La indignación contra Televisa se ha
desatado ahora, en la coyuntura de las elecciones mexicanas, pero lo cierto es
que esta corporación de las comunicaciones viene haciendo y deshaciendo a su
antojo desde hace más de treinta años.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
El movimiento YoSoy132 expresa la indignación contra el poder mediático en México. |
El movimiento YoSoy132 de los jóvenes
mexicanos pone nuevamente sobre la palestra el tema de los medios de
comunicación en América Latina.
Como se ha dicho y demostrado hasta el
cansancio, las grandes corporaciones dominan el panorama informativo mediante
monopolios privados que no paran mientes en construir una realidad a su imagen
y semejanza.
Cuando han sido denunciados y se han
tomado medidas para frenar sus abusos, como es el caso de Venezuela, Argentina
o Ecuador, se pone el grito en el cielo y se rasgan las vestiduras quienes, en
nombre de la libertad de prensa, se parapetan en ellos para defender sus
intereses minoritarios.
El movimiento YoSoy132 denuncia, para el
caso mexicano, el papel de Televisa, la gran corporación que, al igual que O
Globo en Brasil, o el consorcio Clarín en Argentina, poseen una red de medios
de comunicación que les permite, al decir de Noam Chosmsky, fabricar el
consenso.
La indignación contra Televisa se ha
desatado ahora, en la coyuntura de las elecciones mexicanas, pero lo cierto es
que esta corporación de las comunicaciones viene haciendo y deshaciendo a su
antojo desde hace más de treinta años. Es sabido por todo el mundo, por
ejemplo, cómo en el ámbito del espectáculo Televisa crea o destruye personajes
a quienes, para encumbrarlos, les impone contratos leoninos, para dejarlos caer
en el precipicio del descrédito ante la menor veleidad de independencia.
En Venezuela, el documental La
revolución no será transmitida, desenmascara magistralmente el papel de los
medios en el golpe de Estado de abril de 2002 contra Hugo Chávez. La investigación que le sirve de respaldo
puede dejar atónito a más de uno ante el cinismo con el que las televisoras,
por ejemplo, haciéndose eco de la consigna de los golpistas de que nada estaba
sucediendo, con el fin de evitar la reacción popular, transmitían dibujos
animados cuando en el Palacio de Miraflores se sucedían acontecimientos
trascendentales para el país.
La experiencia vivida en esa ocasión
llevó a la creación de Telesur en el año 2005, empresa alternativa que rompe
con el cerco del que lo que relatamos líneas más arriba no es más que un
pequeño ejemplo que se repite a toda hora y en todo lugar de América Latina.
El esfuerzo de Telesur, valioso e
insustituible, se queda, sin embargo, corto ante el poder y omnipresencia de
estas grandes corporaciones de la comunicación. En la misma Venezuela, por
ejemplo, el visitante desprevenido que llega a ese país desde el exterior se
queda pasmado cuando sintoniza cualquiera de los canales de la televisión
comercial, en donde el tono de los mensajes en contra del gobierno y el presidente
de la República seguramente no tienen parangón en ninguna otra parte del mundo.
Lo que denuncian los muchachos
mexicanos, entonces, no es nada nuevo bajo el sol, pero es bueno que se
levanten contra ello y, ojalá, sigan presionando a quien haya que presionar
para ponerle coto.
¿Cómo se le pone coto a lo medios?
Primero, regulándolos, esa palabreja que pone
a temblar a muchos y encrespa las olas de los defensores de la libertad
de expresión, entendida está, claro está, como libertad de comercio de unos
cuantos manipuladores que solo saben llevar agua para su molino.
También se les pone coto a través de las
formas alternativas de comunicación que han aparecido como hongos en aquellos
países en donde se impulsan políticas progresistas, como Venezuela, Argentina,
Ecuador, Bolivia o Uruguay; las radios comunitarias son un ejemplo de ellas.
Pero también haciendo uso de las
oportunidades que brindan las redes sociales a través de Internet, que tan
fecundas se han mostrado en movimientos como los de Los indignados en Europa, los Occupy
en Estados Unidos, la llamada Primavera
Árabe y el Foro social mundial.
Esta revista que usted lee ahora, Con nuestra América, que se distribuye
semanalmente los sábados, es otro ejemplo. Hay que tener constancia, tesón, seriedad
y voluntad para no cejar en el esfuerzo. Solo así se puede llegar a tener,
algún día, resultados positivos.
Pero hay que tener claro que la inmensa
mayoría de la gente, aquella que prende el televisor al volver agotada del
trabajo todos los días y consume la basura que le ofrece la caja boba, no
accede a estos medios alternativos. Por eso es imprescindible seguir luchando
por regular el papel de los grandes medios de comunicación en manos de
poderosos e inescrupulosos intereses económicos que no se tientan el alma para
mentir y deformar la realidad.
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