El TISA hará de la
educación y la salud solo ámbitos donde lo más importante es el negocio y el lucro
correspondientes; disipándose casi por completo la consideración de derechos
humanos que todavía con algunas limitaciones, prevalecen.
Pedro Rivera Ramos / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
El Trade in Services
Agreement, mejor conocido como TISA, es un polémico acuerdo que casi cincuenta
países, entre ellos Panamá, vienen negociando en el más absoluto secreto desde
febrero de 2012, pero que por algunas exigencias que se le conocen, comentarios
de miembros negociadores y por revelaciones hechas por Wikileaks y otras
fuentes, se han podido identificar las serias implicaciones que para diversos
sectores de la economía y la sociedad tienen sus demandas. El TISA en estos
momentos, aunque sus negociaciones parecen estar ahora mismo en suspenso,
incluye la participación de países que representan el 70% del comercio mundial
de servicios.
Este acuerdo pretende en
todos los países que acepten y firmen sus términos, intervenir y regular aspectos
relacionados con la agricultura, agua, salud, educación, ambiente, telecomunicaciones,
comercio electrónico, servicios profesionales, bancos y servicios financieros,
entre otros. En el caso de la educación, el TISA busca que se profundicen los
procesos de privatización y mercantilización de la misma, principalmente de la
educación superior; así como concederles mayores concesiones y privilegios a los
inversionistas privados y extranjeros, en este sector clave de la economía y
del desarrollo social y humano de los países. Mientras que para el sector salud,
el TISA desde su peculiar definición de lo que es un servicio público, persigue
levantar, impedir u obstaculizar regulaciones que los Estados podrían adoptar,
para garantizar el acceso a la salud de sus ciudadanos.
En concreto, el TISA
hará de la educación y la salud solo ámbitos donde lo más importante es el
negocio y el lucro correspondientes; disipándose casi por completo la
consideración de derechos humanos que todavía con algunas limitaciones,
prevalecen. Es decir, que la educación y la salud estén orientadas
fundamentalmente por los intereses del mercado. Ya no importará tanto, la cura completa
de las enfermedades que afectan a los seres humanos, sino el mantenimiento como
clientes, pacientes o consumidores de los mismos y el pago continuado de los
servicios de salud.
En otros términos: se
mercantilizarán los servicios de atención médica a nivel mundial, creciendo,
entre otras cosas, la acreditación de las instituciones sanitarias en el
extranjero, los llamados planes de “turismo de salud”, que apuntan a aumentar
los costos en los servicios de salud de los países y disminuir su calidad; así
como se dificultaría garantizar en este tipo de servicio, la responsabilidad
jurídica en caso de negligencia médica o en la eventualidad que surjan problemas
en los tratamientos curativos, una vez los pacientes o “turistas de salud”,
estén de vuelta en sus países de origen. En resumen, este acuerdo va dirigido a
la transnacionalización de la salud en un mercado y a promover profundas
reformas en los sistemas de salud pública, donde la deslocalización de los
servicios de atención y la privatización en los países, son sus principales
propósitos.
Por otra parte, este
acuerdo con relación a la educación, pretende alcanzar nuevas ventajas y
privilegios para los que la mercantilizan; protegiendo así al sector privado de
lo que suelen llamar, comportamientos o prácticas anticompetitivas de las
empresas o instituciones educativas del sector público. Además, los principales
países impulsadores del TISA, exigen que las transnacionales de la educación,
gocen del mismo trato que las empresas nacionales y puedan solicitar
financiamiento similar, pagado con los impuestos de los contribuyentes.
Este acuerdo, de llegar
a concluirse con las serias y peligrosas demandas e intervenciones a las que
aspira, constituirá un golpe contundente a la soberanía nacional, a la
democracia, al desarrollo económico y a los derechos humanos de las naciones participantes.
El TISA con un enfoque más directo a los intereses de las grandes corporaciones
transnacionales, protagonistas y beneficiarias principalmente en la era de la
globalización neoliberal, hará que se endurezcan seguramente las normas ya
establecidas en el Acuerdo General sobre Servicios (AGCS), aprobado en el seno
de la OMC en 1995.
De modo que este Acuerdo
sobre el Comercio de Servicios, está concebido para asegurar que las grandes
empresas transnacionales prestadoras de servicios en el mundo, tengan las manos
libres para negociar sin casi restricción alguna, en sectores fundamentales de
las naciones, entre ellas la educación y la salud humana. Por eso se busca
limitar significativamente las capacidades de los países de responder a las
necesidades esenciales de sus ciudadanos, con una reducción directa en la
autoridad soberana de los Estados firmantes.
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