especialmente que el capitalismo se sostiene en el uso de la fuerza. Y como el
sistema necesita recurrir a esa coerción, es un gran error suponer que el
imperialismo ha sido reemplazado por rivalidades meramente hegemónicas,
disputas ideológicas o búsquedas de consenso.
Yo creo que se incurre
en el mismo equívoco, cuando se analizan las relaciones internacionales en
términos de unipolaridad o multipolaridad. La dramática vigencia del
imperialismo se verifica en las guerras que devastaron al continente africano y
al mundo árabe y que han desintegrado varios países para asegurar la captura de
las materias primas.
Luxemburgo nos aportó
también el primer análisis de la forma en que la periferia queda plenamente
integrada a la dinámica global del capitalismo. Detectó las relaciones
desiguales que vinculan a las economías dominantes y subordinadas y anticipó
las teorías del “desarrollo del subdesarrollo”. Describió especialmente cómo la
periferia es doblemente esquilmada por succiones económicas y pillajes
coloniales y señaló, además, que la acumulación primitiva de capital no fue
sólo un proceso histórico de preparación del capitalismo. Constituye una
dinámica recurrente en el funcionamiento del sistema.
De esa mirada surgió el
concepto de acumulación por desposesión. Ya no se aplica al estudio de la
depredación de las colonias durante las grandes guerras, sino al análisis de la
expropiación que implementa el neoliberalismo especialmente en el terreno de
las privatizaciones o el extractivismo.
Sobre el tema
específico del trabajo, yo observo a Luxemburgo como una estudiosa de la
compleja dinámica de la explotación. Me parece que su mirada es muy útil para
evaluar el curso contemporáneo de la precarización, el desempleo y la
intensificación de la jornada de trabajo. Siempre subrayaba la importancia de
las conquistas obreras y los logros en materia de ingresos o condiciones
laborales. Ponía especial atención a la evolución del componente histórico
social del valor de la fuerza de trabajo.
Por eso entiendo que
era crítica de teorías simplificadas de la pauperización absoluta y no veo
sintonía de su enfoque, con un postulado general de pago usual de los
trabajadores por debajo del valor de su fuerza de trabajo. Observó, en cambio,
una gran familiaridad con las nuevas síntesis de la Teoría del Proceso de
Trabajo, que remarcan el peso del control patronal y la dinámica contradictoria
de diferenciación y recalificación de la fuerza de trabajo.
Finalmente, sobre el
futuro del capitalismo Rosa nos legó dos planteos. Por un lado, cierta
sugerencia de crisis terminal del sistema por agotamiento de los mercados no
capitalistas, a tono con las teorías del derrumbe de la entre-guerra. Por otra
parte, una gran atención a la competencia y al crecimiento exponencial, con el
consiguiente distanciamiento del estancacionismo. Este segundo registro es
retomado por los teóricos del Nuevo Imperialismo, cuando avizoran un futuro de
crisis capitalistas sucesivas y peligrosas, pero evitando augurios de
desenlaces terminales.
En cualquier caso,
Luxemburgo observaba el futuro como una disyuntiva entre el socialismo y la
barbarie. Y basta registrar la gravedad de la destrucción del medio ambiente
para notar la dramática actualidad de esa encrucijada. Bajo el capitalismo la
barbarie no es una opción de futuro. Es una realidad cotidiana en todos los
países.
Y la encrucijada que
planteó Rosa implica que el futuro depende de la lucha. Depende de nosotros y
de nuestra construcción de alternativas. Ese fue el mensaje central de
Luxemburgo: la reflexión teórica para el compromiso con las mayorías populares,
el estudio para la acción militante y el debate entre compañeros para construir
una sociedad sin explotadores, ni explotados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario