El fallecimiento de Fidel Castro ha colocado a Cuba en el centro de la
actualidad. Pero, ¿cuál es la situación económica y política de la isla?
Entrevista a Salim Lamrani, especialista de Cuba.
Jacques Saphir / Sputnik Radio
Salim Lamrani. |
Jacques Saphir: ¿Acaso podemos pensar
que habrá menos represión política en los años venideros?
Salim
Lamrani: Creo que conviene colocar la realidad cubana en la problemática
latinoamericana, particularmente en cuanto a la cuestión de los derechos
humanos. Es verdad que en Occidente se habla mucho de represión política. Pero
es importante recordar el contenido del informe de Amnistía Internacional.
Según Amnistía Internacional, no hay ningún país en América, desde Canadá hasta
Argentina, que presente una mejor situación de los derechos humanos que Cuba.
No lo digo yo. No se trata de una afirmación del Gobierno cubano. Es el
resultado de un análisis comparativo de los informes de Amnistía Internacional.
Creo que hace falta recordar esta realidad cuando se trata de disertar sobre el
tema de los derechos humanos.
Además,
cuando se habla de represión política o del tema de la disidencia en Cuba, es
necesario recordar que uno de los pilares de la política exterior de Estados
Unidos desde 1960 ha sido financiar y organizar una oposición interna en Cuba
con el objetivo de derrocar el orden establecido. Si esta política fue
clandestina hasta 1991, es una política reconocida por Washington desde 1992 y
la adopción de la ley Torricelli. Conviene recordar que todo disidente que
reciba emolumentos de una potencia extranjera –y fue el caso de los opositores
políticos encarcelados en el pasado en Cuba– viola la ley penal en Cuba, pero
pasaría lo mismo en Francia o en cualquier otro país occidental que tipifica
como delito el hecho de recibir financiamiento de una potencia extranjera con
el objetivo de cuestionar el orden establecido.
Cuando
recordamos esto la perspectiva es diferente y cambia la imagen de Cuba.
Jacques Saphir: Uno se pregunta si
Cuba no va a enfrentar un reto nuevo. Miremos la situación. Hay una nueva
generación en Cuba que no conoció la Cuba de antes de Castro y la situación de
la isla antes de 1959. Hoy tiene expectativos tanto más importantes en cuanto
que se trata de una población joven particularmente bien educada. De cierto
modo, ¿acaso el Gobierno cubano no estaría confrontado al reto de satisfacer
las expectativas de esta nueva generación?
Salim
Lamrani: Tiene usted razón al subrayar que Cuba se enfrenta a un nuevo reto. Yo
diría que se trata de un triple reto. Primero Cuba se enfrenta a una renovación
generacional. En efecto, por las leyes de la naturaleza, la generación que hizo
la Revolución cederá el poder en los próximos años. Le queda un año de
presidencia a Raúl Castro. Luego está el reto de la actualización del modelo
económico. Y finalmente el tercer reto es la nueva relación con Estados Unidos.
No
obstante conviene recordar que desde el triunfo de la Revolución cubana en 1959
el país ha estado confrontado a retos titánicos. El primero ha sido desde luego
la hostilidad de Estados Unidos, que dura hasta hoy a pesar de la política de
acercamiento que emprendió el Presidente Obama en diciembre de 2014. Los
cubanos, en el curso de su Historia, siempre han respondido con mucha
inteligencia a las nuevas realidades.
Apuntemos
que las principales aspiraciones de la juventud cubana de hoy no son de orden
político sino material. Los cubanos, incluso las categorías más insatisfechas
–que desde luego existen, como en toda sociedad– no están dispuestos a negociar
la soberanía nacional, la independencia que es la principal conquista de la
Revolución cubana. Esta juventud no aspira tampoco a un cambio de sistema
político. Cuando uno conversa con las nuevas generaciones, uno se da cuenta de
que no hay reivindicaciones de orden político. La juventud cubana aspira a un
mejor nivel material. Es una aspiración legítima del pueblo cubano que ha
sufrido mucho, sobre todo desde el Periodo Especial, tras el desmoronamiento de
la Unión Soviética y el recrudecimiento de las sanciones económicas por parte
de Estados Unidos que, en 1992, en vez de normalizar las relaciones con Cuba
–ya que había desaparecido el enemigo histórico, la URSS– recrudeció la
hostilidad y la agresión contra Cuba. Conviene recordar que las sanciones
económicas constituyen el principal obstáculo al desarrollo del país. Los
cubanos han alcanzado un nivel de desarrollo humano similar al de los países
más ricos y han resuelto las necesidades básicas. La gran diferencia entre la
realidad cubana y la realidad latinoamericana y del Tercer Mundo es que en Cuba
se han satisfecho las necesidades básicas. Todos los cubanos comen tres veces
al día, tienen acceso a una vivienda, a la educación, a la salud, a la cultura,
al deporte –que es fundamental para el desarrollo físico e intelectual del
ciudadano- Estas conquistas de Cuba todavía son aspiraciones en los países de
América Latina y del Tercer Mundo.
Dicho
eso, los cubanos aspiran a un mejor nivel de vida material. Para eso hace falta
que la economía cubana aumente su producción y por lo tanto resulta
indispensable que se levante el principal obstáculo al desarrollo del país y
que Estados Unidos ponga término a las sanciones económicas. Hay un nuevo
presidente en Estados Unidos cuyo discurso hacia Cuba ha sido algo
contradictorio. En un primer tiempo reconoció la lucidez del Presidente Obama,
que admitió que la política de hostilidad era un fracaso y decidió dialogar con
La Habana. Después el discurso de Trump evolucionó.
Conviene
recordar que desde 1959 las autoridades cubanas siempre han declarado su
disposición a dialogar con Estados Unidos siempre que se respeten tres
principios: la no injerencia en los asuntos internos, la igualdad soberana y la
reciprocidad. Los cubanos siempre han expresado la voluntad de resolver de modo
pacífico y cordial los diferendos que oponen Washington a La Habana.
Yo
creo entonces que el nuevo reto al cual se confronta Cuba es el tema económico.
Hay que mejorar la producción. Insisto, no creo que haya reivindicaciones de
cambio de sistema económico. Los cubanos son lúcidos y cultos. Conocen las
realidades del mundo. Cuando se les propone un cambio de modelo su primera
pregunta es la siguiente: “¿Qué modelo nos proponen?”. ¿Acaso se trata del modelo
vigente en los países occidentales donde vemos, por ejemplo, que en un país tan
rico como Francia, quinta potencia del mundo, hay nueve millones de pobres?
¿Acaso se les propone la realidad mexicana o latinoamericana a los cubanos? Los
cubanos no desean un cambio de modelo. Sólo aspiran a mejorar el suyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario