El ALBA sigue animando,
desde sus específicos aportes, el giro emancipador nuestroamericano y nuestras
particulares formas de rebeldía frente a los dictados de los ideólogos del
neoliberalismo y de quienes se han pretendido dueños y señores del poder y de
la historia.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
En 2004, Chávez y Fidel intercambiaron documentos protocolares de la firma del ALBA en La Habana. |
La Alianza Bolivariana
para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) alcanza este 2014 los diez años de
existencia como proyecto –y realidad- de una integración latinoamericana y
caribeña basada en la complementariedad, la solidaridad y la cooperación entre
los Estados y los pueblos, es decir, a contraviento de los esquemas economicistas y asimétricos,
donde impera la ley del más fuerte, propios de los empeños integracionistas
impulsados por las élites neoliberales durante el último cuarto del siglo XX.
Completar una década de
crecimiento y paulatina consolidación (a veces, por desgracia, a un ritmo mucho
más lento de lo deseable y necesario), se dice y escribe fácil, pero no lo ha
sido. Mucho menos para una iniciativa de
esta naturaleza, y en los contextos políticos y sociales latinoamericanos,
caracterizados por intensas disputas y tensiones en la construcción de nuevas
hegemonías y equilibrios de fuerzas. De ahí la importancia que adquieren
algunos de los principales acuerdos adoptados por el Consejo Político del ALBA,
reunido hace unos días en Caracas, como continuidad de la búsqueda de
alternativas en nuestro tiempo posneoliberal.
Los representantes ante
este foro acordaron acelerar el proceso de negociaciones entre los países para
la conclusión del Tratado Constitutivo del ALBA-TCP, cuya firma y ratificación
en los respectivos congresos fortalecería a la alianza desde la perspectiva del
derecho internacional y de la institucionalidad jurídica de los Estados parte;
además, se reafirmó el compromiso de construcción de “la zona económica
complementaria ALBA–TCP–Petrocaribe como espacio de complementariedad económica
productiva constituida por 21 países” (Cubadebate,
11-06-2014), un tema sobre el cual se viene avanzando en los últimos
años, a veces en forma bilateral, y a veces en el ámbito del bloque como un
todo, pero que todavía requiere un mayor impulso para formalizarse.
Por otra parte, el
Consejo Político del organismo dispuso celebrar el décimo aniversario del ALBA
el próximo mes de diciembre en La Habana, en homenaje a la histórica reunión
del año 2004, cuando los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela, y Fidel Castro,
de Cuba, firmaron el acuerdo de creación de la alianza: un acto cuyo valor
político y cuyo simbolismo, entendido como parte del largo proceso de
conformación de la identidad latinoamericana –especialmente en su dimensión
antiimperialista-, lo vamos comprendiendo mejor conforme el tiempo aquilata el
legado y la trascendencia de ambos líderes.
En virtud del acuerdo
de La Habana, el ALBA selló su vínculo con la historia del amanecer
posneoliberal de América Latina: así, se convirtió en la expresión actualizada
del viejo conflicto entre panamericanismo y latinoamericanismo, avizorado ya
por Simón Bolívar y José Martí en el siglo XIX, y por figuras como Augusto
César Sandino y el Che Guevara en el siglo XX.
No en vano, la idea del ALBA surge y se enuncia en el contexto del
debate y las movilizaciones contra el
Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), es decir, el proyecto de
dominación comercial y geopolítica continental diseñado por las
administraciones estadounidenses –de Bill Clinton a George W. Bush- y promovido
desde la llamada Cumbre de las Américas de la Organización de Estados
Americanos (OEA).
De ahí que el Consejo
del ALBA se haya pronunciado, una vez más, en contra de la exclusión de Cuba de
ese organismo, y en defensa del “derecho soberano de Cuba a participar en estas
cumbres sin condicionamiento de ninguna índole", por lo que resolvió que
los países del bloque bolivariano no asistirán a la próxima Cumbre de las
Américas en Panamá, en 2015, “hasta tanto se permita la participación de la
República de Cuba en el foro continental” (TeleSUR,
11-06-2014).
Quizás con algo menos de vigor y osadía que en sus primeros años, consecuencia inevitable de la ausencia física del presidente Chávez, pero con el mismo compromiso de siempre por otra integración, la buena noticia es que el ALBA sigue animando, desde sus específicos aportes, el giro emancipador nuestroamericano y nuestras particulares formas de rebeldía frente a los dictados de los ideólogos del neoliberalismo y de quienes se han pretendido dueños y señores del poder y de la historia.
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