La
Asamblea General de la ONU que ha tenido lugar en la semana que termina podría
haber sido una más entre las protocolarias asambleas que realiza la ONU, pero
esta se realiza en medio de una situación apremiante y con la presencia de una
muchacha que llama la atención sobre ella: Greta Thunberg.
Greta Thunberg |
Rafael Cuevas Molina
Presidente
AUNA-Costa Rica
Greta
llega del otro lado del Atlántico con un grito en la garganta: se nos acaba el
tiempo, estamos al borde del precipicio y no podemos demorar más resoluciones
drásticas para cambiar el rumbo que lleva el deterioro del medio ambiente
climático.
Las
evidencias que estamos en una situación límite se multiplican por todas partes,
y cobran dividendos que se expresan en situaciones dramáticas para millones de
seres humanos.
En
Centroamérica, lugar desde donde escribo estas líneas, una larga y cada vez más
ancha franja del territorio desde Costa Rica hasta Guatemala se desertifica. Es
una zona en donde las cosechas se agostan, la niñez sufre de desnutrición
crónica y muere, literalmente, de hambre. La gente no tiene futuro en medio de
los terrones duros de lo que otrora fuera su parcela, y pasa a engrosar la
avalancha de gente que se mueve como un río lento hacia el norte.
En
esta misma región, sube el nivel del mar. Las olas penetran cada vez más tierra
adentro. En el Pacífico Sur costarricense, por ejemplo, cálculos de la
Universidad Nacional indican que en los últimos 10 años el mar ha avanzado dos
metros en tierra firme y lo hace cada vez más rápido.
Los
monos llamados Aulladores en esa zona, Zaraguates en Guatemala, cambian el
color de su pelambre y sus crías nacen con deformaciones por la exposición
continua a los agroquímicos usados en las extensas plantaciones de piña y
banano orientadas a la exportación.
Son
solo breves instantáneas de males universales y mayores que deberían hacer
sonar todas las alarmas, no solo las de la ONU sino la de todos nosotros y en
todo momento, como cuando arde la casa en medio de la noche. Pero la mayoría no
lo hacemos, enredados en nuestra enajenación cotidiana que no nos permite ver
en dónde estamos: en la canoa que se desliza rauda sobre el río que se despeña
unos metros más adelante en una insondable cascada.
Greta
Thunberg llega a Nueva York, lanza un grito angustiado y enojado e
inmediatamente es vilipendiada. Se ceban en el gesto duro de su rostro,
ridiculizan su edad, encuentran intereses siniestros detrás de su campaña. En
las redes sociales se burlan de ella los que lo único que hacen es teclear en
un teléfono portátil que, seguramente, en unos meses botaran al tacho de la
basura para que pase a engrosar las toneladas de basura indigerible por nuestro
entorno. Un señor presidente centroamericano de los que hablan desde el podio
principal del gran recinto de la ONU se toma un selfie con uno de esos teléfonos y es felicitado por todos.
En
estas circunstancias apremiantes, viendo la sonrisa del señor mandatario, nos
vienen a la mente lo versos de Mario Benedetti: “seré curioso/señor ministro/de
qué se ríe/de qué se ríe”. ¿De qué nos reímos, de qué nos burlamos? ¿Será que
somos como los patricios abandonados a la vida licenciosa en medio de la
debacle del Imperio Romano, inconscientes del tumulto que los arrastraba?
¿De qué
se burlan, queridos amigos, de qué se burlan?
2 comentarios:
Hola querido compañero Rafael. Su articulo debria hacer parte de pancartas gigantes que se colocan en algunas calles de nuestros paises y quizas consigan abrir los hojos de nuestros mandatarios para que se cambien de este riso idiota y quisas suicida y hagan llamadas a los pueblos para que se unam para una unica accion : Salvar el PLANETA
Que pobreza de conocimiento de algunos mandatarios Latino Americanos: Maduro, Bolsonaro si hasta Evo Morales se hace aceptable ante semejantes trogloditas... tienen que educarse para ser SERES HUMANOS RACIONALES, antes de entrar en politica...
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