El diplomático brasileño Pinheiro Guimaraes afirma que la
candidata Silva y los sectores que representa proponen otro modelo de inserción
internacional. Sostiene que al país del norte le interesa desmontar el bloque
sudamericano . “La verdad es que Estados Unidos nunca olvidó el espíritu del
proyecto del ALCA”.
Darío
Pignotti / Página12
Samuel Pinheiro Guimaraes |
Pinheiro Guimaraes
integró, junto al ex canciller Celso Amorim y el asesor Marco Aurelio García,
la troika responsable del diseño de la diplomacia con acento en las relaciones
SurSur iniciada por Lula y continuada por Dilma Rousseff.
La presidenta, candidata
a la reelección en octubre, “adoptó medidas muy correctas sobre el Mercosur, se
plantó frente a las operaciones de inteligencia norteamericanas y resistió las
presiones para la compra de aviones de guerra estadounidenses”, enumera
Pinheiro Guimaraes desde su oficina en el piso 17 de un edificio con vista a la
Explanada de los Ministerios, la avenida por donde circula el poder en
Brasilia.
En el programa de
gobierno presentado por Marina Silva se formulan críticas filosas a la política
externa del Partido de los Trabajadores definida como “ideologizada” y
“partidizada”, emulando el lenguaje despectivo empleado por banqueros y
diplomáticos tradicionales.
–¿Cómo imagina las
relaciones exteriores bajo un gobierno de Marina?
–Considero que la
candidata Marina encarna la anulación del progreso logrado en estos 12 años.
Ella y los sectores a los que representa buscan otro modelo de inserción
internacional, que se traduce en el propósito de debilitar el Mercosur con el
pretexto de hacerlo más abierto al mundo.
–¿Sería el fin de toda
aspiración de una diplomacia independiente?
–Hasta ahora la única vez
que escuché a Marina hablar de independencia, fue para mencionar la
independencia del Banco Central (risas).
–¿Washington apuesta a
Marina?
–No estoy en Washington
como para decir lo que piensan. Ahora bien, hay intereses de Estados Unidos que
fueron perjudicados durante los gobiernos de Lula y Dilma, y es claro que el
candidato que más les gustaba era Aécio Neves (del Partido de la
Socialdemocracia Brasileña, tercero en los sondeos, prácticamente sin chances).
La embajada
norteamericana adoptó un perfil bajo en estas elecciones, pero esto no debe
confundirse con que sean indiferentes a lo que pase, saben que hay mucho en
juego. En Washington anhelan que se retomen proyectos de la era “tucana” (apodo
con que se conocen los socialdemócratas de Fernando Henrique Cardoso), no nos
equivoquemos: Estados Unidos sabe que en estas elecciones está en juego la
vuelta de los procesos para privatizar, parcial o totalmente, las grandes
empresas estatales como Petrobras, el Banco de Brasil y el Banco Nacional de
Desarrollo Económico y Social.
–O sea, ¿EE.UU. apuesta a
Marina pensando en un programa como el de Cardoso?
–Así es. Cuando Aécio
Neves (apadrinado de Cardoso) se cayó en las encuestas, ellos se inclinaron, con
pragmatismo, por Marina, porque ella representa lo contrario al PT. Marina no
tiene cuadros propios, está rodeada de economistas “tucanes”. Además ella ha
demostrado estar dispuesta a desmontar el Estado, reduciéndole su autonomía
internacional, y de realizar una apertura neoliberal del Mercosur. Y no se
olvide de que a Estados Unidos le interesa desmontar el Mercosur.
–¿Cómo se desmontaría?
–Puede ser con la
eliminación de la cláusula que obliga a los países del Mercosur a negociar
conjuntamente acuerdos de libre comercio con otros bloques. Ese punto, que
hasta ahora no pudieron derribar, nació con las Actas de Asunción (firmadas en
1991, formación del Mercosur).
–¿Ese sería el primer
paso si vence Marina?
–Luego, una vez eliminada
esa cláusula, estará abierto el camino para la firma de acuerdos de Brasil,
solo, con la Unión Europea (UE), sin la participación de los otros integrantes
del Mercosur. Pero si la cláusula continuara en pie, es igualmente peligrosa la
firma de un pacto entre todos los integrantes del Mercosur y la UE. Y esa
negociación, que ya se inició pero avanza lentamente, probablemente se
acelerará durante un gobierno de Marina.
