Milani fue parte del
Batallón de Ingenieros 141 del Ejército en La Rioja. Alfredo Olivera lo
denunció por primera vez en 1984 –lo había nombrado, también, el 29 de junio de
1979 en una denuncia ante el juez federal de La Rioja– ante la Comisión
Provincial de Derechos Humanos, y ratificó sus dichos en 2013 ante la Justicia.
Su denuncia se basó en la identificación de Milani como partícipe de unos
allanamientos en el que fueron secuestrados y torturados él y su padre, Pedro
Adán Olivera.
Nicolás San Marco* / Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires,
Argentina
El general César Milani. |
El viernes pasado, 17
de febrero, se conocía la noticia de que, finalmente, César Santos Gerardo del
Corazón de Jesús Milani iba a ser detenido en La Rioja con prisión preventiva y
trasladado a las dependencias del Servicio Penitenciario de esa provincia.
César Milani, había sido designado años atrás, durante el Gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner, el 3 de julio de 2013, Jefe del Estado Mayor General del
Ejército. En ese entonces, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que
dirige Horacio Verbitsky, impugnó el ascenso de Milani a ese cargo. Recordemos,
también, que aquella promoción contó con el aval del Frente Para la Victoria en
el Senado de la Nación con el argumento de que la entonces Presidenta de la
Nación así lo había decidido en su carácter de jefa de las Fuerzas Armadas.
Atrás quedaban las
denuncias de organismos de derechos humanos como la Liga Argentina por los
Derechos del Hombre y del CELS impugnando el nombramiento de Milani al frente
de las FF.AA. De un plumazo y con 39 votos a favor frente a 30 en contra, en
2013 el kirchnerismo sellaba el ascenso de Milani a pesar de las denuncias que
tenía en su haber por su participación en los delitos de lesa humanidad de los
que fueron víctimas Pedro y Ramón Olivera y Verónica Ligia Matta, en La Rioja
entre 1976 y 1977. Durante aquella sesión en el Senado, el argumento central
fue el principio de inocencia. Sin embargo, como bien declaró el CELS en un
comunicado hacia finales de aquel año, “ese concepto fundamental rige en un
juicio penal, donde todo imputado tiene el derecho de defensa, pero no es
admisible extrapolarlo a un debate institucional y político sobre las
condiciones que deben reunir los jefes de las Fuerzas Armadas”.
El caso es que Milani
fue parte del Batallón de Ingenieros 141 del Ejército en La Rioja. Alfredo
Olivera lo denunció por primera vez en 1984 –lo había nombrado, también, el 29
de junio de 1979 en una denuncia ante el juez federal de La Rioja– ante la
Comisión Provincial de Derechos Humanos, y ratificó sus dichos en 2013 ante la
Justicia. Su denuncia se basó en la identificación de Milani como partícipe de
unos allanamientos en el que fueron secuestrados y torturados él y su padre,
Pedro Adán Olivera. La Liga Argentina por los Derechos del Hombre, ha dicho en
línea con esto que “en los días que corren, donde la derecha procesista busca
levantar cabeza con los dichos de Lopérfido, Gómez Centurión y el propio Macri,
defender cada juicio en marcha, cada investigación judicial abierta, sostener
como un principio inalterable que el Genocidio se prueba con el testimonio de
los sobrevivientes y que ellos dicen verdad".
La Liga Argentina por
los Derechos del Hombre, organismo de DD.HH fundado por el Partido Comunista en
1937, fue el que redactó el proyecto de ley de derogación de las leyes de
Obediencia Debida y Punto Final, promulgado durante el kirchnerismo el 2 de
septiembre de 2003 bajo la ley 25.779. Aquellas leyes establecían que los
delitos cometidos por los miembros de las Fuerzas Armadas no eran punibles y
paralizaban los procesos judiciales a los responsables del Genocidio durante la
última Dictadura Cívico-Militar-Eclesiástica, respectivamente.
Sin embargo, a pesar
del avance y la victoria del campo popular gracias a la independencia política
mantenida por los organismos de derechos humanos frente a los gobiernos de
turno, Milani llegó a contestar en el contexto del debate sobre su designación
como jefe de las FF.AA. que en aquel entonces “tenía 21 años y no ocupaba un
cargo de mando y que esos dos hechos lo eximen de responsabilidad" lo
cual, implícitamente, desliza el argumento de la noción de obediencia debida:
de más estaría decir que existen al momento numerosos casos de imputación hacia
subalternos del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea. Es más, otro de los
argumentos de Milani para desprenderse de toda responsabilidad por su
participación en los crímenes por los que se lo acusa, es el que refiere a su
desconocimiento sobre la existencia de un Centro Clandestino de Detención en el
Batallón 141 de Ingenieros que es precisamente el lugar en donde Milani
desempeñaba sus funciones. Horacio Verbitsky respondió a esto explicitando que
“los comunicados del jefe de Milani, coronel Osvaldo Héctor Pérez Battaglia,
que el CELS aportó al Senado, invitaban a denunciar en el Batallón a los
denominados subversivos y las causas judiciales falladas en el último año
prueban que también allí iban a reclamar noticias los familiares de los
secuestrados. Ningún oficial de la unidad podía desconocerlo”[1].
