Un mes después de haber asumido el cargo,
Trump necesita logros que frenen su acelerado desgaste. Si no los tiene, su
situación en un breve tiempo será insostenible.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Aquellos que pensaron que el presidente Trump
sería distinto del candidato Trump y que
estaría acotado por los diversos
contrapesos institucionales con los cuales cuenta el Estado en el país que
gobierna, parecen haberse equivocado al menos durante las primeras cuatro
semanas de su gobierno. Este tiempo transcurrido ha mostrado que Trump cuenta
con dos enemigos poderosos. El primero de ellos es el establishment neoliberal
que lo considera un enemigo y el segundo
es el mismo Trump que a veces pareciera
ser su peor enemigo, aún más que el primero. Resulta curioso ver como los
grandes medios de comunicación, bastión el orden neoliberal, han hecho de Trump
su blanco favorito. Es fácil hacerlo porque el propio Trump se coloca en
bandeja con su estilo atrabiliario.
Tanto CNN como el New York Times deberían
estarle muy agradecidos. El rating de la
primera han subido de sustancialmente debido al "efecto Trump" Y ese mismo efecto ha generado al segundo un
aumento de 300 mil suscripciones. También las grandes empresas del orden global
le han declarado la guerra al rápidamente erosionado presidente estadounidense:
en un contexto en el cual en menos de un mes su impopularidad se acerca al 60%,
Microsoft, Google, Amazon, Expedia y otras empresas similares explícitamente
han manifestado su descontento. Las
grandes empresas beneficiadas por la globalización no están complacidas con el
proteccionismo de Trump que ha puesto en crisis al TLCAN y ha defenestrado el
Acuerdo Transpacífico. En México, la dominante derecha neoliberal se encuentra
desconcertada porque el proyecto al cual le apostó en las últimas décadas, ha sido puesto en crisis por el impredecible
presidente.
También Trump
ha hecho un notable trabajo para colocarse en el camino de la debacle.
Después de acordar una visita con el presidente mexicano tras una ríspida
conferencia telefónica en la que se dijo
que el trato hacia este último había sido humillante, en un Twitter lo colocó en una situación
insostenible: expresó que si Peña no llegaba con la voluntad de pagar el muro no tendría caso su visita a la Casa Blanca. La
conferencia telefónica con el Primer Ministro Australiano duró la mitad de lo que
se tenía previsto porque terminó
abruptamente con un berrinche del millonario. Ya ha tenido un enfrentamiento
público con la canciller alemana Angela Maerkel con sus críticas a la Unión
Europea. No contento con esto ha decretado una orden ejecutiva de restricción
migratoria contra ciudadanos de siete países musulmanes y dicho que
impondrá a las importaciones mexicanas un arancel de 20%. Trump es un
chivo en cristalería.
Lo último, antes de lo que se acumule en la
próxima semana, es el escándalo de su Asesor de Seguridad Michael Flynn, quien renunció por haber
mentido con respecto a su entrevista con el embajador ruso. El fantasma de las
negociaciones oscuras con Putin, coloca a Trump en el camino de un rápido deterioro. Un mes después de haber asumido el
cargo, Trump necesita logros que frenen su acelerado desgaste. Si no los tiene,
su situación en un breve tiempo será insostenible.
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