–¿Qué consecuencias
traería un acuerdo con la UE?
–Habrá muchas, una será
la reducción de las tarifas (a las importaciones) industriales europeas
afectando a nuestras fábricas, como ya lo he planteado desde hace tiempo. Este
acercamiento sería mortal para el Mercosur: significará una ventaja
extraordinaria para empresas europeas que podrán exportarnos sin que les
cobremos tarifas, mientras no habrá grandes beneficios para nuestras
exportaciones. Y una vez que llegamos a la hipotética firma del pacto de libre
comercio con los europeos, que es lo que quieren los economistas de Marina,
allí aparece Estados Unidos.
–¿De qué modo?
–Una vez firmado el pacto
UE-Mercosur, al otro día Washington comenzará a pedir igualdad de condiciones
comerciales, exigiéndonos un acuerdo de libre comercio. La verdad es que
Estados Unidos nunca olvidó el espíritu del proyecto del ALCA (Area de Libre
Comercio de las Américas).
Mar del Plata
A comienzos de la década
pasada el entonces presidente socialdemócrata Cardoso sancionó al embajador
Pinheiro Guimaraes por haber denunciado al ALCA, el cual quedaría enterrado
años más tarde durante la Cumbre de las Américas celebrada en noviembre de 2005
en Mar del Plata, gracias a una coalición formada por los presidentes Lula da
Silva, Néstor Kirchner, Hugo Chávez y Evo Morales frente a un atónito George
Walker Bush escoltado por el mexicano Vicente Fox.
–¿La tesis del ALCA puede
ser recreada con otro nombre si Marina fuera electa?
–Todo me lleva a pensar
que el proyecto norteamericano de integración hemisférica con apertura
comercial, sanción de un sistema de leyes que privilegien a las multinacionales
norteamericanas sigue vivo. Hay que tomar nota de lo que pasa con la Alianza
del Pacífico (México, Colombia, Perú y Chile). Entiendo que Estados Unidos se
prepara para retomar esa propuesta en caso de que venza Marina. Las posiciones
que ella ha planteado reflejan las aspiraciones de sectores empresariales y de
grandes medios que no ocultan cierta nostalgia por los tiempos de la
dependencia colonial.
–¿Cree que pese al
repunte de Dilma en los sondeos al final Marina se impondrá?
–No, por el contrario,
creo que a pesar de toda esta conmoción causada con la aparición inesperada de
Marina (fue proclamada después de la muerte del candidato Eduardo Campos) Dilma
va a ser reelecta. Creo que a lo largo de estos dos meses que faltan hasta el
ballottage (26 octubre) las ideas de la ex senadora (Marina) van a quedar en
evidencia.
–¿Cuáles serían los
objetivos de un segundo mandato dilmista?
–Primero quiero mencionar
que su política externa no tuvo diferencias con la de Lula, a pesar de que ella
no tenga el mismo estilo. Ella trabajó bien para reforzar a los Brics, impulsó
el banco de los Brics, fue firme a favor del ingreso de Venezuela en el
Mercosur, a pesar de que Estados Unidos manifiesta su interés en sustituir al
gobierno venezolano, y esta posición golpista encuentra eco en la gran prensa
brasileña, en Cardoso, etcétera. En el segundo mandato la presidenta debería
tener como objetivo reducir la vulnerabilidad externa de nuestro país, la
dependencia de capitales especulativos para el pago de la deuda, porque crea un
círculo vicioso que aumenta las tasas de interés. Es falso, es una mitología
que las tasas suben para combatir la inflación.
–O sea, continuar las
líneas maestras, pero hacer ajustes.
–Entiendo que habrá que
diversificar nuestro comercio exterior para reducir nuestra vulnerabilidad
comercial, dado que en estos años hemos aumentado las exportaciones de
productos primarios cuyos precios no los decidimos nosotros. Necesitamos
reforzar la exportaciones industriales porque Brasil corre el riesgo de ir
hacia una especialización regresiva en la producción agropecuaria y mineral,
acompañada de una contracción del sector industrial aliada a una atrofia de su
capacidad tecnológica.
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