“No veo en Marina Silva el perfil de estadista y de
referente regional que tiene hoy Dilma. Ni su rol de convocatoria y
aglutinación regional. Pienso que,
además, el papel de Brasil en la consolidación de los BRICS (principales
potencias emergentes) se reduciría significativamente”, afirma en esta
entrevista Djalma Costa, activista nacional de Derechos Humanos, teólogo y
educador popular.
Sergio
Ferrari* / Especial para Con Nuestra América
Desde Ginebra, Suiza
Djalma Costa (foto de Sergio Ferrari) |
Pregunta:
Las encuestas de fines de agosto asignan en el primer turno a Dilma
Rousseff 34 % de los votos, 5 por encima
de Marina Silva y 15 sobre Aécio Neves del Partido de la Social Democracia
Brasilera (PSDB). Sin embargo pronostican la victoria de Marina Silva en una
eventual segunda vuelta que se realizaría el 2 de
noviembre. ¿Reflejan realmente
esas previsiones lo que se siente en la cotidianeidad en su país?
Djalma Costa: Estas
encuestas expresan un cambio de perspectiva con respecto a los pronósticos
anteriores de mitad de agosto. Hoy la reelección aparece como más complicada.
P ¿A qué se debe ese cambio de tendencia?
R: Hay un aspecto subjetivo, cultural, sentimental, de la
población con respecto a la muerte el 13 de agosto pasado del candidato del
PSB, Eduardo Campos, en el accidente aéreo. Marina Silva –quien iba como
vicepresidenta en esa fórmula- ahora capitaliza nuevas simpatías y saca
provecho de la conmoción que produjo ese deceso y del hecho de ser la
continuadora del dirigente fallecido. No se puede olvidar además que en las
elecciones del 2010, Silva ya había hecho un buen resultado con 20 millones de
votos a favor. Ella tiene un cierto carisma. Aparece para algunos como
“salvadora”. Convoca además el apoyo de vastos sectores evangélicos, ya que
pertenece a una de las iglesias más conservadoras en el país, las Asambleas de
Dios.
P: ¿No
olvida en su análisis la situación de “recesión técnica” que se acaba de
declarar en Brasil luego de dos trimestres consecutivos de crecimiento
negativo?
R: Ese concepto de “recesión técnica” no le dice mucho a
la mayoría de la gente, que experimenta,
sin embargo, en los últimos meses,
aumentos importantes de precios en la canasta familiar. Es más bien un término que tiene impacto en
el empresariado, en los economistas, en aquéllos que discuten la estrategia
político-económica de Brasil. Otros
hablan también de “estagnación provisoria” resultado de la reciente Copa
Mundial de Fútbol. Durante el Mundial muchos sectores de la economía casi se
pararon. Y los repetidos feriados cuando jugaba la selección local influyeron
en una caída de la productividad. Pienso que esos datos deben relativizarse, en
una coyuntura electoral como ésta, en la cual pueden aparecer como
contundentes. La oposición trata de
usarlos para fundamentar su lectura de una crisis profunda que debe llevar al
voto de repudio al actual Gobierno. Insisto: esos conceptos económicos, un poco
abstractos, no inciden directamente en la población. Pero pueden ser usados si
la oposición encuentra una pedagogía, un mensaje simplista, para descifrarlos.
P: ¿Cómo
reacciona el PT ante este panorama?
R: La capacidad de reacción puede convertirse en un
elemento vital para el PT. Se siente preocupación y una movilización especial
del liderazgo del Partido de los Trabajadores. El ex presidente Lula aparece ahora
como un factor esencial de la campaña. Recorre el país; aparece a diario en los
medios de comunicación. Casi pareciera
que Lula hace la campaña como si él mismo fuera el candidato. Por otra parte el
PT está convocando con más insistencia a los movimientos sociales, plataformas,
redes, ONG, a dialogar sobre la coyuntura. Esto no se veía con tanta frecuencia
en la primera mitad del año. No hay que olvidar que
para la oposición el aspecto esencial de
la campaña es insistir en su retórica
anti-PT. Para amplios sectores opositores no importa quién gane, siempre que no
sea el Partido de los Trabajadores.
P: ¿Y cómo
se posicionan esos movimientos, como el de los Trabajadores sin Tierra o los
“sin techo”, en esta etapa?
R. En los últimos días están expresando con más decisión
el apoyo a Dilma. Esos movimientos no tienen ninguna conexión ni simpatía con
Marina Silva. Paradójicamente, Eduardo Campos, el candidato fallecido, en tanto
Gobernador de Pernambuco, expresaba su apoyo al MST y sí tenía una muy buena
relación con los “sin tierra”. No hay
que olvidar que en junio pasado, la presidenta Rousseff emitió un decreto sobre la política de la organización social
de Brasil, abriendo más espacios de diálogo y presencia para los
movimientos sociales en el Gobierno.
Produjo una reacción muy dura de la oposición que la acusó de “pro-chavista”,
“neo-comunista”, “bolivariana”. Pero los actores sociales más dinámicos lo
recibieron con satisfacción.
