Desde
2012, la represión contra los habitantes de La Puya que se oponen a la minería
no ha cesado. Yolanda Oquelí, una vocera del movimiento, sufrió un atentado a balazos que la dejó
malherida en junio de ese año. Diversos intentos de introducir la maquinaria fueron rechazados por la
población. Y una masacre mató a 11 personas en Nacahuil en septiembre de 2013.
Carlos
Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
El
sábado 7 de junio de 2014 tuve la oportunidad de visitar la localidad de La
Puya, ubicada en los límites entre San José del Golfo y San Pedro Ayampuc. Allí
se encuentra el campamento de las
comunidades aledañas al lugar en donde el capital transnacional se proyecta construir una mina. Fue una
experiencia conmovedora ver cómo a pesar de la represión sufrida el pasado 23
de mayo, los pobladores que se oponen a
la mina continúan resistiendo contra este proyecto que literalmente es de
muerte. Enfrente del campamento unos 10 o 12 vehículos y decenas de elementos
de la agrupación antimotines de la Policía Nacional Civil en la entrada de la
mina permanecen para que permanezca despejada. Por el lugar pasan
constantemente camiones llenos del material necesario para terminar de allanar
el camino de terraceria que conducirá a la mina proyectada.
Los
habitantes de diversas comunidades ubicadas en esta zona limítrofe entre San
José del Golfo y San Pedro Ayampuc
llevan dos años de incansable lucha contra la construcción de dicha
mina. Más allá de la política e
ideología se trata de la lucha por la sobrevivencia. La roca en el subsuelo de la región de La
Puya está conformado por la
arsenopirita, que tiene un 46% del venenoso arsénico. El que las aguas
pluviales y mantos freáticos tengan
contacto con la arsenopirita que se
encuentra en dicho subsuelo, ya tiene contaminada las aguas que consumen los
habitantes. El agua para poder ser
bebida no puede tener más allá de un 0.01 miligramo de arsénico por cada litro.
Un estudio de impacto ambiental hecho por la propia compañía minera reveló que
aún antes de la construcción de la mina, el agua de la región ya tiene una
presencia del veneno de 0.08 miligramos por litro. Este estudio de impacto ambiental ha sido
considerado por un especialista en el tema, el científico Robert Moran, como
uno de los más deficientes que ha visto
en su carrera.
Y
el informe sobre el tema hecho por el Ministerio de Salud Pública del Gobierno
de Guatemala, confirmó dicha
aseveración. Según este informe, el agua de la región ya tiene arsénico que
oscila entre 0.011 y 0.052 miligramos por litro de agua, un nivel de veneno
más allá del límite tolerado. La existencia de la mina removería un
material rocoso con arsénico e incrementaría la contaminación de las aguas que
se usan en toda la región. La mina abarcará un área de 20 kilómetros cuadrados,
y tendrá 10 kilómetros lineales de profundidad. Afectará inmediatamente a 20
mil personas y luego muchas más durante los 25 años de la concesión. Y generará
94 empleos...
Desde
2012 la represión no ha cesado. Yolanda Oquelí, una vocera del movimiento, sufrió un atentado a balazos que la dejó
malherida en junio de ese año. Diversos intentos de introducir la maquinaria fueron rechazados por la
población. Y una masacre mató a 11 personas en Nacahuil en septiembre de 2013.
La
muerte ronda en La Puya. La vida tiene que derrotarla.
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