Chávez dejó el plan
de gobierno para el sexenio siguiente. Él construyó los cimientos del
socialismo bolivariano. Ahora, la tarea de sus sucesores será levantar el edificio
y para ello es imprescindible la participación popular.
Aram Aharonian /
Question Digital
Nicolás Maduro celebró el triunfo electoral. |
Desde hace más de una
década, en América Latina transitamos un nuevo momento histórico, el de la
búsqueda de los caminos para superar el neoliberalismo. Venezuela, de la mano
de Hugo Chávez, fue vanguardia y creó condiciones
y estimuló que otros se animaran. Este domingo, el pueblo venezolano,
consciente de que su sui generis revolución pacífica y democrática es un
proceso de largo aliento, le dio a Chávez, quizá, su triunfo más grande.
Respiramos más
tranquilos en América Latina, cuando el Consejo Nacional Electoral, casi a la medianoche, anunció un
ajustado triunfo chavista por apenas una diferencia del 1,6%.
Aunque sin
Chávez-locomotora, el proceso de integración regional, basado en la complementación y la
solidaridad, que impulsara el gobierno bolivariano en la última década, seguirá
seguramente el mismo derrotero.
Y comenzamos la era
sobre la que tantos especularon: no se trata del pos-chavismo, sino del
pos-Chávez. Nicolás Maduro, exdirigente sindical, será el presidente hasta
2019, e inaugura el período con un gran signo de interrogación: ¿se
profundizará política y socialmente el proceso o se institucionalizará , lo que
significa negociar con la oposición e incluso con Washington?
Nadie tiene dudas:
Maduro no es Chávez y dentro del bolivarianismo hay sectores conservadores,
decididos a seguir haciéndole concesiones al capitalismo y obviando el
protagonismo popular y el poder comunal. El Partido Socialista Unido de
Venezuela (PSUV) es más una maquinaria electoral que una usina de ideas y/o
planes para la construcción del socialismo.
Mucho se ha hablado
de los planes de desestabilización de la derecha , de una eventual intentona
castrense-civil alentada por el aparato mediático nacional e internacional. El
enemigo más temible está dentro del mismo gobierno solía decir Chávez, en la
ineficacia, ineficiencia y la corrupción de gobernantes y funcionarios, sin
capacidad de seguir buscando las soluciones propias a los problemas, más propensos
a repetir formatos y modelos que se dice combatir.
El enemigo del
bolivarianismo –que es el pueblo en la calle, mucho más allá de un mitin de
campaña- está montado en una campaña de inteligencia y desestabilización
económica, de división del aparato y de los cuadros chavistas, de forma de
terminar con el proceso creador y revolucionario de la participación popular,
quizá con la excusa del pragmatismo, de “lo posible” y, ahora también, de la
escasa diferencia de votos entre el candidato bolivariano y el derechista.
Para construir el
socialismo bolivariano del siglo XXI, es necesario identificar las raíces originarias del actual sujeto
revolucionario, el pueblo venezolano que desmontará las estructuras objetivas
de la dominación capitalista y el despotismo neoliberal vernáculo, señala el
historiador y antropólogo Mario Sanoja.
La base para
construir una sociedad socialista está conformada por los colectivos
sociales, el Poder Popular, los cuales
deben ser capaces de participar protagónica y conscientemente en la
construcción de dicha sociedad y -en consecuencia- en las luchas para derrotar
la pobreza, la desigualdad y la injusticia social, el individualismo y el
egoísmo que son los antivalores sobre los cuales se sustenta el sistema
capitalista y el despotismo neoliberal.
Para que el proceso
bolivariano logre sus objetivos, es necesario contar primero con la
solidaridad, la fidelidad y la conciencia revolucionaria de todos o de la gran
mayoría de los colectivos sociales.
Para ello es preciso
no solamente diseñar políticas públicas destinadas a mejorar el nivel de vida
de la población en todos sus aspectos, sino crear también una nueva hegemonía cultural, un imaginario socialista bolivariano que
permita a los hombres y mujeres comprender que lo que se les da no es una
dádiva o una limosna, sino su parte, agrega el maestro Sanoja.
Chávez dejó el plan
de gobierno para el sexenio siguiente. Él construyó los cimientos del
socialismo bolivariano. Ahora, la tarea de sus sucesores será levantar el edificio
y para ello es imprescindible la participación popular.
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