P:
Hablando de lo electoral, siempre vienen nombres propios. Como si todo
estuviera absolutamente personalizado.
¿Se está dando un real debate político en el país en esta etapa
pre-electoral?
R: No. Todo está polarizado en torno a personalidades.
Pero no hay debate sobre un programa de gobierno; sobre qué modelo económico;
qué visión de sociedad. En algunos sectores más “bajos” de la población se
siente insatisfacción pero no debate. Hay como una crítica creciente, un índice
significativo de rechazo hacia el PT… pero no hay propuestas alternativas.
P: ¿Cómo
se explica esta realidad, siendo que el PT asume la representación de los
sectores populares?
R: Pienso que faltó claridad estratégica y una correcta
pedagogía hacia la gente. Por ejemplo, con los casos de corrupción del mismo PT. Se dejó actuar a la
justicia pero no hubo explicación sobre la historia del problema; sobre la
dimensión relativamente en baja escala de los casos durante el Gobierno; sobre
la actitud crítica y dura del PT ante el tema que llevo incluso a la condena de
varios de sus dirigentes implicados. Por otra parte, pienso que a veces existe
una memoria corta en ciertos sectores de la población. Se olvidan de las
mejoras sustanciales en vivienda, en educación, en salud, durante estos últimos
12 años. Casi no se habla de los progresos en la distribución del ingreso que
benefició a los que tenían menos. Prácticamente no se menciona que durante la
gestión petista 40 millones de brasileros dejaron de ser pobres. Faltó más
pedagogía; más educación popular-ciudadana. Con el agravante que Dilma no tiene
ese contacto carismático con la gente que tenía Lula. Y
que después de doce años el ejercicio del gobierno ha desgastado al PT.
P: ¿Qué
puede pasar en caso de una hipotética victoria de Marina Silva?
R: Me temo que se desmonten aceleradamente avances
sociales. Y se reducirá el Estado. Se
cuestionarán ciertos planes importantes como la “Bolsa familia”. Se anticipa la autonomía del Banco Central y de la política
económica y financiera en general. La principal asesora y apoyo financiero de
la campaña de Silva es Neca Setubal, heredera y accionista del mayor banco
privado del Brasil, el Itaú.
P: ¿Y a
nivel regional, latinoamericano?
R: No veo en Marina Silva el perfil de estadista y de
referente regional que tiene hoy Dilma. Ni su rol de convocatoria y
aglutinación regional. Pienso que,
además, el papel de Brasil en la consolidación de los BRICS (principales
potencias emergentes) se reduciría significativamente.
*Sergio Ferrari en colaboración con el periódico suizo Le
Courrier y E-CHANGER, ONG suiza de cooperación solidaria presente en Brasil
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Marina Silva, la disidente del PT y de las comunidades de base…
Sus orígenes religiosos la ubican con estudios avanzados
para monja y como entusiasta promotora de las Comunidades Eclesiales de Base,
el sector más progresista de la iglesia brasilera. Sus orígenes militantes, la
llevan al Estado de Acre, promoviendo la lucha por la tierra con el líder
ambientalista Chico Mendes asesinado en 1988. Nacida en 1958, Marina Silva
integra el Partido de los Trabajadores
(PT) en 1985 –luego de haber pasado por el Partido Revolucionario
Comunista-. En el PT milita hasta el
2009 cuando lo abandona con fuertes contradicciones con el entonces presidente
Luis Inázio Lula da Silva, en cuyo gabinete participó durante 5 años como
titular de medio ambiente. Antes había ocupado cargos, por el mismo partido,
como diputada estadual, diputada nacional y senadora nacional.
Cuando se aleja del PT, se integra al Partido Verde,
siendo su candidata presidencial en las elecciones del 2010, obteniendo 19.3%
de los votos. Y más tarde fundó la Red de Sustentabilidad, que la lleva en el
2013 a constituir la alianza con el Partido Socialista Brasilero (PSB) liderado
por el recientemente fallecido Gobernador de Pernambuco Eduardo Campos a quien
acompañaba como segunda de la fórmula. Luego de la muerte de Campos es nominada
como candidata a presidenta por el PSB.
Su programa, en lo económico, vuelve a los fundamentos neo-liberales. En
lo político, se proclama como candidata de la “anti-política” tratando de
conquistar el voto de descontento de las movilizaciones de junio del 2013. En
cuanto a los programas sociales, está marcado por una visión conservadora. En
pocas horas el derecho al aborto y el matrimonio gay – que estaban en el programa
original de gobierno del PSB-, fueron borrados del mismo.
De sus orígenes políticos y religiosos a la actualidad,
la separan 30 años y enormes transformaciones personales. Disidente del PT (en
el cual militó casi 25 años), también abandona las comunidades de base para
convertirse a la Iglesia Pentecostal Asamblea de Dios, en la cual funda sus
actuales concepciones conservadores en el plano moral. (Sergio Ferrari)
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