Los países del Primer Mundo han estado drenando talentos de todo tipo
desde su periferia para su propio provecho. Las Olimpiadas no son más que un
caso más.
Rafael Cuevas Molina / Presidente
AUNA-Costa Rica
Ruth Jebet, atleta nacida en Kenia, compite desde el año 2003 para Bahrein. |
El
diario ABC, publicado en Madrid, se escandaliza por el caso de Bahrein en estas
Olimpiadas que se llevan a cabo en Rio de Janeiro. El titular dice: “El
escándalo olímpico de Bahrein para engordar su medallero”[1].
Según el diario, el problema es que el país árabe, rico en petróleo y, por
ende, en petrodólares, ha inscrito bajo su bandera a 35 atletas, de los cuales
solamente 6 son de origen bahrení. Esto le parece censurable al diario, y
atribuye la situación al cambio sufrido por la juramentación de los juegos, en
donde se sustituyó el término “patria” por “nuestro equipo”.
Le
sorprende y censura la situación de Bahrein pero, al ver la paja en el ojo
ajeno se olvida de la viga en el suyo. Cuando decimos “suyo” nos referimos no
solo a España sino, en general, a los países del Primer Mundo (perdón por usar
terminología demodé), que hacen su agosto en estos juegos (pero no solo en
ellos), con gente que tiene dotes o formación especial o sobresaliente, y que
llega hasta sus costas atraídos por las mejores condiciones que pueden
ofrecerles.
¿Recuerdan,
por ejemplo, el combinado francés de fútbol que ganó el Mundial de ese deporte
en 1998? Refiriéndose al fútbol, el sitio INFOBAE dice: “Si en términos generales se define a un 'extranjero' como cualquier
persona con al menos un progenitor nacido en otro país, la selección suiza habría
perdido a dos tercios de sus jugadores para jugar el Mundial de Brasil 2014.
Francia y Holanda habrían quedado desarmadas y quizás no habrían logrado pasar
la primera ronda. En cambio, Argelia, Ghana o Turquía se habrían reforzado en
grande”[2].
Francia
habría perdido a 12 jugadores del plantel de 23 que llevó a Brasil. Bélgica no habría tenido al defensor
Vincent Kompany y al atacante Romelu Lukaku que nacieron en la República
Democrática del Congo, al delantero Kevin Mirallas cuyo padre nació en España,
a Marouane Fellaini, cuyos padres nacieron en Marruecos, a Axel Witsel cuyo
padre es de Martinica y al central Mousa Dembele cuyo padre nació en Malí. España habría restado a David Silva,
ya que su madre es de Japón y su padre de las islas Canarias, y al brasileño
nacionalizado Diego Costa. Y así
sucesivamente.
Este robo de talentos se da en todos los ámbitos de la vida. En el
famoso Silicon Valley de los Estados Unidos, los hindús y chinos conforman casi
dos tercios de la llamada “gente talentosa” que impulsa la industria
tecnológica norteamericana. Consciente de esta situación Marc Zuckerberg, el
creador y dueño de Facebook, argumentaba en abril de 2013 en el periódico Washington
Post[3]
que en la "economía del conocimiento" no tiene sentido rechazar a
gente con talento, comparando a este talento con el petróleo u otros recursos
naturales del tipo que alimentaron booms industriales anteriores.
Se trata, pues, de un fenómeno viejo y muy conocido: los países del
Primer Mundo han estado drenando talentos de todo tipo desde su periferia para
su propio provecho. Las Olimpiadas no son más que un caso más.
Pero cuando no son ellos los que sacan ganancia de la situación, se
asustan, les parece escandaloso y se rasgan las vestiduras: mentalidad colonial.
[1] . (http://www.abc.es/deportes/juegos-olimpicos/rio-2016/abci-escandalo-olimpico-bahrein-para-engordar-medallero-201608171926_noticia.html)
[2] . http://www.infobae.com/2014/06/20/1574678-como-serian-los-equipos-del-mundial-los-nacionalizados/
[3] . https://www.washingtonpost.com/opinions/mark-zuckerberg-immigrants-are-the-key-to-a-knowledge-economy/2013/04/10/aba05554-a20b-11e2-82bc-511538ae90a4_story.html?utm_term=.c0b5139fb58e
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