El futuro del Mercosur, y también el del BRICS, peligra
si la antigua ecologista Marina Silva se impone a Dilma Rousseff.
Juan
Manuel Karg / Tiempo Argentino
Marina Silva apuesta por el comercio con EE.UU y Europa. |
Dos temas pasaron a formar parte de un fuerte debate en
Brasil entre la candidata presidenta Dilma Rousseuff y Marina Silva, la nueva
"niña mimada" de la oposición conservadora: el rol de los bancos y
los grandes empresarios en la contienda, y la orientación de integración
regional que ambas candidatas expresan. Este último elemento es fundamental por
el importante papel que la integración de la región tuvo en la última década, a
través de la creación y consolidación de diversos mecanismos como la Unasur, el
CELAC, y el Alba. ¿Qué orientación puede tener la política exterior de Brasil
en caso que Marina Silva gane las elecciones presidenciales? ¿Cuál es la
posición de Rousseff en relación a ello?
"Terminar con el Mercosur sería darnos un tiro en el
pié. Somos la mayor economía de América Latina, tenemos que percibir el tamaño
de ese mercado", dijo en relación con la política exterior de Brasil la
presidenta que busca su segundo mandato en una reciente conferencia de prensa,
en alusión implícita a sus diferencias con Marina Silva sobre el tema.
La referencia de Rousseff tiene que ver, además, con
cierta presión de grandes grupos empresarios brasileños de dirigir
mayoritariamente la política diplomática-comercial del país hacia la Alianza
del Pacífico, Estados Unidos y Europa, en detrimento de las relaciones con los
países del Mercosur y de los BRICS –Rusia, India, China y Sudáfrica, además de
Brasil–, ambos bloques donde Brasil ha jugado un rol importante en los últimos
años.
¿Cómo entra Marina Silva a este debate? Según ha
declarado, en caso de ganar la presidencia, la otrora ecologista orientará
principalmente la política exterior por fuera de los países de la región.
"Hay que relanzar el dinamismo en el comercio con Estados Unidos y la
Unión Europea, y fundar nuevos estándares comerciales con Chile", fueron
los dichos de la candidata del PSB que clarifican su pensamiento sobre el tema.
Para Rousseff, el recientemente creado Banco de
Desarrollo de los BRICS –en relación directa con el BNDES (Banco de Desarrollo
de Brasil)–, es síntoma de un nuevo momento a nivel internacional, bajo el
intento de construir un nuevo orden mundial pluripolar y multicéntrico,
diferente al de la hegemonía norteamericana y de la Unión Europea, tal como
hemos conocido durante la década de 1990. Y allí también opera la posibilidad
de América Latina de establecer vínculos con otros centros globales de poder, como
Rusia y China.
Marina pareciera, de acuerdo con sus dichos, que
intentará reforzar otro tipo de integración, bajo el pretexto de "no
ideologizar" las relaciones internacionales. Este argumento resulta
fácilmente desmontable, a la luz de las experiencias que nuestros países se
dieron en política internacional durante los años noventa. En definitiva, los
embajadores simplemente "técnicos" –y por ende, supuestamente no
políticos– resultan un pretexto discursivo evidente para, precisamente, operar
alianzas y relaciones de índole política.
¿Y que se podría esperar en Argentina de un hipotético
gobierno de Marina? Un enfriamiento de la relación, sin dudas, visto y
considerando las quejas del programa de Silva a la política de Argentina en el
Mercosur, sobre todo en relación a un posible acuerdo privilegiado con la Unión
Europea –acuerdo cuya concreción Marina acusa de indispensable a corto plazo.
Para la candidata, la política "proteccionista" del gobierno
argentino –tal como afirmó– no debería ser condición para frenar este acuerdo,
y Brasil debería avanzar por su cuenta (es decir, sólo o acompañado).
Ese sería el "tiro en el pie" al cual hace
referencia Dilma: el intento de quebrar un importante bloque regional que va
tomando una forma distinta a la de los noventa sólo por presiones
empresariales. El mirar nuevamente de forma privilegiada a los EE UU y Europa,
en detrimento de las herramientas integracionistas que hemos conocido en la
última década en el continente, y también, de la política de integración del
continente con los países emergentes de los BRICS.
Por lo visto, las elecciones del próximo 5 de octubre en
Brasil también tendrán un indisimulable desenlace en términos de posibilidad
para la integración regional.
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