Dicho esto, es
incomprensible el silencio del kircherismo al respecto. Es incomprensible el
silencio porque fueron los Gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de
Kirchner los que se adjudicaron la victoria de las luchas por levantar y
sostener bien en alto la bandera de la Memoria, la Verdad y la Justicia para
que Nunca Más nuestra Patria vuelva a sufrir un Genocidio. Por esto es que
nunca se entendió el empecinamiento de querer situar en lo más alto de las
FF.AA. a un militar que tenía denuncias por participación en crímenes de lesa
humanidad. Pero lo que más llama la atención es el doble juego de, por un lado,
desconocer por parte del Peronismo-Kirchnerismo no sólo el avance que esto
significa en materia de Derechos Humanos para el país y el incansable trabajo
que han desempeñado los organismos de derechos humanos y, por otro lado, el
intento de lavado de manos del ex Director
Ejecutivo de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual,
Martín Sabbatella, quien ocupó ese cargo entre octubre de 2012 y diciembre de
2015, y quien ha dicho en los últimos días que “si Milani es responsable de
crímenes de lesa humanidad debe terminar sus días en la cárcel”. Sin embargo,
recordemos solamente, y no precisamente como algo al pasar o como una cuestión
anecdótica, que fue el mismo Sabbatella quien dio la orden para que la abogada
del Partido Comunista que hoy encabeza la querella contra Milani fuera, en
2014, desafectada de su cargo en el AFSCA –delegada del organismo en La Rioja–
precisamente por ser abogada querellante en las causas por delitos de lesa
humanidad en esa provincia y denunciar al militar en cuestión.
Se entiende el contexto
por el cual quienes defendieron la candidatura de Milani no puedan hacer una
autocrítica, comenzando por la ex presidenta: 2017 es un año electoral en
Argentina. En gran medida la política argentina se sigue pensando en términos
de construcción de personalismos y es por eso que hay quienes defienden que
Cristina Kirchner no emita ningún comunicado al respecto dado que fue ella
misma quien designó a Milani. Hacerlo implicaría, dicen, un error gravísimo en
la construcción de un espacio que le dispute al Macrismo el Congreso en las
próximas elecciones. Pero hacer realidad el “volveremos” implica, ni más ni
menos, y no en última instancia, ganar las calles, crear poder popular. A no
ser, por supuesto, que el “volveremos” quiera decir, traducido, “cerrar” con
los mismos de siempre… El “no ensuciar a Cristina” tiene en su fundamento el
electoralismo al que estamos acostumbrados.
No podemos dejar de
decir que es por lo menos preocupante que el campo popular mantenga en estos
días una discusión sobre si Milani es responsable o no, dadas las pruebas y
testimonios que aportaron diferentes organismos de derechos humanos y testigos.
Más aún, hay quienes se empeñan todavía en defender al militar, como el ex
secretario de Comercio, Guillermo Moreno, quien dijo hace unos días que “César
Milani es inocente, no tengo ninguna duda”. Parecería ser que para el Peronismo
todo lo ocurrido en materia de derechos humanos en el país es obra de ellos. De
nada vale, por ejemplo, los 40 años de querellas presentadas en La Rioja contra
genocidas; de nada vale la incansable labor de los organismos de derechos
humanos que gracias a la independencia política que mantuvieron durante los
gobiernos de turno la llama de la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia
se mantuvo siempre encendida. Jamás pondremos en duda el rol histórico y
fundamental que jugaron los Gobiernos kirchneristas en materia de derechos humanos,
por eso es como mínimo sorprendente y preocupante los dichos de varios
queriendo minimizar el hecho.
Resulta, por lo menos,
una suerte de reduccionismo querer atar todo a que es una “movida” del Macrismo
para que el campo popular no sólo llegue dividido a las elecciones sino con
ninguna alternativa seria. Por supuesto que el Macrismo y los medios de
comunicación hegemónicos utilizan lo ocurrido con Milani para ocultar el
desastre que están haciendo en el país, pero con la lógica de que la sola presencia
de Cristina Kirchner bastaría para ganar las elecciones de este año lo que
deberíamos hacer todos los que luchamos por sacar al Macrismo del poder y
transformar la realidad es irnos a nuestras casas. Porque ya no se trataría,
entonces, de construir una alternativa política con base social, una
alternativa política que tenga sus fundamentos en las calles, una alternativa
política elaborada en base a la articulación de todas las organizaciones
dispuestas a enfrentar al Macrismo, sino que lo que bastaría sería la mera y
sola candidatura de la ex presidenta.
Es el campo popular en
su conjunto el que sacará al Macrismo del Gobierno. Argentina necesita
construir una fuerza política plural, amplia, dispuesta a ser permeable a
diferentes tradiciones políticas que apunten a la transformación de la realidad
en sentido amplio y profundo. Para hacer realidad el “volveremos” el campo
popular debería revisar los últimos 12 años de gobiernos. La autocrítica es una
de las herramientas más revolucionarias que tenemos los que estamos
comprometidos con la construcción de un mundo sin explotados ni explotadores.
Los comunistas estaremos en primera fila cada vez haya que enfrentar a la
derecha.
A ganar las calles, hoy
más que nunca.
*Universidad de Buenos
Aires. Investigador del Centro Cultural de la Cooperación.
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