Un comentarista
australiano en el Financial Times, lo resumió en una frase: En 2014 el mundo
repentinamente se hartó de Barack Obama. Me pregunto si Obama no se ha cansado
de Obama. Pero es un error echarle la culpa sólo a él. Virtualmente nadie entre
los líderes estadunidenses ha propuesto alternativas que sean más sensatas.
Immanuel Wallerstein/ LA JORNADA
El presidente Barack
Obama le ha dicho a Estados Unidos, y en particular a su Congreso, que debe
hacer algo muy importante en Medio Oriente para detener el desastre. El
análisis del supuesto problema es turbio en extremo, pero los tambores
patrióticos comienzan a subir el tono y casi todo mundo, por el momento, sigue
el juego. Una cabeza más tranquila diría que se están agitando desesperados por
una situación de la que Estados Unidos es el mayor responsable de haberla
creado. No saben qué hacer, así que actúan con pánico.
La explicación es
simple. Estados Unidos se encuentra en seria decadencia. Todo les está yendo
mal. Y en el pánico, son como el conductor de un poderoso automóvil que ha
perdido el control y no sabe cómo disminuir la velocidad. Así que acelera y se
encamina hacia un choque importante. El carro gira en todas direcciones y
patina. Es autodestructivo para el conductor, pero el choque también puede
acarrearle un desastre al resto del mundo.
Mucha atención le
dedican a lo que Obama hace y a lo que no ha hecho. Aun sus defensores más
cercanos parecen dudar de él. Un comentarista australiano en el Financial Times, lo resumió en una
frase: En 2014 el mundo repentinamente se hartó de Barack Obama. Me pregunto si
Obama no se ha cansado de Obama. Pero es un error echarle la culpa sólo a él.
Virtualmente nadie entre los líderes estadunidenses ha propuesto alternativas
que sean más sensatas. Muy por el contrario. Están los instigadores de la guerra,
que quisieran bombardear a todos de inmediato. Están los políticos que en
realidad piensan que hará una gran diferencia quien gane en las siguientes
elecciones en Estados Unidos.
Una rara voz de salud
mental proviene de una entrevista (aparecida en el New York Times) con Daniel Benjamim, quien ha sido el principal
asesor de antiterrorismo del Departamento de Estado estadunidense durante el
primer periodo presidencial de Obama. Él llamó farsa a la llamada amenaza de
ISIS, cuando miembros del gabinete y otros oficiales militares de alto rango
describen la amenaza en términos espeluznantes que no se justifican. Y afirma
que lo que han estado diciendo no tiene ninguna evidencia corroborada y justo
demuestra lo fácil que es para los funcionarios y los medios acelerar al
público hacia un pánico. Pero, ¿quién le hace caso al señor Benjamin?
Por el momento, y con
la ayuda de horripilantes fotos que muestran la decapitación de dos periodistas
estadunidenses a manos del Califato, las encuestas muestran enorme respaldo en
Estados Unidos para una acción militar. Pero, ¿qué tanto va a durar esto? El
respaldo está ahí mientras parezca haber resultados concretos. Aun el jefe del
Estado Mayor Conjunto, Martin Dempsey, al proponer una acción militar dice que
llevará por lo menos tres años. Multipliquen esto por cinco y se podría acercar
a cuánto va a durar. Y el público estadunidense con toda seguridad se
desencantará pronto.
Al momento, lo que
Obama propone es bombardear algo en Siria, no el envío de tropas en el terreno,
sino el incremento de tropas especiales (hasta ahora 2 mil) como entrenadores
en Irak (y es probable que en otras partes). Cuando Obama contendía por la
presidencia en 2008, hizo muchas promesas –como es normal que hagan los
políticos–, pero su promesa firmada fue salir de Irak, y de Afganistán. Y esto
no lo va a cumplir, De hecho está metiendo a estados Unidos a más países.
La coalición de Obama
va ofrecer entrenamiento a aquellos que define como los buenos Y parece ser que
este entrenamiento ocurrirá en Arabia Saudita. Bien por Arabia Saudita. Pueden
examinar a todos los que van a entrenarse y decidir en quienes confiar y en
quienes no se puede confiar. Esto hace posible que el régimen saudita (por lo
menos tan confundido como el régimen de Estados Unidos) parezca estar haciendo
algo, y les permite sobrevivir un poco más.
Hay formas de apisonar
este escenario catastrófico. No obstante implican la decisión de hacer el
viraje de la guerra a los tratos políticos entre toda suerte de grupos que no
se quieren entre sí y que no confían unos en otros. Tales arreglos políticos no
son desconocidos, pero son difíciles de llevar a cabo, y cuando se acaban de
pactar son frágiles, hasta que se solidifican. Un elemento principal en los
tratos que están en proceso en Medio Oriente es menos involucramiento de
Estados Unidos, no más. Nadie confía en Estados Unidos, pese a que
momentáneamente invoquen la asistencia estadunidense para esto o para aquello.
El New York Times apuntó que, en la
reunión donde Obama acordó impulsar su nueva coalición, el respaldo de los
países de Medio Oriente presentes fue tibio y renuente debido a que existe una
creciente desconfianza hacia estados Unidos de todas partes. Así que, aunque
siguen el juego, de algún modo limitado, nadie va a mostrarle gratitud a
ninguna asistencia estadunidense. El fondo del asunto es que los pueblos de
Medio Oriente quieren manejar su propio espectáculo, no cumplir la visión
estadunidense de lo que se dice que es bueno para ellos.
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