La política suele
concebirse como un hecho racional. La política exterior no es ajena a ello. Los
decisores actúan a partir de determinados límites que no deben ser superados,
pero cuando prima la irracionalidad nada es previsible y toda disposición es
probable.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
El presidente Obama atraviesa horas difíciles. |
El peligro es que
cuando ello ocurre a los poderosos,
estos suelen intentar tapar sus debilidades y flaquezas a través de la
demostración del poder y la fuerza. Lo cierto es que una vez más en Ucrania,
Putin derrotó a Obama y éste solo le quedó recurrir a la OTAN para intentar
evidenciar que su poderío podría sacar a Europa del atolladero en que se han
metido.
Hace un año, exactamente
el 11 de septiembre, el Presidente Putin publicó un mensaje al pueblo
estadounidense en el New York Times.
En el mismo afirmaba que “… una escalada de violencia, extendiendo el conflicto
más allá de las fronteras de Siria inevitablemente aumentaría la violencia y
desencadenaría una nueva ola de terrorismo”.
Agregaba más adelante: “Hay que entender que hoy no estamos ante una
batalla por la democracia en Siria, sino de un conflicto armado entre el
Gobierno y la oposición en un país multi religioso. Los defensores de la
democracia no son muchos. Pero sí que son más que suficientes los combatientes
de Al Qaeda y extremistas de toda tendencia del campo opositor. El Departamento
de Estado de Estados Unidos ha tachado al Frente Al Nusra y al Estado Islámico
de Irak y el Levante que luchan con la oposición, de organizaciones
terroristas”. El presidente ruso señalaba que a pesar de esto, las armas extranjeras alimentan este
conflicto, así mismo se preguntaba con preocupación ¿quién puede garantizar que
esos delincuentes no volverán a nuestros países con la experiencia adquirida en
Siria?
Casi 365 días después,
lamentablemente la vida le dio la razón. Hoy sus advertencias e inquietudes se
han transformado en las de casi todos los políticos de Occidente, incluyendo
por cierto a Estados Unidos y su presidente quien da órdenes y emprende nuevas
acciones bélicas en Irak y Siria contra
fuerzas que armaron y financiaron a pesar de haber sido declarados
terroristas.
La semana pasada,
completamente ajeno a la realidad y con una desesperación que raya en la
locura, Obama declaraba que: “No se puede hacer ningún verdadero arreglo
político si, de hecho, Rusia declara que continuará enviando tropas, armas y
asesores disfrazados de separatistas, y que la única solución posible es que
Ucrania ceda su territorio o su soberanía”. El problema es que Rusia, ninguno
de sus dirigentes o autoridades ha declarado algo que sólo está en la cabeza
del atribulado y gris presidente de Estados Unidos
Además, todo ello ha
ocurrido cuando en Ucrania se ha puesto en efecto un acuerdo de cese al fuego
en el marco de negociaciones que entre otros temas ha significado un inmediato
canje de prisioneros y acciones de carácter humanitario avaladas por las dos
partes. El propio presidente ucraniano Petró Poroshenko ha reconocido que dicho
acuerdo ha sido influido por la actuación de su colega ruso.
Asimismo, la Unión
Europea en su última reunión del pasado lunes 8 no pudo lograr unanimidad para
establecer nuevas sanciones contra Rusia
toda vez que algunos países quieren discutir la posibilidad de
retirarlas en caso que continúe la tregua en Ucrania. El primer ministro ruso Dmitri Medvedev había
advertido que en caso de adoptarse nuevas sanciones contra su país, éste
respondería “de forma asimétrica”.
En cualquier caso el
objetivo de la OTAN, -que no tiene nada que ver con Ucrania- se ha cumplido. El
escalamiento del conflicto por parte de la alianza atlántica, ha permitido la
instalación de 5 nuevas bases militares y una
fuerza de despliegue rápido de la OTAN en las cercanías de Rusia. Con
ello se configura un contingente de 51 bases militares de fuerzas terrestres,
marina y aviación de los países occidentales en las cercanías de Rusia, de
ellas, 30 están dislocadas en territorio europeo. Así mismo, Finlandia y Suecia
países que no son miembros de la OTAN han aceptado involucrarse en las campañas
militares agresivas anti rusas. En ese mismo ámbito, la incorporación de
Ucrania a la alianza generaría una inédita y peligrosa situación en la correlación
de fuerzas militares de la región.
La política suele
concebirse como un hecho racional. La política exterior no es ajena a ello. Los
decisores actúan a partir de determinados límites que no deben ser superados,
pero cuando prima la irracionalidad nada es previsible y toda disposición es
probable. Esto se torna infinitamente peligroso cuando se habla de la principal
potencia mundial y un presidente que ya no tiene control sobre sus subordinados
ni capacidad para tomar decisiones acertadas.
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