Hoy más que nunca el papel de la Ética es
rejuvenecerse como herramienta social, como forma de la praxis transformadora
del mundo y contribuya a elevar la conciencia de la realidad para ser útil en
la construcción de una nueva sociedad.
Fernando Buen Abad /
ALAI
A pesar de que la Industria de la Guerra campea impúdica e impune por
todo el planeta, ninguna de las corrientes y definiciones “al uso” de la Ética
ocupa las “primeras planas” de la prensa. Salvo episodios de conveniencia
comercial, para temas mayormente intrascendentes, la Ética y sus comités son
materia de olvido sistemático. Eso expresa con toda claridad qué realmente le
interesa a la ideología de la clase dominante enemiga acérrima de la vida, del
planeta, de la honestidad y de la verdad. Arte paradojal de licuar valores
sociales con silencio propagandista. Y lo pasan por la tele.
Urge esclarecer los innumerables problemas que la Industria de la
Guerra que nos ha impuesto. Urge la crítica sobre los valores belicistas y su
violencia como praxis hegemónica global. Y también urge un mundo en Paz y con
Ética nueva como ciencia indispensable para el análisis científico del conjunto
de las relaciones sociales, sus penurias, sus contradicciones y sus planes de
salida del Capitalismo. Ciencia Ética con rigor teórico, creatividad y búsqueda
de nuevos horizontes pero con fidelidad a lo mejor del espíritu de los
clásicos, de la Ética emancipadora que debe servir a la humanidad frente a las
aberraciones macabras de la Industria de la Guerra en “tiempo real”.
No vamos a enloquecer a pesar de lo irracional de la “modernidad”
maquillada con desarrollo tecno-científico mercantil insaciable; anárquico,
inequitativo, anti-democrático, gobernado por la mediática monopólica, el
secuestro de la economía, la privatización y transnacionalización de los
monopolios productivos. El desempleo descarnado, la esclavitud y la humillación
de millones de personas sometidas a los caprichos del mercado, a las aberraciones
de la propiedad privada y a la acumulación del capital, mundialmente.
La Ética hoy, que no es “noticia”, es una necesidad prioritaria contra
las matazones de un negocio apocalíptico. Vivimos una época urgida de libertad,
igualdad y fraternidad contra la irracionalidad del negocio de la Guerra. La
Ética no es “cabecera” de los diarios como vía para la realización de un nuevo
paradigma de relaciones sociales. No es noticia la Ética dirigida a emancipar
toda la vida intelectual desde la esfera de las ciencias –también- para
nutrirse con esperanzas y credibilidad nueva producto de su propia praxis bajo
el conjunto de condiciones concretas que se desarrollan en el período histórico
actual.
Es que el desafío de la Ética contra la lógica del mercado bélico no es
la negación de las relaciones económicas sino su control socializado con
justicia social y contra la versión burguesa que no toma en cuenta el
desarrollo armónico de las naciones ni le importa la pobreza extrema que hoy
existe por la explotación feroz y el secuestro de la plusvalía cada día más
cínico e impune. La Industria de la Guerra (perogrulladas aparte) no conduce
sino al colapso de la vida toda. Es una industria que todo lo convierte en
mercancía destructiva para derrotar, también, a los valores en sus condiciones
actuales de existencia y demoler lo racional para manipular en clave alienante
todas las potencialidades humanas. No es ocioso exigir los aportes de la Ética
para crear un mundo nuevo, el mundo de lo social y de la dignidad humana, lo
mismo individual que colectiva. La reivindicación de la Ética es un clamor
humano, que exige su realización política para la comprensión crítica y la
superación de la sociedad capitalista sus procesos políticos, económicos y
morales. Ética en defensa de la Humanidad.
Siendo como es la Industria de la Guerra, la actividad económica más
fuerte del planeta y que no sólo implica la fabricación de armas sino el
desarrollo de especialidades médicas, textiles, químicas, físicas… la Ética que
necesitamos es la del espíritu crítico para defender el derecho a discrepar de
la muerte impuesta, para asegúranos valores en la participación y en la
socialización en nuevas vías revolucionarias hasta devolvernos el derecho al
desarrollo de la creatividad y forjar una nueva sociedad. Ya que la Ética se ha
quedado con “poco público” en los mass media dominantes, una tarea urgente es
lograr que el trabajo humano recobre su verdadero sentido humano y que la Ética
sea el medio de satisfacer una alta necesidad de dirección revolucionaria y no
un simple medio de juicios individualistas, relativistas y universalistas.
Hoy más que nunca el papel de la Ética es rejuvenecerse como
herramienta social, como forma de la praxis transformadora del mundo y
contribuya a elevar la conciencia de la realidad para ser útil en la
construcción de una nueva sociedad. Muchas verdades burguesas se han venido a
tierra, cientos de dispositivos ideológicos de clase no han resistido el
contraste con la realidad y algunas esperanzas oligarcas se hayan desvanecido
bajo el soplete de la lucha de clases. No obstante el negocio de la Guerra
sigue intacto. Reclamemos con insistencia una Ética para la supervivencia de la
humanidad.
Nos urge una Ética como herramienta de análisis científico que no sea
a-política, que no sea indiferente al conflicto histórico entre las clases
sociales y que no sea sólo para la contemplación. Ética con carácter histórico
para responder a las necesidades concretas en expresión normativa y dialéctica,
que entrañe la crítica al capitalismo y resalte los valores de comportamiento
práctico para convertir en transformación real la lucha. Ética imbricada con la
praxis para la crítica de lo existente, concretamente del capitalismo, y
crítica de todos los males sociales engendrados por él. Ética para la acción
directa en lo “deseable, lo posible y lo realizable”. Sánchez Vázquez dixit.
Es verdad que la Ética por sí misma no garantiza que la transformación
del mundo se cumpla, pero ese es su reto si pretende ser Ética nueva como
programa humanista que no quede en ilusión, imposible de realizar, en una
entelequia o en un fracaso. Ética para los actos organizados y efectivos que se
dirijan a la práctica y, en particular, para resolver la crisis de dirección
revolucionaria que es determinante hasta hoy.
Contra toda ética camaleónico-reformista de fuente subjetivista,
consumista o individualista… contra los antivalores de la esclavitud de cuerpos
y conciencias, contra el inmediatismo relativista, contra el empirismo y contra
el criticismo… la Ética para la emancipación es más necesaria que nunca porque
el capitalismo, en su expresión como Industria de la Guerra, no hace más que
empeorarlo todo incesantemente. El capitalismo no es eterno por eso la
perspectiva de una Ética renovada “necesaria, deseable y posible” es cada día
más una urgencia para el presente. No podemos seguir esperando, estamos bajo la
metralla y bajo los bombardeos que son letales y que son un gran negocio
burgués. Hay que hacer visible lo que no se aunque esté a la vista.
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