sábado, 25 de febrero de 2017

Argentina: Contradicción

Sobre la detención del general César Milani en La Rioja,  acusado de  participar en secuestros durante la última dictadura, como de todo hecho y para el caso de la resonancia pública del presente, cabe hacer diferentes lecturas.

Carlos María Romero Sosa / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina

La primera indudablemente compromete al anterior gobierno, que habiendo tomado como bandera la defensa de los derechos humanos lo catapultó a la jefatura del ejército, haciendo oídos sordos a las varias denuncias sobre sus presuntas actividades ilegales en los años de plomo.

Empero, también, será atendible considerar al respecto algo que se ha  podido advertir desde que comenzó a circular la noticia de la prisión preventiva del militar. Se trata de la no ocultada satisfacción  de ciertos factores de poder, léase medios o multimedios,  por la actual situación procesal de Milani; cosa compartible si se está de acuerdo con que todo genocida debe estar preso sea quien sea.
Sin embargo, se desprende de esa publicada complacencia una interrogación:  ¿para algunos analistas, el pecado de Milani fue su participación en la llamada guerra sucia o haber pertenecido al gobierno de la doctora Cristina Fernández de Kirchner; y en tal caso, la penalidad por aquel  delito no valdrá sobre todo para castigar este otro?

¿Por qué? Pues porque  no es novedad alguna que esos mismos grupos de presión -hablo de tales “lobbys” y no de los familiares de procesados o condenados cuya preocupación y sufrimiento humanamente se comprende-, ya desde antes de asumir el actual presidente comenzaron o  intensificaron una campaña a favor de que se detengan los juicios por delitos de lesa humanidad. Y lo vienen haciendo con apelación  a todo tipo de argumentos: desde la invitación a mirar hacia delante y cerrar el pasado, al negacionismo liso y llano. Y desde un súbito bautismo en la fe del recientemente fallecido pensador francobúlgaro  Tzvetan Todorov y su tesis sobre los “abusos de la memoria”, a enternecer con reclamos por la alta edad de los presos, tema que  no convendría agitar mucho porque surgen de inmediato en la memoria colectiva, a contrario sensu,  por ejemplo los cortos años de las víctimas de la Noche de los Lápices o los días apenas de vida de los bebés robados. 

El oxímoron es un válido recurso literario, la incoherencia interesada en materia política se llama cinismo.              


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